Capítulo 17: Tercera noche

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-¡Joder! -maldije apretando los dientes y corrí hasta que me ardieron los pulmones y se me fundieron los músculos.

Cargué con Sara y troté, troté y troté hasta llegar al dichoso muelle mientras ella crispaba sus facciones de dolor. No me detuve entonces y seguí hacia el bosque a pesar de que me estaba muriendo del esfuerzo y de que se me estaba acabando la energía astral.

Tenía que salvarla, no podía rendirme. Tenía que salvarla. Me lo repetí una y otra vez hasta que la casa de madera apareció ante mí y entonces casi sentí como sí se me desprendiera el alma, pero no había llagado aún y no la había curado todavía. Tuve que seguir exigiendo movimiento a mis miembros para llegar a la puerta y la abrí de una patada. El cerrojo reventó, pero cómo si me importara. Fui directamente a la mesa y la deposité sobre la madera con una exhalación.

Ella gimió apretándose el hombro derecho y yo estaba por desmayarme, pero me negué rotundamente y volví para cerrar la puerta. Luego busqué el botiquín pero me hice un lío y barajé que es lo que debía hacer y en qué orden.

-¡¿Qué carajo debo hacer?! ¿Fuego, curarla, comer, darle agua, limpiarla? ¡¿El qué, coño?!

-K-Karen... -ella me llamó débilmente y recuperé cierta consciencia.

-Ya voy.

Tropecé con una silla así me acercaba con el botiquín y casi lo tiro todo, pero conseguí apoyarme en la mesa y dejar la caja de metal allí junto a ella. Sara apretaba los ojos y los dientes así se manchaba la mano izquierda de sangre por apretarse la herida.

¿Qué debía hacer primero? Con mis ojos rojos, a la luz de la bombilla del techo, podía ver el aura en su hombro y la sangre empapando su cuerpo. Tenía que cerrar las heridas y fui a tocar para buscarlas pero detuve los dedos antes de alcanzar su piel con la duda: ¿y si le hacía daño?

-S-Sara, retira la mano... -cogí su muñeca y forcejeé un poco con ella para que la apartara-. Retírala -ella terminó por obedecer con un temblor de cejas.

La traslúcida aura roja cubría una zona cercana a un palmo de grande, alargada y que le envolvía el hombro derecho. La carne estaba abierta allí: había multitud de perforaciones alineadas en paralelo y a lo largo. Los dientes de Nathan. Su sudadera estaba destrozada y tapaba muchas zonas manchadas de sangre en las cuales debía haber más heridas.

-Te voy a... quitar la ropa -decidí cogiendo la tela. Al momento dudé: sacársela sin más le haría daño y estaba demasiado rota como para que resultase fácil-. Espera.

Abrí el botiquín y busqué unas tijeras: no había. Maldije por lo bajo y fui a los cajones de la cocina. Encontré unas bien gordas y regresé con Sary. Comencé a cortar y expuse su piel, bañada de rojo.

-Tengo sed... -se quejó de pronto, interrumpiéndome.

-Eh... Claro, voy -fui al fregadero y al llenar el vaso de agua... No pude resistirlo y me lo bebí yo misma. Estaba reventada, también tenía sed, además de una fatiga increíble. Me bebí dos vasos más y luego fui con el cristal lleno junto a Sara-. Aquí, incorpórate.

Se intentó levantar empleando el codo izquierdo y la ayudé con la mano libre. Entornó los ojos para tomar el borde con los labios y comenzó a beber lentamente. Sostuve el vaso en su boca y el agua se derramó por su barbilla. Cuando se cansó decidió dejarse caer entre toses. Dejé el vaso con gesto dubitativo y recuperé las tijeras para terminar de cortar su sudadera y la camiseta de debajo. Cuando tuvo todo el pecho descubierto retiré los pedazos y los dejé caer al suelo.

Normalmente me habría excitado al ver sus pechos expuestos, pero toda aquella sangre mataba mi lujuria, así como el cansancio... pero quedé patidifusa al examinar con detalle su piel. Tuve que entornar los ojos y parpadear varias veces para poder creer lo que estaba viendo: Sara estaba herida, pero... solo en el hombro. Solo una docena de marcas de dientes allí. El resto, aun cubierto de sangre, no parecía dañado.

Astral Arcana I - WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora