Capítulo 11

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Victoria

Lo que menos esperaba en este momento era verlo a Nicolás en la puerta de mi apartamento. Pero no puedo evitar reírme de la situación, seguramente ya le fueron con el chisme de Till.

Tomé el teléfono y marque urgente a Karen, sé que era temprano pero necesitaba mucho de ella.

—¿Nicolás está allí? —respondía Karen anonadada — No le abras, atiéndelo desde la puerta.

—No Kari, lo haré pasar —contestaba mientras me cambiaba de ropa —, que sepa que su presencia ahora me es indiferente.

—Bien, si quieres deja el teléfono cerca así escucho todo lo que él dice —proponía entre bostezos.

—Mejor sigue durmiendo, en cuanto se vaya te vuelvo a marcar, adiós.

Y así, dejé caer el teléfono sobre mi cama. Reconozco mis nervios, no es algo fortuito ver a tu ex luego de meses sin siquiera enviarnos mensajes.
Me mire al espejo unas cuantas decenas de veces, aún me perseguía la estúpida idea de verme bien, aunque no entiendo porqué tanto alboroto, solo es Nicolás.

—Pasa —dije una vez que abrí la puerta —. Espero que sea importante, interrumpiste mi sueño.

—Creéme que lo es, de lo contrario no había venido —respondió mientras pasaba y analizaba cada rincón de mi apartamento —. Vic, sabes que eres lo más importante para mí...

—Vé al grano, Nicolás —ordené, no me interesaba que juegue con mi psiquis otra vez.

—Hace meses te llamé, tu madre estaba mal —dijo, y automáticamente mis piernas se debilitaron —. Ella está peor ahora, hace unas semanas Christian la internó, le hicieron unos cuantos estudios y está muy enferma.

—¿Cáncer? —solté. Sabía que podía despertarse otra vez.

—Si, volvió —respondió acongojado — Era una probabilidad, el doctor hace unos años nos advirtió.

—¿Y por qué Christian no me lo dijo? No eres nadie para meterte en mi familia.

—Ellos me consideran como parte de la familia, ¿O acaso olvidas las veces que acompañé a tu madre a las sesiones de quimioterapia? —discutía mientras por mi mente pasaban imágenes de mi madre en aquellas frías salas de hospital —. Ella quiere verte.

—No, no hables por ella —dije sin declinar mi temperamento —. Mi madre sabe bien que si quiere retomar un vínculo con su hija, ella misma tiene que pedirlo. Y por otro lado, soy adulta, sé lo que tengo que hacer —retruqué con firmeza —, ahora largo.

Mi entereza cayó al suelo, siendo honesta no me resultaba indiferente la recaída de mi madre. Ella no era justamente el modelo de amable mujer con sus hijos, siempre hubo privilegios con Christian, incluso con Nicolás que siquiera tenía lazos sanguíneos, pero no eran motivos para que yo la olvidara. No podía ser tan fría como fue ella conmigo.

Alguien golpeaba la puerta, yo aún permanecía sentada en el sillón mirando hacia la nada misma.

—Vic, dejaste la llave puesta, no puedo entrar —escuché la voz de Karen que me saco del trance.

Lo único que hice fue abrir la puerta y volver a mi lugar, estaba hecha una autómata. Ella solo me abrazó, sabía que algo había pasado.
Las palabras sobraban cuando una mirada se encargaba de todo.

—Cuando estés mejor, háblame —dijo sin más —. Prepararé café.

De a poco fui contándole todo, ella solo me oía.

—¿Cómo no sentirme miserable? Se acuerdan de mi cuando me necesitan.

—No te martirices, pero ahora tu madre te necesita, Vic.

DominándonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora