Demonios

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Tras varias horas intentado pensar en lo que podrían decirle a Samael y Castiel los dos demonios recogieron a sus hijos para dirigirse al infierno y poder llevar a cabo su plan. 

Entraron en el infierno y se dirigieron a su gran casa. Allí los pequeños extendieron sus alas y comenzaron a volar como les gustaba, sabiendo que eran libres en ese lugar de volar donde y cuanto quisieran. Tristan estaba nervioso, era verdad que se llevaba bien con Samael pero no sabia como se iba a tomar que su mejor amigo fuera un ángel, y no sabia como se iba a tomar que quisiera traicionar a Lucifer y acabar con la guerra de una vez por todas. Nicole sabia como se sentía su marido e intentaba tranquilizarlo, pero Tristan no se tranquilizaba y cada vez estaba mas nervioso. Sacó con cuidado el móvil del bolsillo muy despacio como si fuera una bomba a punto de explotar y lo miró de reojo un buen rato,pensando si merecía la pena poner su vida y la de toda su familia en peligro, pero las palabras de Elta le vinieron a la cabeza "¿realmente quieres eso para tus hijos?" no, desde luego que no quería eso para sus hijos pero tampoco sabia que hacer exactamente. Aun con miedo cogió el móvil lentamente y sin pensarlo marcó a Samael. El teléfono sonó un par de veces hasta que una voz ronca sonó al otro lado del teléfono. 

- Hola Samael, soy Tristan - dijo con inseguridad 

- Ey ¿que pasa? ¿Como tienes el ala? - el demonio soltó un pequeño suspiro recordando que no podía decirle que su amigo ángel lo había curado 

- Bien, recuperándose. Mucho mejor gracias. - mintió 

- Vale, me alegro. Dime ¿por que me has llamado? te noto raro 

- Quiero quedar contigo, Samael. Debo comentarte algo y es mejor que no sea por teléfono móvil - se escuchó un silencio de un par de segundos 

- Está bien. Tengo una reunión con Lucifer ahora - Tristan trago saliva fuertemente al escuchar el nombre de aquel al que tanto temía - pero después iré a tu casa. Dame media hora y compra cervezas. 

Samael colgó el teléfono y Tristan miró su móvil viendo como la pantalla de llamada desaparecía dejando paso a su fondo de pantalla. Lanzó el teléfono con suavidad en el sofá mientras veía como su pequeño Elliot perdía el control de sus alas y chocaba contra una de las lamparas del gran salón rompiendo a llorar fuertemente por el dolor que le produció el golpe. Nicole entró rápidamente al salón encontrándose con el padre intentando consolar a su hijo. 

- ¿Que ha pasado? - preguntó la chica asustada 

- Tropezó con la lampara - dijo el chico levantando rápidamente la mirada hacia la lampara  con la que había tropezado su pequeño. 

- Ven aquí - Nicole cogió en brazos a su hijo dándose cuenta de la mirada perdida que inundó a Tristan rápidamente. - ¿Que ocurre?

- Samael viene dentro de unos minutos, me gustaría que tu y los niños os fuerais de casa mientras dura la charla. No quiero que se enfade y lo pague con vosotros. 

- Samael es bueno, no nos va hacer nada. 

- Sí Nicole, claro que es bueno. Pero cuando saca carácter es peor que Lucifer. No es la mano derecha de lucifer por ser un angelito precisamente. - contestó con ironía a la vez que Nicole  ponía sus ojos en blanco. 

- Como quieras. Iré a por Austin y Colton y nos iremos los cuatro a dar un paseo por ahí. 

- Gracias - contestó Tristan sentándose en el sofá a la vez que apoyaba sus codos en sus piernas y su cara en sus manos. 

- Todo irá bien- respondido Nicole a la vez que le acariciaba la cabeza y salía con Elliot ya mucho más tranquilo en brazos. 

Hacia como 20 minutos que Nicole había salido por la puerta junto a sus tres hijos cuando el sonido chirriante del timbre le sobresaltó. Abrió la puerta conteniendo la respiración y se encontró a Samael frente a él. El chico de metro noventa y cinco lo miraba con una sonrisa cansada aunque alegre. Vestía un pantalón vaquero y una camiseta roja que resaltaba con el negro de sus grandes alas extendidas  que apenas cabían por la puerta de la casa de Tristan y sus ojos completamente negros. 

- ey ¿que pasa? - saludó a la vez que guardaba sus grandes alas 

- ey, pasa - contestó el otro haciéndose a un lado dejando espacio para que entrara Samael

Los dos se sentaron en el sofá tomando una cerveza mientras Tristan miraba al suelo sin atreverse a decir absolutamente nada. 

- Oye Trist ¿para que me has llamado? - preguntó intrigado Samael viendo que su soldado no se atrevía a decir nada. 

- ¿Como fue la reunión con Lucifer? - Samael bebió un sorbo de cerveza adivinando que su amigo quería retrasar el verdadero motivo de que él estuviera sentado en ese sofá. 

- Sabes que no puedo hablarte de mis reuniones con el jefazo. - Tristan suspiró lentamente a la vez que levantaba momentáneamente las dos cejas mirando al suelo. 

- ¿Conoces a Ross, el ángel? - Samael entrecerró los ojos intentado recordar y adivinar que era lo que pretendía el chico que tenía frente a él. 

- ¿Ross Donnell? - Tristan afirmó con la cabeza 

- Sí ¿Qué pasa?- Tristan suspiró, esta vez con miedo

- Es mi amigo - Samael lo miró fijamente sin pestañear ante la confesión de sus soldado 

- ¿Eres amigo de un ángel? - Tristan volvió a afirmar con la cabeza sutilmente mientras Samael seguía sin salir de su asombro- Estuvimos hablando y creemos que la guerra debe acabar y ... - Samael soltó fuertemente la cerveza encima de la mesa asustando al chico que dejó de hablar. 

Durante unos segundos ninguno de los dos decía nada, Tristan miraba a Samael con miedo mientras este le respondía con ojos de furia y la mandíbula totalmente apretada. Tristan sentía pánico a la reacción que estaba tenido Samael pero siguió hablando. 

- Verás la guerra ya lleva demasiado tiempo Sam, los humanos están todos muertos. Muchos ángeles están en la tierra y muchos de ellos era niños cuando comenzó. 

- ¡ No me hables de ángeles! - logró decir al fin Samael  extendiendo sus grandes alas con furia asustando más aun a Tristan 

- Vale, te hablo de demonios entonces. - Samael rugió como cual león hambriento - Yo era pequeño cuando todo esto empezó, no quiero que muera más demonios, muchos son mis amigos como Azazel o Zarím. Ellos murieron en una causa perdida, debemos acabar con la guerra ya. No quiero que mis hijos vean morir a sus amigos en una guerra de la que ellos no tienen nada que ver. 

Samael tenía los puños cerrados, las alas extendidas y el cuerpo listo para lanzar un gran ataque sobre el chico que le estaba hablando. Nunca le gustaron los ángeles, no desde que uno de ellos mató a su madre en la guerra y el tuvo que vivir con su padre que corrió la misma suerte. Tras eso se quedó desamparado con 12 años vagando solo por las calles hasta que Lucifer lo acogió y lo crió como si fuera su hijo. Quizás por eso era su líder de más confianza y quizás por eso odiaba tanto a los ángeles. Tristan no sabía su historia, sabia que sus padres murieron cuando el era pequeño pero no sabia debido a que. El demonio no tenia ni idea de que su plan y su charla con Samael había terminado antes de comenzar.  

Samael volvió a rugir y dio un fuerte golpe  con los puños sobre la mesa que tenía delante mientras seguía con la mirada clavada en su soldado. 

- No me vuelvas a sugerir algo como eso. ¡ No te atrevas a decirme que quieres traicionar a Lucifer!  - Tristan dio un respingo aun más asustado de lo que ya estaba al comenzar ha hablar. 

- Vale, pero por favor, no le digas nada, por nuestra amistad - Samael guardó nuevamente las alas con furia 

- No le diré nada, pero tu y yo ya no somos amigos - dijo a la vez que se levantaba y se dirigía con furia hacia la puerta abriéndola. 

- Te veo mañana en las filas del ejercito, Tristan 

Terminó con furia abriendo las alas rápidamente  mientras las movía con fuerza saliendo de la casa volando dejando la puerta abierta y a un Tristan asustado y temblando en el sofá, desde el que hacia rato no podía moverse debido al terror que había inundado su cuerpo. 


Entre el cielo y el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora