3°- "La dulzura del sexo"

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"Juguemos, Adrien"

"Juguemos, Marinette"

Un trato que puede cambiarlo todo. Es impresionante como un simple apretón de manos puede cambiar todo el destino. Simplemente impresionante.

— sube— le dijo abriéndole la puerta del auto cómo todo un caballero. La de cabellos obscuros entró con delicadeza, como toda una dama, aunque en la cama la caballerosidad se quedá atrás.

Adrien se subió al lujoso auto y comenzó a conducir. Iban a la mansión del rubio, pasar una buena tarde o una buena noche. Él se encargaría de hacerle sentir el mejor sexo en toda la vida a aquella chica.

🔥🔥🔥

Se estacionaron y como buen caballero le abrió la puerta y ofreció su mano para que la doncella saliera. Ella gustosa aceptó eso.

Entraron en la mansión y pasaron directamente al cuarto del rubio.

Era grande, espacioso, tenía pequeños detalles en el candelabro, una cama grande y suave. Podría jurar que la lana con la que estaban hechas las sábanas, las cobijas, las almohadas y las cortinas era de la oveja más cara y lujosa, todo tenía finos bordados dorados, detalles que hacen las cosas mejores.

El oji-verde se sentó en uno de los sillones de la mini-sala que tenía en su misma habitación. La azabache imitó la acción del contrario y se sentó en el otro sillón.

El hombre de 23 años le ofreció una copa de champage, ella aceptó y recibió con gusto el buen gesto del mayor.

Se sentía tan extraño. Marinette esperaba llegar y que él ya estuviera manoseándola y besándola, pero no, parecía como si se tomara el tiempo de vivir y sentir la experiencia. Extraño para la chica, demasiado extraño.

Ambos chocaron sus copas, una con la otra, provocando un tentador sonido, tan agudo y tan seductor. Bebieron un sorbo del licor que tenían en sus manos y disfrutaron del sabor de este en sus papilas gustativas, tan dulce y tan amargo en el fondo de sus gargantas. Una combinación algo excitante y exquisita.

El modelo retiró su corbáta y la tiró por algún lado de la habitación. Ambos habían terminado sus copas de champage, lo bueno no puede durar mucho.

El hombre se acercó a Marinette por la espalda y tocó suavemente sus hombros, la hora ha llegado. Deslizaba con delicadeza sus dedos sobre la tersa piel de la muchacha, como si se tratara de una porcelana china, bastante costosas y delicadas. Aunque la chica tenía descendencia asiática así que era una comparación bastante asertiva.

Dejó delicados besos en su cuello, no estaba siendo brusco, pero se sentía la tentación. Él no era como esos viejos molestos que desean todo de una vez, él va poco a poco y saboreándo cada lugar dónde deja aquellas marcas.

El chico la levantó y la llevó cargada como una damicela a su cama, y la depositó allí con suavidad.

Él estaba siendo tan delicado que Marinette comenzaba a pensar que talvez tenía disfunción eréctil, pero no, en su pantalón ya estaba creciendo un pequeño bulto, aún no estaba totalmente despierto su "amigo". El rubio siguió con sus suaves besos, que pronto pasaron a ser lamidas y después a leves mordiscos. Mordió su cuello, sus hombros, sus clavículas, el lóbulo de sus orejas, todo donde pudiera, ¿y por qué no? Los labios.

Retiró el vestuario de la muchacha como si fuera una muñeca, y lo arrojó al suelo. Pasó sus manos sobre los pechos de la oji-azul rozando el pezón de esta. Cosa que le provocó un pequeño suspiro a la chica. El mayor se percató de que estaba excitada, sus pezones estaban erectos y duros, así que con su dedo pulgar hizó presión y después comenzó a pellizcarlos con algo de rudeza pero sin ser brusco.

Se sentía bien, absolutamente bien. ¿Esto puede ser riesgoso? Sí, pero valía toda la pena.

Llevándose uno de los pezones de la muchacha de su boca, comenzó a morderlos. ¿Hace cuánto no se sentía excitanción de esa manera? Sus senos nunca se sintieron tan bien.

El rubio deslizó sus manos por el cuerpo de la chica, pasando por su abdomén, cintura y caderas. Llegando finalmente al lugar de la verdadera fiesta. Separó las piernas de la femenina y acarició sus muslos, tenía que apresurarse, el bulto que se encontraba entre sus piernas no resistiría mucho más.

Observó con detenimiento la entrada de la chica, esta ya estaba comenzando a escurrir el lubricante natural de la misma. Era una verdadera suerte, el hombre no tenía lubricante en su hogar.

Introdujo un dedo, él perfectamente podría meterle su miembro de una vez, lo hacía más por curiosidad que por otra cosa. Quería hacer todo esta vez él, así le enseñaría a la azabache lo que era el verdadero placer.

Comenzó a mover su dedo lentamente, moviéndolo en círculos dentro de la chica, el dedo índice tocaba las paredes vaginales provocándole una descarga electrica que pasaba por toda la espinar dorsal a la oji-azul.

No podía, ya no podía más, tenía que meterlo ahora, necesitaba descargarse. El modelo se quitó su ropa restante. Y llegó el momento más esprado...

<<De seguro le mide cinco centímetros. Bueno, Marinette, se acabó la calentura>>

Pensó Marinette. Mentalmente se estaba preparando para vestirse, arreglarse y llegar a su apartamento a masturbarse.

El oji-verde bajó su boxér y lo arrojó. Los ojos de la Marinette no podían estár más abiertos como ahora. Era grande y grueso, de cierta forma le asustaba que eso estuviera, en poco tiempo, dentro suyo. Pero al mismo tiempo, le emocionaba.

— qué maravilloso "amigo", Adrien— dijo con picardía la azabache y sonrió ladinamente.

— mi "amigo" te hará gritar— comentó en el mismo tono  de la chica.

El oji-verde se acomodó en la entrada de la menor y comenzó a ingresar dentro de ella. Marinette hacía gestos de dolor, ya había pasado tanto tiempo teniendo sexo con penes pequeños que se acostumbró a ello.

— m-me duele— expresó jadeando.

Adrien no se contuvo, tenía que hacerlo de una vez, tenía que follársela ya. Comenzó con embestidas no muy suaves.

— A-AH, Adrien— gimió la chica. El rubio estaba feliz, ver ese rostro de placer le hacía sentir orgulloso de sí mismo.

El modelo se estaba aburriendo de darle más o menos suave, entonces comenzó a darle fuertes penetraciones. La oji-azul gritaba de placer, era una suerte que nadie estuviera en la mansión más que ellos dos.

— ¡AH!— gimoteó fuerte, él había tocado su punto G, estaba a punto de llegar al clímax.

— ¡ADRIEN!— gritó con desesperación y clavó sus uñas en la espalda del contrario, estaba comenzando a rasguñarlo hasta finalmente venirse. ¿Hace cuánto no tenía un orgasmo?

La chica trataba de recuperar el aire, respiraba fuertemente. Mientras tanto, Adrien aún no había acabado.

<<¡¿pero qué demonios?! ¡¿Por qué aún no termina?! ¡¿Acaso él no es precoz?!>>

Pensó la chica aturdida. Él, Adrien era totalmente distinto a lo qué ella estaba acostumbrada. Pareciera como si él se tomara el tiempo de acariciarla, de hacerla sentir bien. Le gustaba como la tocaba, como la acariciaba, como la consumía.

Minutos después el masculino finalmente se corrió, sacó su miembro y observó como de la entrada de su contraria escurría un líquido espeso blanco. La azabache respiraba profundo y estaba sonrojada. A los ojos del hombre rubio, una imagen bastante excitante.

<<Marinette, eres tan dulce. Solo haces que me quiera empalagar en tu cuerpo>>

¡Hola! Finalmente lemon, esta historia va muy bien, gracias a todos ustedes por leer. Si les gustó el capitulo regálenme una estrellita que saben que me ayuda mucho. Se despide dilunar. Besito (*3*)

||+18|| Sexo = Dinero -AU-AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora