Capítulo 15: La trampa

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Volvimos juntas a la cabaña de Vassilis. Ella me siguió obediente y en silencio, confiando en mí. La había convencido de que no fuera con Nathan, con engaños pero por las buenas, para salvarle la vida y cumplir con mi misión, y precisamente por eso ahora me sentía sucia y asquerosa. Empezaba a acusar una culpa que me degradaba a su lado como persona, como si no me mereciera estar en su presencia.

—Oye, Sara —me detuve en el porche y me giré para mirarla, pero no oculté la pena de mi cara—. Lo que he dicho antes...

—Perdón.

—¿Eh?

Ella me interrumpió con una sorpresiva disculpa.

—No te odio —musitó con la vista clavada en el suelo—, solo estaba enfadada contigo. Por eso —alzó el ceño fruncido para cruzar sus ojos con los míos y noté que tenía las mejillas coloradas—, perdón.

Me bloqueó por un instante: ¡esa era mi maldita línea! ¿Por qué demonios me pedía perdón? Si la mala era yo...

—No pasa nada —aseguré alterada—, puedes odiarme, no serías la primera persona ni la última...

—Digo que no te odio —repitió empujándome para pasar dentro—, pero más te vale cumplir con tu promesa si no quieres que cambie de opinión —su fuerte empellón y esa amenaza reactivaron un poco mi humor, pero me hundieron de nuevo al cabo de un segundo: no podía separar a Whitehowl de Nathan sin matarle a él también, como le había prometido.

—Señora, sí señora.

Ella fue a la mesa y se sentó para comer su bocadillo y el zumo. Cerré detrás de mí y fui deprimida a la posición en frente.

—Está bueno —me concedió Sary—, aunque un poco quemado.

Ese comentario debió halagarme, pero solo consiguió ponérmelo más difícil. Me dedicó un gesto extraño, como preguntándose si me pasaba algo, pero yo hablé antes.

—Oye, Sary... Esto... Lo que he dicho antes —suspiré e hice un esfuerzo muy grande—. Separar a Whitehowl de Nathan será muy difícil, de modo que..., si fallo, yo... —su expresión no mutó, pero a mí me estaba doliendo la situación cada vez más—. Quiero que sepas que iba en serio cuando dije que podías matarme para vengarle. Lo digo porque... —no pude soportar más esos ojos y bajé la vista a la madera— si fallo Nathan también morirá. Si quieres matarme entonces, te juro que no me defenderé.

—¿De qué estás hablando? —despreció dándome de lado—. Yo no soy una asesina.

—Pero... —dudé.

—Además —añadió con prepotencia—, no lucho contra gente desarmada y que no piensa defenderse —eso era muy propio de ella y aumentó mi admiración por su personalidad.

—Gracias, Sara.

Se encogió de hombros y desdeñó con un gesto hastiado.

—De todas formas él ya está muerto, ¿no? —noté que su expresión temblaba un segundo pero apretó más el ceño y los labios y asintió—. Me abandonó hace 8 años confiando en el demonio que lo mató, pero la culpa no es suya. Si consigues separarlo de él recuperaré a mi hermano, si no... —su labio vibró de nuevo y punteó en la mesa con el dedo—. Si no lo consigues no habrá cambiado nada. Seguirá muerto, como lo ha estado los ocho últimos años —levantó los ojos para mirarme y se me hundió el alma con su siguiente declaración—. Y no será culpa tuya, sino suya.

—Sara... —pero me mordí la lengua y me contuve de hablar más.

Ella me estaba dando una oportunidad para ser su amiga y, sinceramente, no soy buena persona, así que podía hacer lo que fuera con tal de estar a su lado. Incluso mentirle y engañarla. Ya lo había hecho muchas veces y podía seguir haciéndolo. Sara jamás lo sabría.

Astral Arcana I - WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora