Abrí los ojos con dificultad, me encontraba en un lugar muy iluminada, no demoré en notar que era una sala de hospital
- Cariño, te encuentras bien? - dijo mi tía tomando mi mano al verme despertar
- Claro que sí, que hacemos acá? - pregunté enojada
- Te desmayaste Mar, solo querí ayudar - dijo Nicolás apenado
- No necesito ayuda, estoy bien, podemos irnos? - dije sentándome
- Podrás irte luego de comer - contestó el doctor apoyado en el marco de la puerta
Nadie le contestó, mi tía salió cerrando la puerta tras de sí.
- Soy nutricionista y me encargaré de tu caso - dijo mirándome
- Que caso, yo no tengo ningún problema
- Segura que no tienes nada? Quiero que ver tu peso entonces.
Me paré insegura, sinceramente no se si quería saber mi peso. Subí a la balanza y me sorprendí, sonreí satisfecha hasta que noté la cara de desaprobación del doctor
- Enserio crees que está bien pesar 38 kg? - inquirió dudoso
- No está bien? - dije nerviosa
- Es muy malo, y no soy yo el que pude ayudarte - dijo llamando a una enfermera
- Si doctor, que sucede? - preguntó la joven desde la puerta
- Llame a la licenciada Rouseff, la joven debe hablar con ella
Minutos después aparació en la puerta una mujer de unos 30 años aproximadamente, cabello lacio rojizo por la mitad de la espalda y unos grandes ojos verdes que inspiraban confianza.
- Hola Martina, me llamo Camille y soy psicóloga, tenemos cosas de las que hablar no crees? - inquirió sonriente
- No se porque todos quieren hablar conmigo, no me pasa nada - contesté defendiéndome
- Lo primero de lo que podemos hablar es tu peso, sabes que tienes una enfermedad?
- Por favor, estoy perfecta - contesté sabiendo que no era así
- Cariño, para empezar tienes bulimia - pausó - para seguir tienes serios problemas de autoestima, habla conmigo, puedo ayudarte, si lo deseas.
- Estoy bien, no necesito ayuda - sonreí falsamente
- Por hoy te dejaré tranquila, pero tenemos una cita mañana en la tarde, no puedes faltar pues tu tía ya está avisada - dijo saliendo de la habitación
- Ya vámonos a casa - dijo mi tía tomando mi mano, sacándome de aquel lugar
(...)
Estaba fuera de casa y me encontraba despidiéndome de los chicos. Ya todos estaban en los autos, solo quedaba Nicolás abrazándome afectuosamente
- Lo siento linda, no se como no lo noté antes. Sabes que te cuidaré, te lo prometí - susurró en mi oído - adiós, vendré a buscarte para la consulta si quieres.
- Tu también lo sabías - bufé enojada
- Así es, quería asegurarse de que no faltes - pausó - me voy que están esperándome - dijo besándome
Lo despedí con la mano mientras veía que doblaban la esquina. Entré a casa y me encontré con mi tía sentada en el sofá. En cuanto escuchó la puerta cerrarse corrió hacia mí dándome un fuerte abrazo
- Ve a dormir, luego hablamos
Entré a mi habitación cerrando la puerta tras de mí, dejándome caer detrás de ella hasta sentarse en el suelo. Tomé mi cara entre mis manos intentando calmarme, estaba perdida. Fuí al baño y expulsé todo lo que el maldito doctor me había hecho ingerir. Me despojé de toda mi ropa, tomé el cutter e ingresé a la ducha. Comenzé a deslizarlo sobre mis muñecas, ví la sangre salir y sentí esa paz que tanto necesitaba. Lavé mi cabello luego de comprobar que ya no sangraba, dejé el agua caer sobre mi cuerpo calmándome completamente, olvidando lo sucedido, no había sido nada cómodo estar en un hospital vestida de fiesta con todo y tacones. Cuando estuve lista salí, sequé mi cuerpo, me coloqué una remera olgada y ropa interior, trenzé mi cabello, luego curé y vendé mis heridas. Al no sentir movimiento en el piso de abajo salí sigilosamente hacia la cocina, intentando conseguir un energizante. Volví a mi habitación en silencio, lo bebí de un sorbo y miré el despertador, demonios eras las cinco de la mañana. Le puse el seguro a mi puerta y me dediqué a dormir.
(...)
Me desperté escuchando a mi tía llamando a la puerta
- Cariño despierta, tienes hora y media antes de la consulta, en tu lugar me iría levantando
- Gracias por la sugerencia - dije lanzando una almohada a la puerta
Observé la hora, eran las tres de la tarde, genial había dormido como un auténtico cerdo. Me levanté de la cama, puse a calentar la plancha de cabello mientras iba a baño. Al cabo de media hora luego de conseguir un lacio perfeto fuí en búsqueda de mis maquillajes. Al terminar me dirigí al armario, parecía que hacía calor así que opté por un short de jean, una blusa roja que dejaba mi ombligo al descubierto, una chaqueta de cuero negra para tapar mis heridas y converse negros. Iba a ver mi teléfono y recordé que no lo veía hace tiempo. Bajé a una gran velocidad las escaleras para encontrarme a mi tía pronta para almorzar
- Hola pequeña, ven a almorzar conmigo
- Hola tía, has visto mi bolso? - dije besando su mejilla, sentándome a la mesa
- Ah sí, este chico Nicolás me lo dió, creo que lo dejé en el sofá - dijo desentendida - hice milanesas, tus favoritas
- Oh gracias - dije tratando de sonar feliz
Expulsaría eso luego, ni que creyera que me quedaré con eso dentro de mí. Estaba cepillándome los dientes cuando sentí la campana de la puerta principal. Fuí corriendo y le abrí
- Hola linda - dijo besando suavemente mis labios
- Hola lindo - dije apoyada en su pecho mientras lo abrazaba
- Vamos? - consultó
- Vamos - dije tomando mi bolso que se hallaba donde había dicha mi tía
Así caminamos las cuadras que nos separaban del hospital jugando, riendo, tomados de la mano. Llegamos al consulturio de la psicóloga, el me esperó fuera
- Buenas tardes cariño, te escucho - dijo la licenciada
Así empecé, le conté que no conocí a mis padres, que no tenía relación con mi tía, le conté que no tenía amigos y siempre estaba sola hasta que conocí a Nath, le conté cuando fuí popular, las fiestas. Le conté como terminamos con Nath, como me avergonzó frente a todos, le conté que volví a clase y lo ví trabajando con Melody, que ella me insultó, le conté cuando empecé a fumar, solo sabía llorar pero exploté cuando le dije que nadie había ido a mi fiesta de 15. Respetó mi silencio, me dejó lavarme la cara e irme, ya que no podía soportar más, tendría que venir nuevamente el sábado siguiente. Cuando me sentí mejor salí a su encuentro
- Que tal estuvo linda? - inquirió curioso
- Muy bien, que puedo decir, me acompañas a casa? - pregunté
- No, iremos al centro comercial pero tranquila que tu tía ya sabe, queremos sacarte con los chicos para que pases un buen momento, que dices?
- Que me gusta - dije tomando su mano sonriente
(...)
Los chicos habían entrado a una tienda y noté que no era muy buena idea quedarme sola con mis amigas
- Enserio crees que no puedes confiar en nosotras? - consultó Belén
- No sabemos bien cual es tu pasado, pero queremos entenderte - habló Paola
- Somos amigas, o no? - preguntó Micaela
- No entiendo de que hablan - contesté riendo
- Pues tuvimos que urgar en tu bolso, entonces...