Mi vida en el colegio Maxwell era la mejor que jamás imaginé. A mis 14 años tenía un muy buen cuerpo, era bastante alta, medía 1,60m.
Era conocida por ser la pareja de Nathaniel, el era poco más alto que yo, cabello castaño, ojos miel, es tan lindo, además tenía una hermosa personalidad, era el príncipe azul que todas querían tener. Llegó hace poco tiempo, vino de otra ciudad, pero raramente se ganó un lugar en el grupo de los populares. No se que vió en mi, ya que antes de estar con el, yo no era nadie, solo lo conocí y ya sabes, de conocidos a amigos, y de amigos a novios.
Al formar parte de los populares teníamos fiestas todo el tiempo, casi todos los sábados y siempre llegabámos juntos, abrazados o tomados de la mano, no se como lo verían los demás pero para mí nos veíamos tan enamorados...
Se preguntarán, ¿Dónde están mis padres? Ellos se fueron del país cuando nací, abandonándome al cuidado de mi tía, Anastacia Romanoff. Ella trabaja todo el día en un bufett de abogados, nunca se preocupa por mí. Aún así no soy una desagradecida, se que ella, cuando se vió con una bebé a cargo se mudó a la antigua casa de mis padres, vendió su casa y dejó su vida para cuidarme a mi, sin saber muy bien porque su hermana (mi madre) se iba así sin más. Vivíamos entonces en esa casa que a mi gusto es bastante pequeña, consta de un baño, cocina comedor y un estar en el piso de abajo y dos habitaciones con baño en cada una de las mismas en el piso de arriba. Nathaniel solía visitarme en casa a veces, o pasaba con sus padres a buscarme para ir a alguna fiesta (su padre nos llevaba, porque el tenía la misma edad que yo, era pequeño para conducir)
Pero un día él no pasó por mi para la fiesta, ese día que cambió mi vida.