「capíтυlo 13」

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La mirada de Jimin permaneció fija en aquellos ojos marrones que le observaban con atención. Y YoonGi quedó completamente fascinado por aquellos preciosos luceros azules que brillaban intensamente por la luz de la luna iluminándolos.

Se juró a si mismo que nunca antes había visto algo más hermoso que Jimin Ferrec.

Y se mantuvo quieto, sintiendo como su interior quemaba terriblemente, pero valía la pena soportar aquel dolor por ver el rostro completo de aquel precioso joven.

Jimin se veía como un verdadero ángel ante lo ojos del peli negro, así que acercó su mano al rostro del peli gris y lo acarició como si su piel fuera de porcelana, tan frágil, tan fina, tan pura, sintiendo la llama viva bajo su tacto. Sus iris empezaron a tornarse negras, su interior quemó aún con más fiereza, su corazón latió rápidamente y vió como los ojos de Jimin lentamente se tornaba negros.

Sus miradas conectadas, dos monstruos bajó el mismo hechizo, sus rostros llenándose de venas, sus frías pieles tratando de brindarse un calor inexistente. 

YoonGi tomó a Jimin de la cintura y lo atrajo hacia su cuerpo, abrazándolo fuertemente, ocultando su rostro de la mirada del peli gris.

—Yoon...

—Calla pequeño — pidió él tomando la mano del menor entre la suya. Cerró los ojos y aspiró el aroma que desprendía su acompañante, era tan fresco, tan elegante, tan exquisito.

Una sonrisa asomó por sus labios cuando sintió las pequeñas manos de Jimin aferrarse a su espalda.

—¿Te quedarás conmigo? — preguntó el peli gris susurrando en su oído, erizándole la piel.

Y YoonGi percibió la melodía que estaban creando sus corazones al latir al mismo tiempo. Acarició la cabellera del menor y en ese momento sus ojos se tornaron completamente negros. Inexplicablemente Jimin sintió tranquilidad y sus ojos volvieron a brillar con ese azul intenso que poseía originalmente.

—Siempre — respondió empezando a dar vueltas lentamente con él pegado a su cuerpo por toda la habitación, como si de un vals se tratase.

—Te condenarías.

—No me interesa.

—Estoy maldito.

—Entonces serás mi maldición... Mi más hermosa maldición.

Ambos siguieron danzando por la habitación con los ojos cerrados y una sonrisa en sus labios. Sus pies se movían en sintonía, como si realmente hubiese música sonando en la silenciosa habitación, como si los latidos de sus corazones hubieran creado una composición única que solamente les pertenecía a ellos.

Bailando bajó el velo de la noche adornada por estrellas brillando sólo para ellos dos. Una noche en donde no existía nada más.

—¿Qué somos? — preguntó Jimin sabiendo que YoonGi no era un muchacho común.

—Dos locos queriendo experimentar lo prohibido.

—¿Somos monstruos?

—Somos especiales.

Los cuentos de hadas no eran reales, los príncipes no llegaban en caballos blancos a rescatar a las princesas ocultas en una torre. Min YoonGi era el hombre que había llegado a controlar a la bestia, viendo que a través de esa mirada, la locura se asomaba claramente, pero ¿No decían que la locura y el amor van siempre de la mano? Tal vez si estaba loco por querer aguantar el dolor sólo para poder tener al chico enmascarado junto a él.

Jimin se alejó lentamente y volvió a colocarse la máscara en su rostro, los ojos de YoonGi habían vuelto a la normalidad y juntos, sin pronunciar más palabras se recostaron frente a frente sobre la cama, dejándose envolver lentamente por los brazos de Morfeo.

Y para cuando el sol iluminó la mansión, Jimin había desaparecido de la habitación, así que cuando YoonGi que quizá había sido un sueño, un precioso sueño donde sus deseos fueron cumplidos.

Se movió un poco y entonces aquel delicioso aroma inundó sus fosas nasales, tomó la almohada a su lado aspirando aquella fragancia y supo que no fue un sueño, Jimin había estado con él durante la noche.

Sonrió y se levantó para mirar por la ventana, pero su sonrisa se desvaneció al notar que tras las rejas de la casa, una persona encapuchada lo observaba.

[...]

El desayuno estaba ya listo, Jimin bajó con una gran sonrisa sorprendiendo a sus padres cuando besó sus mejillas en forma de saludó, algo que no había hecho en mucho tiempo.

—Hijo, que sorpresa verte de tan buen humor.

—Bueno, estoy feliz padre — confesó el menor mirando a YoonGi que entraba al comedor con los platos en una charola de metal.

El peli negro le dirigió la mirada y sonrió, pero a pesar de que ver a Jimin le había hecho sentir feliz, algo en su interior lo tenía intranquilo.

—Me alegra escuchar eso — respondió Louis.

—¿Ya sabes lo que te pondrás para la fiesta? — preguntó Amélie a su hijo.

—¿Fiesta?

—¿Aún no te lo dice tu padre? — Jimin negó — Oh vaya. Haremos una fiesta para celebrar el aniversario de la empresa, todavía no lo organizamos, pero será pronto.

El peli gris asintió y entonces una idea vino a su mente.

—¿Por qué no hacer un baile de máscaras? — preguntó jugando con los cubiertos.

Quizá así no se sentiría tan extraño entre toda esa gente como en reuniones pasadas. Sin embargo no recibía una respuesta, por lo que creyó que sus padres no aceptarían, hasta que Louis y Amélie se miraron entre si mientras una sonrisa aparecía en sus labios.

—Me encanta la idea — habló la mujer.

—Creo que sería interesante.

—Entonces ya está decidido, tendremos un baile de máscaras — afirmó la mujer—. Tú también deberás usar una Yoon.

El peli negro asintió con la cabeza sonriendo suavemente, y aquel mal presentimiento sólo se hizo más grande tras aquella noticia.

вajo la мáѕcara || уσσимιиDonde viven las historias. Descúbrelo ahora