Joel no había salido del la habitación por dos días desde que Erick lo había dejado.
No quería comer, no quería ver a nadie. Solo había visto como el pelinegro había salido estás dos ultimas noches y volvía hasta tarde con olor a alcohol y a perfume de mujer.
Se levantó de la cama y caminó con pereza hacia el baño.
Escuchó un toque en la puerta pero no le hizo caso. Siguió haciendo sus cosas. Al salir vio al chico alto sentado en la cama del pelinegro
- sal de allí, no te sientes en la cama de mi...- se detuvo al ver que iba a decir algo incorrecto.
- ¿de tú qué?- Zabdiel rió- ¿No qué ya nada de nada?- se burló del rizado
- solo levántate- gruñó. El rizado jaló la mano del más alto haciendo así que sus pies se enredaran logrando así que ambos cayeran al suelo
- mierda Joel- sonó molesto el más alto- ¡¿no te podías esperar un poco?! Maldicion creo que me quebré la pierna
- No te quejes si no haces caso, maldito loco, quieres que Erick venga y diga que yo estuve allí, ¡¿quieres que me quede sin bolas pendejo?!
Zabdiel rodó los ojos y se levantó. Sacudió su ropa y sonrió.
- ¿No se han arreglado las cosas? Que mal. El tiempo está por acabarse y tú joderas todo
Sin mas el más alto salió de la habitación. Joel suspiró y miró el espacio desordenado que Zabdiel había dejado. Rápidamente movió sus manos para dejarlo tal y como estaba antes.
Estuvo todo el día en la habitación como ya era costumbre. Fue hasta que ya el sol estaba cayendo que miró entrar al pelinegro.
Quería decirle que ya no saliera de noche pero no podía decirle eso sabiendo cómo estaba la situación. El rizado sin querer no podía dormir si no escuchaba que Erick llegaba.
Escuchó la puerta del baño ser cerrada, segundos después el sonido de la ducha llegó a sus oídos y ahí estaba la señal que le indicaba que Erick saldría de nuevo.
Suspiró y agarró el libro que había estado leyendo. No sabía porque exactamente pero leer le ayudaba a relajar su mente. Podía decirse que entraba a un mundo donde la felicidad sí existía.
Pero como era normal la realidad lo golpeaba cada vez que cerraba el libro. Se daba cuenta que allí estaba, encerrado en una habitación sin la única persona que amaba.
Erick salió del baño con una toalla envuelta en su cintura. El menor caminó hacia el armario y Joel no tan disimuladamente levantó la vista de su libro para poder admirar su belleza.
- saldré- oyó decir. Pudo sentir como su cuerpo se tensó. No escuchaba esa melodiosa voz hace tres días.
- claro- el sarcasmo salió de él sin poder evitarlo- haz salido estos dos últimos días y hasta hoy me lo dices, no te preocupes por mi, estaré bien mientras te vea regresar a salvo- dijo antes de volver su vista al libro y seguir leyendo
- No te lo digo para que estés enterado, solo lo digo porque no volveré hasta mañana- balbuceó
La vista de Joel volvió hacia el pelinegro que estaba poniéndose ahora una camisa negra
- ¿mañana?- preguntó sin poder evitarlo
- si, me quedaré en la casa de un amigo- dijo caminando hacia el espejo que se encontraba en frente de la cama
- amigo, bien, que te haya bien, Erick- murmuró molesto y volvió a su libro. Mentiría si dijera que pudo concentrarse porque en realidad solo pensaba en qué amigo sería ese.
Erick salió y miró por última vez al rizado quien aún no había levantado la vista del libro. Sonrió, era caliente aún así, leyendo.
Cerró la puerta encontrándose con Chris al otro lado de la puerta.
- ¿listo?- preguntó. El castaño asintió con un poco de duda- No te preocupes, nada pasará- aseguró antes de ambos caminar hacia la salida del reformatorio.
Joel tal vez no sabía pero Erick tampoco se lo diría. Su hermana estaría a salvo y ellos podrían estar juntos. Tal vez esta vez para siempre.
Estaba planeando hacer algo con Chris para que su padre ya no pudiera meterse en su vida. No iba a perder la herencia, al contrario, ganaría más de eso.
Se sentiría satisfecho cuando su padre esté allí, rogando por perdón. Erick no se lo daría pero conocía a Joel así qué tal vez le perdonaría la vida.
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