Ángeles

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Ross se encontraba andando de un lado a otro nervioso frente a la puerta de su amigo y jefe. No sabia como tocar el timbre, ni sabia como comenzar la conversación tan seria que había ido a tener con él. De repente se abrió la puerta y apareció un chico joven sonriendo. De repente salió volando con sus pequeñas alas blancas una niña de unos 5 años. 

- Marie, te he dicho muchas veces que no hagas eso. Un día te harás daño - refunfuño el mayor 

- Cállate, Alex. Vamos a jugar - replicó la pequeña 

- Hola Ross - saludó el joven percatándose de la presencia de Ross 

- Hola, Alex ¿y tu padre?

- Pasa, está en el salón. - dijo mientras abría sus alas batiéndolas con fuerzas para volar tras su hermana pequeña. 

Ross entró en el salón de su amigo que conocía perfectamente debido a las muchas otras veces que ya había estado en él. Observó como Castiel se encontraba aturdido con las manos en la cara acariciándosela suavemente de arriba hacia abajo. 

- Castiel - saludó el rubio con timidez 

- Ah hola, Ross - contestó el moreno volviendo su cuerpo hacia la posición de este. 

- Te veo preocupado ¿que es lo que ocurre? - contestó Ross intentado retrasar la inhabitable conversación que sabia que tendrían tarde o temprano 

- Era Chuck, me tiene harto - contestó mientras señalaba su móvil con la mirada - quiere más ataque, más muertes demoníacas - suspiró. Ross también suspiró y se sentó a su lado. 

- ¿Qué te trae por aquí?- dijo Castiel con voz cansada 

- Mas o menos eso mismo que has comentado de Chuck 

- A que te refieres - dijo extrañado 

- Me gustaría que terminara la guerra, Castiel. - dijo temiendo la reacción de su jefe 

- ¿y a quien no? - suspiró 

- Tenemos que hacer algo para parar a Chuck y Lucifer - Castiel lanzó una pequeña carcajada irónica 

- Hablas de parar a esos dos como si fueran dos niños peleándose por un caramelo 

- Los demonios están de nuestra parte, también quieren parar a Lucifer somos muchos ejércitos contra dos imbéciles - dijo Ross rápidamente sin pensar bien en lo que estaba diciendo

- Dos imbéciles muy poderosos Ross, además ¿que es eso de que los demonios están de nuestra parte? - Ross suspiró sin saber como atajar el camino que había tomado la conversación a la vez que Castiel lo miraba con el ceño fruncido y la mirada curiosa

- Es que, veras - suspiró- Tristan Merlyn, Sabes quien es ¿verdad?

- Tristan Merlyn, tercera fila, cuarto puesto del primer batallón de Lucifer liderado por Samael. Casado con Nicole Merlyn desde hace 9 años. Tiene tres hijos pequeños Colton de 6 años, Austin de 5 y Elliot de uno. Sí, se quien es - soltó el jefe dejando totalmente sorprendido a su soltado. 

- Pues... es mi amigo y hemos hablado de que deberíamos parar esto para el bien de todos y de nuestros hijos. Tu también tienes hijos, no creo que quieras que Alex y Marie se vean envueltos en una guerra estúpida que hace tiempo perdió sentido - Castiel suspiró. 

- Que tengamos el apoyo de Merlyn no significa que tengamos el apoyo de todos los demonios 

- Eso es cierto pero Tristan esta hablando con Samael, le esta diciendo lo mismo que yo a ti, queremos que nos unamos todos para poder luchar contra Chuck y Lucifer, para luchar contra una guerra que no sabemos porque comenzó. 

- Comenzó porque los demonios querían salir del infierno, comenzaron a luchar y a matar personas. Los ángeles bajamos para proteger a las personas, todo fue tan rápido  que al final todas las personas murieron y ahora estamos luchando ángeles contra demonios para ver quien se queda con la tierra. 

- Esto ya no tiene sentido - Ross negaba sutilmente con la cabeza, mordiéndose el labio inferior con ojos llenos de rabia recordando que todos los seres vivos de la tierra habían desaparecido, excepto los ángeles y los demonios. 

- ¿ Tristan le ha dicho a Samael que es tu amigo? - preguntó Castiel con la mirada perdida

- No lo se, supongo 

- Entonces lo hemos perdido - contestó Castiel volviendo la mirada rápidamente a sus soldado sorprendiéndolo 

- ¿Por que ?

- Verás Ross- dijo Castiel volviendo su cuerpo lentamente hasta quedar mirando totalmente a su soldado- a mi me da igual que tu mejor amigo sea un demonio.  A mí y a la mayoría de ángeles y demonios les da igual ese tipo de relaciones, a la mayoría excepto aquellos a los que odian a los otros. A los padres de Samael los mató un ángel, no creo que fuera el mismo pero...Samael odia a los ángeles ¿entiendes? es imposible. 

Ross suspiró y cerró los ojos dándose cuenta de que era imposible hablar con los demonios, de que era imposible que Tristan hiciera entrar en razón a Samael. Castiel vio el semblante serio de Ross e intentó tranquilizarlo posando una mano sobre su hombro. 

- Lo siento, Ross. Me gustaría ayudarte, pero no veo como. Lo que intentas es un imposible y créeme, no quieres cabrear a Chuck. Esto no saldrá de esta habitación ¿vale? - Ross asintió suavemente con la cabeza - Vete a casa con tu familia, Ross. Mañana los demonios preparan un ataque y toca luchar. Ya sabes lo que ocurre en las guerras, ve con tu familia. 

Ross entendió a Castiel y sabia perfectamente a lo que se refería con su ultima frase, así que le hizo caso y salió de la casa abriendo sus alas y desapareciendo, tras un suspiro y una mirada de tristeza y rabia hacia su amigo y jefe. 

Entre el cielo y el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora