「 Capitulo 37」

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Frío. Pero no un frío como el aire de invierno, sino el frío que se siente cuando la nieve toca tu piel. Un frío que te paraliza y te duele. Eso era lo único que podía sentir.

Su cuerpo se mantenía inmóvil y comenzaba a doler demasiado, tanto que parecía quemarlo, dolía mucho, y el dolor lo hizo despertar lentamente.

Las heridas hechas con anterioridad no parecían querer cerrarse, incluso habían empeorado, y el aire poco a poco empezaba a faltarle, ¿Dónde estaba? ¿Por qué se sentía tan pesado? ¿Por qué no lograba sentir sus extremidades? Tratar de moverse sería inútil, pues su cuerpo no parecía responder y la poca lucidez que tenía, lentamente empezaba a alejarse.

De pronto, entre toda la confusión, logro divisar una silueta que se acercaba a él, sus ojos no lograban distinguir bien quién o qué era, sólo podía verlo acercándose con rapidez.

Sus ojos se cerraron y pronto sintió unos brazos rodear su cintura con fuerza, mientras el sonido del agua siendo movida hacía eco en su cabeza. Ahora lo entendía, estaba ahogándose, por ello no podía respirar. Entendió que lo estaban moviendo, estaba seguro de eso, sentía como era jalado por aquellos brazos fuertes que reconoció luego de unos minutos...

YoonGi.

El poco aire que aún contenía, fue soltado lentamente creando burbujas en el agua. Su cabello se movía en la profundidad, hasta que al fin escuchó un chapoteo y su rostro salió a la superficie.

—Jimin— aquello sonaba como un grito muy lejano— ¡Jimin!

Su espalda cayó contra el suelo y supo entonces que lo había sacado del agua.

—Amor mío— la voz de YoonGi se escuchaba desesperada y quiso decirle en ese momento que estaba vivo, que se alegraba de verlo y que lo había extrañado demasiado, pero de su boca no salía palabra alguna, y su garganta quemaba. Sólo pudo soltar un gemido para que su amado supiera que estaba despierto.

—Mi amor... Qué te hicieron— preguntó con voz afligida al ver que el cabello de Jimin se había tornado más obscuro.

Se inclinó y besó repetidas veces sus labios mientras sus brazos se aferraban a él sin la intención de soltarlo.

—Amor... Por favor, debes resistir.

Murmuró mientras dejaba escurrir al fin una lágrima. Las heridas en el cuerpo de su novio eran cada vez más notorias, pues la sangre empezaba a extenderse y sabía que si no llegaba rápido a un hospital, lo perdería... Pero para cuando llegaran al hospital más cercano, sería demasiado tarde.

—Y-YoonGi— por fin pronunció con voz ronca y apagada.

—Aquí estoy amor... Aquí estoy...

—Déjame verte— susurró y YoonGi de inmediato quitó la máscara de su rostro. Jimin sonrió levemente y abrió los ojos lo más que pudo para poder ver la cara de su único y más grande amor, quien permaneció estático al notar que aquellos ojos azules tan hipnóticos, volvían a su tono original, como cuando Jeremy seguía vivo.

—¿Sabes que te amo?— cuestionó el mayor sin soltar a su pareja.

Jimin asintió.

—Y y-yo te amo.

—Eres muy fuerte amor... Eres muy fuerte— murmuró tratando de levantarlo, pero el quejido de Jimin le avisó que lo lastimaba y se detuvo.

—Ya no puedo— susurró sintiendo las lágrimas deslizarse hasta caer al suelo.— N-No siento mi cuerpo.

—Aún sigue dormido... Estuviste así por mucho tiempo amor.

Jimin negó y las lágrimas cayeron una tras otra.

—N-No— sollozó y YoonGi besó su frente con los labios temblorosos.

—Estarás bien amor.

—No mientas— apretó sus párpados y trató con todas sus fuerzas de levantar su brazo para tocar una vez más el rostro de YoonGi.

—No te miento... Estarás bien— murmuró apretando la mano que Jimin mantenía en su mejilla, sin embargo, pudo ver su otra mano llena de sangre.

La respiración del peli gris se volvió más lenta y cerró los ojos mientras sonreía y pensaba en la cantidad de veces que deseó morir... Ahora por fin se estaba haciendo realidad, pero la diferencia, es que ya no lo deseaba.

Su demonio lo estaba abandonando, su cuerpo estaba débil y las heridas que alguna vez se hizo en el pasado, empezaban a abrirse, como si hubieran esperado guardadas un largo tiempo para finalmente brotar como espinas en el tallo lastimado de aquella rosa casi marchita.

—¿Tienes miedo?— balbuceó Jimin sin abrir sus ojos.

—Lo tuve desde el momento en que entraste a mi vida... Tengo miedo de perderte amor.

Jimin dejó escapar un suspiro junto con una suave risa.

—Recuerdo la primera vez que te ví, de pie en el pasillo... No me tuviste miedo.

—No, no lo tuve.

—Esa mirada... Por favor YoonGi, dame esa mirada, esa que demuestra que no le temes a nada— sollozó.

—No puedo... No puedo hacer eso, porque en este momento estoy aterrado.

—No lo estés. Prométeme que vas a encontrar a mi hija... prométeme que le darás un hogar.

Y YoonGi no pudo decir nada ante tal petición, simplemente asintió con su cabeza mientras gimoteaba.

—No llores más. Recuerda que siempre vas a ser especial para mí.

—Y tú para mí, mi cielo.

—M-Me enseñaste a controlar mi poder.

—Si amor... Hicimos muchas cosas juntos.

Jimin amplió su sonrisa.

—Es una lástima que no pudiéramos seguir hasta el final de esa forma.

—Pero de qué hablas... Te vas a reponer y seguiremos adelante— sollozó con la voz completamente rota, sabiendo que aquello era una enorme mentira.

—Mentiroso.

El charco de sangre que le rodeaba era cada vez más grande. La sonrisa de Jimin permaneció débil en su rostro aún cuando su mano perdió completamente la fuerza y cayó a un costado.

YoonGi lo levantó un poco y lo apretó contra su cuerpo, viendo como la cabeza de su novio caía sin fuerza hacia atrás.

Los latidos de su corazón cesaron y el último suspiro abandonó su boca, tan sutil como un susurro.

El peli negro apretó sus ojos y dejó un beso en el pálido cuello de su amado, para después mirar aquella sonrisa imborrable, junto con su cabellera ahora negra. Y ante aquella imagen, un grito abandonó su boca y su cuerpo tembló de rabia, de tristeza, de impotencia.

Jimin se había ido.

Sus manos, completamente llenas de sangre al igual que su ropa, su corazón hecho trizas y las lágrimas dejando un recorrido por sus mejillas.

—Te amo, amor mío— tomó la máscara plateada y se la colocó de nuevo en el rostro.

Besó una última vez sus pálidos labios y se puso de pie con Jimin en brazos.

Su mirada se mantuvo al frente y en ése momento juró que no descansaria hasta tener a Isabella en sus brazos y a Seokjin muerto frente a sus ojos.

вajo la мáѕcara || уσσимιиDonde viven las historias. Descúbrelo ahora