Joel suspiró antes de entrar a la habitación. No quería pelear pero si había que pasar por todos los gritos de Erick antes del perdón entonces pasaría todo aquello solo para recibirlo.
Al entrar observó que el pelinegro estaba de espaldas solo son una camisa larga.
Una sonrisa apareció en los labios de Joel. Él conocía muy buen aquella camisa, era suya, su favorita para ser exactos.
- para estar enojado conmigo pareces que me extrañas mucho- el rizado caminó para cortar toda distancia entre ellos.
Erick dio un brinco del susto y volteó para mirar a Joel con una sonrisa burlona.
- revisé tu closet y vi esta camisa me gustó y la agarré pero eso no significa que te extraño
Joel se sentó en la cama y miró sin disimular como las mejillas de Erick estaban con cierto rubor y como el pelinegro mordía su labio inferior
- no me extrañas- aseguró el rizado- bueno iré con una persona que si lo haga- se levantó de la cama y empezó a caminar hacia la salida. Estaba a punto de abrir la puerta cuando la voz de Erick se hizo oír.
- espera- Joel sonrió y se giró para mirar al pelinegro con el ceño ligeramente fruncido
- dime Erick
- ¿con quién vas? ¿Qué niño ha sido tan perro como para ofrecerte su trasero?
Joel ladeó su cabeza divertido y chasqueo su lengua antes de hablar
- tu amigo, Yoandri- hizo un puchero y movió su pie para parecer nervioso
Joel sonrió cuando escuchó un bufido salir de la boca del ojiverde. Sintió un mano en su brazo y apretamiento ligero
- tú no vas con esa perra- Erick susurró- ahg como lo odio, siempre anda de resbaloso con todo el mundo
Joel miró a Erick a los ojos quien los tenía bajos a causa del coraje
- mirame- la voz del rizado salió ronca por alguna razón- no tengo porque ir con nadie teniéndote a ti pero Erick quiero que me escuches- Erick asintió y al fin levantó la mirada encontrándose con la mirada del rizado quien lo miraba con lujuria- yo lamento haberte tratado así, no te lo mereces y fui un idiota porque soy miserable cuando no te tengo, me he vuelto una mierda sin ti y... Solo... No quiero perderte- se escuchó un suspiro en la silenciosa habitación.
Erick no dijo nada, tal vez era una oportunidad. Pero la moneda llamada "oportunidad" tenía dos caras. Una, tomarla y tratar de ser feliz mientras esté en este lugar sin importar que le pueda pasar a Joel. O dos, dejar que Joel sea libre sin que nada malo le pasase.
Joel no merecía sufrir por él. No lo merecía y si le iba a decir que no debía explicarle porque, así que se dio la vuelta y caminó hacia la cama. El rizado observó sus movimientos y le siguió, ahora era tiempo de hablar.
- ¿en serio quieres que esto funcione?- habló Erick con un nudo en la garganta. Joel asintió y acarició el cabello del pelinegro- bien, creo que debes saber algo importante sobre mi, yo... Yo no soy inocente, yo estoy aquí porque soy culpable Joel, papá me lo dijo, soy culpable.
Joel frunció el ceño pero siguió escuchando lo que el pelinegro tenía que decirle.
- yo he sido culpable desde que cumplí seis años, mi nana, Martha, ella me cuidaba todos los días, un día yo pintaba después de haber llegado de la escuela- el pelinegro se detuvo un segundo para poder respirar, Joel juntó sus manos para así darle fuerza- yo pintaba un pequeño girasol que había hecho con tanto esfuerzo, ella apareció por la puerta que daba al patio que era donde yo estaba, con unas galletas y muy sonriente dejó un beso en mi mejilla y me ofreció las galletas, yo había agarrado una cuando oí un disparo levanté mi vista hacia mi nana y ella me miró como asustada, luego bajé la vista a mi dibujo y había sangre en él, mi nana cayó al suelo y yo grité asustado. No recuerdo nada más... Después desperté en un hospital.
Joel asintió y trató de abrazar al pelinegro pero este negó y siguió hablando.
- cuando salí del hospital mi padre me presentó a un señor, era mi nuevo guardaespaldas, él supuestamente me iba a proteger pero cuando volvieron a atacarme me dispararon en una costilla y mataron al guardia y a... Mi tía... La única persona que me entendía- Erick sollozó, Joel pasó su brazo por su cintura y lo abrazó, el pelinegro hipió- no quiero que a ti también te pase lo mismo, mi padre dijo que todas esas muertes eran mi culpa... Yo no quiero que también... Tú... Yo no quiero- Joel trató de calmarlo pero fue imposible Erick estaba llorando demasiado.
Todo era culpa de su padre. Le había hecho creer cosas al pelinegro que no eran ciertas y Joel lo sabía.
Erick no era culpable de nada.