Capítulo 11

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- ¡Tony, por favor deja eso!

- ¡Tony tus calzones de anciano Rogers! – el castaño le lanzó una llave inglesa que el rubio esquivo por poco - ¡¿desde cuando me engañas con esa perra?!, ¡habla maldito infiel!

Ahora lanzó una llave Stillson, Tony estaba descontrolado lanzándole a Steve lo que encontraba en su caja de herramientas.

Hacía casi media hora que un castaño embarazado y furioso había llegado a su casa y lo primero que hizo fue llamar a su armadura para matar a su marido, pero Jarvis sabiamente las había mantenido bajo llave y alejadas de su padre.

Por lo que aún más furioso que antes, bajó a su taller para coger algún objeto lo suficientemente bueno para acabar con aquel puto infiel, aunque eso conlleve a quedarse viudo y dejar a su bebé sin padre.

- Cariño, ¡te digo que no tengo nada con ella! – grito Steve esquivando un alicate y dos destornilladores eléctricos.

- ¡¿Ah no?! ¡¿Y por que mierda me dijo que tenia una relación contigo!? – le lanzo el gato hidráulico.

Steve se hizo a un lado, sabía que su marido era muy celoso, pero las hormonas del embarazo estaban duplicando por mil  aquel sentimiento y lo estaba volviendo realmente peligroso.

Cuando Tony fue a por un aro de una de las ruedas que le había cambiado recientemente a su auto, Steve tuvo que actuar, como pudo, tomó a Tony desde atrás por la cintura y lo cargó sin darle tiempo a reaccionar, luego lo empujó contra la mesa más cercana - con cuidado de no golpear su abdomen ni vientre -  sujetó con una mano las muñecas de su esposo a la espalda mientras metía una pierna entre sus muslos.

- ¡Suéltame de una puta vez Rogers!

- Tu decides Stark, si sigues aventándome cosas, o… - Steve restregó su enorme erección contra sus nalgas- te la meto hasta el fondo y te cojo como Dios manda y una vez saciados los dos, hablamos como personas civilizadas.

No lo iba a negar, estaba que se moría por cogerse a su marido duro y rápido, todo ese numerito que el castaño había montado, francamente había disparado su libido a niveles espaciales.

Las hormonas del embarazo escogieron ese momento preciso para hacer su aparición, a Tony realmente lo excitaba cuando Steve se ponía en plan dominante y le hablaba sucio, no ayudaba mucho el hecho que desde hacía un par de semanas se le había despertado un apetito sexual voraz que solo su hombre podía saciar.

- Cógeme, maldita sea Steve ¡hazlo ya!

Sin soltar sus manos, el mencionado como pudo le bajó los pantalones y el bóxer al castaño, le separo las piernas mientras se bajaba sus propios pantalones de deporte, dejando libre su miembro. Se preparó lo justo y necesario, alineó su miembro con aquella chorreante y preparada entrada y lo penetro de una sola vez comenzando a moverse al instante con fuerza.

- ¡Oh sí!, ¡si Steve, así!

El castaño gritaba como nunca, sintiéndose por fin libre mientras Steve gemía fuerte por el esfuerzo. Adoraba cuando su amado esposo se ponía celoso, temblaba de excitación cada vez que sucedía y las ganas de tomarlo se hacían imposibles de aguantar.

- Vamos Stark, dámelo de una vez, ¡dámelo todo!

Rugió mientras aumentaba el ritmo, un par de estocadas más y ambos se estaban viniendo  a lo bestia. Cuando la vorágine sexual terminó, Steve se deslizó al suelo junto a su precioso gatito furioso, acomodándolo en su regazo.

- Escúchame bien Anthony, jamás y cuando digo jamás, es porque jamás haría esto – lo apretó contra su cuerpo, empujando su miembro que aún continuaba erecto y bien enterrado en el castaño- con nadie más que no seas tú, jamás haría nada para lastimarte. Tu eres mi vida entera.

- ¿Entonces, por qué ella dijo que tenía una relación contigo? – Tony se acurrucó más al pecho de su esposo.

- Sinceramente no lo sé, lo que pasó entre nosotros fue muchísimo antes de que decidiera cortejarte oficialmente y el día que hable con ella, le deje muy en claro que no estaba disponible, es más, le dije que estaba felizmente casado y hasta le mostré mi anillo.

Tony giró un poco la cabeza para mirar a su marido por encima de su hombro.

- ¿Le dijiste que te habías casado conmigo?

- No, pero le dije que estaba casado con un doncel hermoso, así que, ella no tenía ninguna oportunidad ni aunque se lo pusiera de meta.

¡Esa perra!

- Entonces, debió suponer que quizá ese doncel hermoso debía ser yo y la muy puta solo quiso molestarme. Ahora si que se volvió realmente loca.

- ¿A que te refieres con que quiso molestarte?

- Una vieja historia que te contaré después y no - Su marido lo miro con sospecha - no es lo que crees, ella y yo nos conocemos desde la infancia y siempre le gustó molestarme por ser el centro de atención de todo el mundo.

Steve frunció el ceño, no se sorprendía de que hayan envidiado a su gatito embarazado debido a ser quien era, si tan solo supieran lo que había padecido desde muy corta edad, quizá lo hubieran tratado de forma menos hostil.

- Llamaré ya mismo a la base y hablaré con ella, esto no se va a quedar así. Nadie molestara a mi esposo y menos si lleva a nuestro hijo en su vientre.

Tony sonrió y se volteo lo suficiente para depositar un beso en su mejilla.

- Está loca por ti.

- Y yo estoy loco por ti, a mí no me importa nadie más que tú y nuestro bebé- acarició tiernamente el abdomen aún plano de Tony con mucha ternura. Cosa que hacia a cada oportunidad que tenía.

Steve le dio un beso tierno mientras su gatito se abría de piernas y se inclinaba hacia delante, desasiéndose  de la parte superior del traje. Una vez listo, puso sus palmas de las manos abiertas en el suelo a modo de apoyo, mostrándole su espalda desnuda y parte de su trasero a su marido.

- ¿Así que estas loco por mí?- Tony giró su rostro y lo miro ardientemente por encima de su hombro, haciendo sonrojar a su marido por tan erótico espectáculo - pues déjame darte un motivo para que pierdas del todo la cordura.

Sin más, el castaño levantó sus caderas, sacando de su interior poco a poco el miembro aún erecto de Steve, para luego caer con fuerza arrancándole un gemido agónico mientras él se mordía el labio inferior por el placer inmenso que le daba aquel pedazo de carne tan duro y ardiente.

Y tal como lo prometió, le hizo perder totalmente la poca cordura que le quedaba al icono de América

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