Capítulo 11: Segunda noche

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Llegamos al trote a un pequeño muelle de madera oculto tras una roca, pero no había ningún barco anclado allí. Sary se detuvo junto a la pasarela y contempló el lugar con los ojos muy abiertos. Me paré por detrás pero no me atreví a pisar la vieja madera. En cambio usé mi visión demoníaca para vigilar los alrededores y que Sary estuviera bien.

-Yo estuve aquí -murmuró al cabo con nostalgia-. Estuve bañándome con Yolanda y Tamara... -volteó la vista a la orilla con cierto dolor en el pecho-. Nathan estaba aquí también, y la madre de las gemelas.

La miré de reojo y observé su comportamiento. Ella bajó a la arena y fue a pararse en un determinado punto, donde se quedó mirando al suelo. ¿Qué estaba haciendo? La vi frotarse la cabeza con cierta molestia y entonces dirigió los ojos al bosque. El tiempo que le dedicó empezó a parecerme exagerado, estábamos perdiendo el tiempo.

-Deberíamos continuar, Capi.

-Espera -me pidió levantando una mano. Me acerqué y vi que estrechaba la vista hacia los árboles-. Creo... Creo que hay una casa cerca -dijo antes de señalar a la espesura-, por ahí.

Abrí mucho los ojos y observé el interior del bosque. Solo veía árboles.

-¿Estás segura?

Ella exclamó emocionada:

-¡Sí, sígueme! -se dirigió en línea recta y yo fui detrás.

-Ten cuidado, Sary -podría haber más demonios por allí, aunque mis ojos no captaban enemigos ni mi sexto sentido presentía ninguna amenaza.

Ella no respondió y siguió adentrándose. Solo un par de minutos más tarde divisé lo que ella estaba buscando: una casa de madera de unos 35 metros cuadrados.

-¡Allí está!

Corrimos la distancia que nos separaba del claro y entonces la vimos con claridad: tenía una sola planta, un tejado inclinado, una chimenea, porche y base de piedra. La puerta estaba cerrada, pero las ventanas de cristal tenían las contraventanas abiertas. No había luz dentro, pero se veía en perfecto estado. ¿La casa de Vassilis?

-Bingo -celebré-. Eres un genio, Capi -la palmeé en el hombro y subimos al porche para acercamos a la entrada.

-Está igual que entonces -comentó asombrada.

-Miraré por detrás -le avisé-, no te muevas de aquí.

Ella asintió y rodeé la casa con ojo analítico. No encontré hechizos en la parte externa, aunque solo tenía sentido que estuvieran por dentro. Tampoco había puertas traseras o ventanas abiertas. Sí vi que había un pequeño huerto detrás y un par de árboles frutales. Terminé de bordear la estructura y regresé con Sary. Estaba mirando a través de un cristal.

-No parece que haya nadie dentro -advirtió antes de llamar-. ¿Hola?

Golpeé en la puerta con los nudillos y ella en la ventana.

-¡Ah, del castillo! -grité-. ¡Somos vendedoras ambulantes!

Nada, silencio.

-¿Entramos? -preguntó Sara.

-Necesitamos comida y descansar -decidí tomando el mango-. ¡Sorpresa, sorpresa! -estaba cerrada con llave.

Me llevé las manos a las caderas y contemplé la madera: ¿estaría encantada?

-Ya ves el problema -despreció Sary. Se acercó a la puerta y trató a de apartarme-. Hazme sitio, la echaré abajo.

No me moví.

-No seas burra -la regañé-, necesitamos la puerta intacta.

-¿Entonces? -quiso saber.

-Hay que ser más discretas -dije llevándome la mano al cinturón.

Astral Arcana I - WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora