–Viniste– vi cómo se acercó hacia mi, con pasos lentos.
Pronto comencé a sentir miedo.
–Eres más caliente teniéndote de cerca.–
Su voz era ronca y suave.
Mis ojos bajaron inmediatamente al piso, no quería mirarlo. Tenía miedo.
Estaba tan cerca de mi que podía escuchar su respiración, densa y pesada.