Capítulo 5 - Un nuevo comienzo

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Después de tanto hablar con mi tía decidimos que lo mejor sería cambiarme de colegio. Seguiría viviendo en la misma ciudad, pero ahora estudiaría en el colegio Gulliver, a unos kilómetros de mi hogar.

Estábamos a fines de febrero, debía ir a comprar mis útiles, no quería salir de casa pero tuve que hacerlo, por primera vez en tres meses. Tampoco quería ir sola pero que podrías hacer? Demonios.

Tomé una ducha, al salir me coloqué un short de jean mis vans rojas y una blusa haciendo juego con mis zapatillas. Me detuve a observar mis muñecas, debía tapar eso. Tomé una chaqueta, sabía que sentiría calor pero no me interesaba, no podía dejar ver mi vulnerabilidad.

Cepillé mi cabello y salí de casa. Cuando llegué no me despegué de mi teléfono ni de mis audífonos en nigún momento, eran mi companía.

Compré los cuadernos que necesitaba, compré los lapices, un bolso, más maquillajes, un secador de cabello y también compré algo de ropa (Me compré otras vans, con caña un poco más alta, dos pares más de convers, me compré varios jeans, más sudaderas, chaquetas de jean, camperas, en fin, para cubrir mis muñecas).

Por último decidí pasar por la peluquería, quería cambiar todo de mí. Le dije a la peluquera que deseaba cortar mi cabello hasta la altura de mis hombros, también usaría tinte rubio, como último y más grande cambio.

Salí irreconocible del centro comercial y esa era mi idea, ser otra persona. Cuando llegué a casa mi tía estaba allí

-Mar, que has hecho?-Preguntó observando todas las bolsas que llevaba y observando además mi cabello

-Cambiar tía, lo necesitaba- Dijo mirando hacia el sulo

- Mírame- ordenó- Eres tan bella... Disculpa que no pueda darte la atención que deseo, quiero que confíes en mi, lo que sucedió me hizo notar que necesitas de alguien- hizo una pausa, suspirando- Lo siento sí? Nunca supe ser una madre pero te quiero, te quiero mucho mi niña- acabó fundiéndonos en un abrazo

No esperaba algo así, pero creo que esto era el principio del cambio: Tenía una amiga. Definitivamente no le contaría a mi tía acerca de mis heridas, y si mejor no confío en nadie? Así nadie me lastimará.

Me alejé de ella y sin contestarle subí a mi dormitorio, tenía muchas cosas que arreglar. Ordené el armario, quité de el algunas prendas que solo usaba cuando era popular, creo que ya no las necesitaría. 

Mañana sería mi primer día de clase, en aquel lugar lejano. No conocía a nadie, que haría allí? Al menos podría empezar de nuevo, sin fingir, sin problemas, solo yo.

Debía levantarme temprano, por lo tanto decidí bañarme, colocarme el pijama y dormir. 

(...)

La alarma de mi teléfono sonó, indicándome que eran las 6 de la mañana. Me levanté, fuí al baño, hice lo que necesitaba y salí hacia mi habítación. Quité el secador de la caja, lo encendí y comencé a secar mi cabello. Luego lo planché, dejándolo perfecto. Me acerqué a mi escritorio, busqué entre mis maquillajes, me apliqué un poco de base, máscara para pestañas (resaltando mis ojos verdes) lo necesario.

Noté que aún seguía de pijama, por lo que me dirigí a mi armario. Después de probarme muchas cosas opté por ponerme un jean azul clásico, con mis nuevas vans, una blusa blanca con un símbolo de paz en medio (la necesitaba) y por último una chaqueta de jean, haciendo juego.

Me dirigí a la cocina, allí estaba mi tía colocándole azúcar a su café

-Buenos días- Me dijo

-Buenos días tía- Dije tomando una manzana

Volví a mi habitación, coloqué un par de cuadernos dentro del bolso y salí, despidiéndome con la mano mientras desaparecía por la puerta principal.

Un hermoso sol me recibió fuera, seguro hubo muchos días en los que brilló como nunca, pero no pude apreciarlo. Ya en la parada del autobús me encontré con mis antiguos amigos y compañeros (el autobús no era escolar, cargaba gente en cada parada, tenía como destino el barrio en el que se encontraba el nuevo colegio).

Me senté en el fondo en el fondo del autobús, observando por la ventana el paisaje que vería todos los días, desde hoy hasta los últimos días del mes de noviembre.

Sin prestar mucha atención a mi antiguo colegio y a mis antiguos amigos, escuchando música llegué a mi nuevo colegio. 

Era bastante amplio, constaba de tres pisos repletos de salones y al parecer, había mucha gente. Fijándome en las listas de los grupos que se encontraban en la puerta, noté que tendría clase en el salón 25, del piso 3. N o me preocupe mucho en ver los nombres de mis nuevos compañeros, al fin y al cabo no conocía a nadie.

Cuando entré al aula habían unas pocas personas, me senté al frente, al lado de la ventana, que tenía una hermosa vista hacia un lago. La campana sonó y entraron muchos jóvenes de mi edad, algunos se abrazaban, otros chocaban puños, otros conversaban. Todos se sentaron cuando se oyó llegar a la que sería nuestra profesora de leyes.

Una chica se sentó a mi lado, al parecer quería hablarme

-Hola, dijo sonriente- Soy Micaela Lemos

-Martina Blackwell- le contesté

-Así que, seremos compañeras todo el año- dijo sacando tema de conversación- de donde vienes?

-Ah, del colegio Maxwell- contesté

Así seguimos hablando durante las horas de clases restantes, hasta que llego la hora de retirarnos a nuestras respectivas casas...

Críticas al corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora