Un nuevo amanecer en Leipzig, el frío de la madrugada va acompañando del viento que con el correr de las horas, disminuye su intensidad.
Aún el cielo permance oscuro, pero es hora de comenzar.
Till, después de haberse bañado y tomado el desayuno, toma las llaves de la camioneta y se dirige a casa de Schneider.—Hallo! —dice el mayor, mientras Christoph con los ojos aún hincados lo deja pasar.
—Pensé que vendrías más tarde.
—Lo sé, y lo siento —respondió Till, tomando asiento en el pequeño living de Schneider —. Pero creo que viajare hoy para Moscú.
—¿Qué? ¿Y recién ahora me avisas? —inquirió Chris con preocupación.
—Se me ocurrió hoy, al despertar —explicaba Till —; Anar quiere venir, ¿te sumas con nosotros?
Christoph lo miro con rabia, detestaba cuando su amigo hacía planes apurados. Pero después de todo, ir solo a Moscú era algo que no gustaba hacer.
—Bien, iré a empacar —dijo con resignación —. Aprovecharé el viaje para arreglar cosas con el padre de Regina.
—Te espero en el auto.
Ninguno estaba con los ánimos al cien por cien, pero era los que le tocaba hacer.
Christoph fue a su habitación y tomó una maleta comprada en España. Ese pequeño instante le rememoró sus días en Barcelona. «Al menos un tiempo fui feliz» pensó, sabiendo que ahora debía lidiar con los caprichos de Regina y la severidad de su suegro.
Una vez listos, emprendieron viaje al aeropuerto, ninguno dijo una sola palabra, no había mucho qué decir.En Barcelona
Es difícil amanecer cargando la pesadez del día anterior, y eso Victoria lo sabía muy bien. Sonó el reloj despertador, pero ella ya estaba despierta de antes, cuando la claridad del amanecer comienza a aparecer su mente no pudo volver a descansar.
No pudo siquiera probar bocado del desayuno, sentía un vacío en el estómago que le impedía continuar con normalidad. Prefirió ducharse para despejar su mente, pero cuando el agua comenzó a caer encima de sí, Victoria dejó que las lágrimas se camuflaran con el agua de la regadera. No podía impedir que en algún momento sus sentimientos salgan a flote; cuando creía haber superado todos sus fantasmas, volvían nuevamente. "Es tu madre" le resonaba en la conciencia, pero también era su madre cuando prefirió a Nicolás, cuando hacía diferencia con Christian, cuando murió su padre y comenzó a maltratarla a ella, cuando la martirizaba en su adolescencia. No era tarea sencilla "perdonar" y sanar las heridas que el pasado dejaba, pero aún así todos la juzgaban.
—¿Hola? ¿Alguien por aquí? —se oyó un grito desde la entrada.
—Me cambio y voy —respondió Victoria, apurándose. Pero fue en vano, Karen ya estaba en el baño viéndola con pena —. Sí lo sé, estoy montando una patética escena de señora de treinta y largos, ocultándose en el baño a llorar, lo sé y lo sé...
—No creo que sea patético llorar, lo que es patético es que después de años lo hicieras —contestó la mexicana alcanzándole una toalla —, y trataras de reprimir todo lo que cargas encima.
—Psicología no tesoro —bromeó Victoria, mientras intentaba con torpeza cambiarse en el pequeño baño.
Ambas decidieron salir a desayunar afuera, Karen no venía bien arrastrando los continuos avisos de Lucio mientras que Victoria sentía una culpa que en forma de daga le atravesaba el pecho; ir junto a su mamá aunque no lo sintiera, o hacer realmente lo que quería y ser egoísta. ¿Podría?
Sin embargo, ni todos estos problemas podían tapar lo que realmente pasaba. Fueron semanas, no muchas, pero bastó para que ellas aún quedarán con la mente ocupada por los alemanes.—Deseo ver a Christoph..
—Es imposible, y lo sabes...—respondió Vic, mientras sorbía incómoda el café.
—No digas que no sientes el mismo deseo por el guasón ese —sonrió Karen. Sabía que la rubia jamás lo admitiría —. De todos modos no falta mucho para que regresen...
—¿¡Qué!? —inquirió rápidamente Victoria golpeando la taza contra la mesa, atrayendo la atención de varios clientes del café. Intento ocultar su entusiasmo, pero una mueca atontada invadió su cara.
—Asi es, Christoph me lo dijo por teléfono. Anoche hablamos, quiere volver antes que empiece a ensayar, ya sabes..
Victoria quedo callada, pero en su mente pasaban uno tras otro los recuerdos con Till. Él, ese hombre que era pura pulsión y deseo, él podría sacarle el malhumor en un abrir y cerrar los ojos, sabía tanto de cómo traer y atraer a las mujeres pero... Ella no podía evitar pensar, solo sexo y lamentarse de haberlo conocido en otro ámbito de su vida. Pero bien, era lo que tenía y se conformaba, estaba resignada en volver a una relación.
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Dominándonos
FanfictionUna relación inestable donde prevalecen la inseguridad, el miedo y sobre todo.. el poder y la dominación.