"—Y cuéntame, ¿qué se sabe de historias, canciones y leyendas?— preguntó.
Me la pensé después de un breve instante;
—Que me he perdido en ellas, ¡que más!—."Nathan apenas pudo cerrar los ojos cuando regresó a intentar reanudar su sueño después del espectáculo sucedido hacía unas horas. El sol no tardaba en hacer su despampanante aparición y él continuaba dándole vueltas al asunto de la chica. Era una joven bonita, pensó. Según había escuchado ella tenía algunos 17 años, pero sus pequeñas y tiernas facciones la hacían lucir más joven e indefensa. Aún recordaba lo escalofriante que le resultó verla morir y volver a vivir; había visto morir muchos seres místicos, pero por alguna razón la de ella en especial lo sacudió más de lo normal al punto de dejarlo ahí tumbado sobre las mantas, con la mirada perdida y la cabeza llena.
Quizá ella no merecía todo ese cambio, quizá lo que ella merecía era estar en su casa de humanos, con sus amigos humanos y su vida de humanos. Sin embargo si ella era en verdad quien todos decían que podría ser, definitivamente su vida era de todo menos de humanos... o por lo menos así sería de ahora en adelante.
Se levantó de golpe, sentía tanta compasión por ella que había memorizado su nombre; Julianna.
Se puso de pie y reemplazó su pijama por unos jeans y una sudadera. No lo pensó realmente, simplemente se dirigió fuera, la chica necesitaría algo de ayuda y quizá él podría dársela, después de todo consideró lo pesado que podía llegar a ser Leonardo a veces.Gabe, Catrina y Robert pasaron el resto de la noche intentando contactar a Amelia o a Carlos por todos los medios posibles y nada parecía funcionar.
—¿Nada?—preguntó Gabe a ambos al ver la ineficiencia de todos ahí.
—No—contestó Catrina cansada—¿Estás seguro que viajaron a Verona?
—¡Si! ¿A dónde más iría Amelia si no es con su familia?—respondió.
—Tendría que llamar a mis superiores, estoy segura ellos tendrán registros de cómo contactarlos más allá de los que nosotros tenemos...
—Se que suena como lo correcto a hacer—dijo Robert de inmediato a Catrina—Pero la chica apenas puede mantenerse tranquila con un sedante, no está bien. Ella no es una amenaza para nadie ahora, solo consideremos su bienestar por un segundo—el brujo hablaba con tanta sabiduría que Catrina pareció pensarlo por un segundo.
—No lo creo, ella quiere ver a su familia... y no va a quedarse tranquila hasta que no lo haga, y la mejor forma de contactarlos son Los Regidores, esta situación les concierne a ellos, ¡no a nosotros!
—¡¿Cómo crees que ella va a tomarlo?!—le espetó Robert abriendo los brazos de golpe—¡Apenas puede con sus propias emociones! Es una niña, como tus hijos. Es joven y sobre todo no tiene idea de lo que está pasando. Sus mismas emociones pueden hacerla incluso más peligrosa.
—¡Por esa misma razón no podemos permitirnos tenerla cerca más tiempo!
—¡Catrina, por mis ángeles superiores!—interrumpió Gabe, quien ya no logró mantenerse al margen de la conversación—Es solo una niña, esto es más de lo que puede aguantar... ella no tiene la culpa de los errores del pasado... por favor.—se puso de pie con el corazón en las manos—solo hasta que sea adecuado, que se recupere, que entienda lo que está pasando y lo que va a pasar. Dale un poco de más tiempo para vivir...—
Todos guardaron un profundo silencio, a Catrina le pesaron las palabras del ángel, en cierta manera la chica se encontraba en aquella situación por su culpa.
Por fin la mujer respondió;
—¡Bien! Pero en cuanto ella logre entender un poco más... ellos vienen por ella, ¿entendido?— Gabe y Robert tuvieron que contener con todas sus fuerzas cualquier gesto de alivio.—Me retiraré a descansar un poco, les surgieron lo mismo o de lo contrario; encuentren a sus padres antes de que el sedante deje de hacer efecto—se levantó de su lugar y tras un desaliñado bostezo finalizó—Tengan una maravillosa noche... o lo que queda de ella.—y se retiró lo más elegante que fue capaz de andar.
Gabe miró a Robert, y Robert miró a Gabe.
—Eso estuvo tremendamente cerca...—comentó Robert al fin demostrando lo aliviado que se sentía.
—Bastante...—Gabe continuó de pie pensando en Julie—Iré a revisar si Julie, se encuentra bien—se pasó la mano por el rostro.
—Yo iré a mi casa, seguiré trabajando en hacer contacto con Amelia. Debe estar en algún lado, la tierra no pudo habérsela tragado así como así. En cuanto tenga algo estaré de regreso
—Si, espera—Gabe tomó un papel que se encontraba suelto sobre el escritorio de Catrina y una pluma que tenía en el bolsillo por quien sabe que razones. Y garabateó algo con una rapidez asombrosa, cuando se volvió a Robert le entregó el pedazo de papel perfectamente doblado a la mitad y con una mirada de confidencialidad severa.
El brujo lo abrió inmediatamente, extrañado, ahí había una serie de números escritos por una caligrafía perfectamente ejecutada a pesar de la velocidad con la que fue escrita.
—¿Qué es esto?—preguntó sin comprender nada.
—Un número de teléfono—respondió obvio.
—Si, ya se que es un número de teléfono—puso los ojos en blanco un segundo sacudiendo el papel en el aire levemente.
—Es un número de teléfono Italiano—explicó, Robert tomó una mirada a los dígitos, efectivamente era de origen Italiano.—Es un señora que ha trabajado junto al negocio de Gianna y Mariela Gambetta en Verona... es la forma en la que Amelia a contactado a sus familiares por años sin ser rastreada o sin levantar ninguna sospecha, es una señora confiable. Su nombre es Donatella Rigoretti, es de total confianza. Llámala, dile que Julianna está en serio peligro y que necesitas contactar a Amelia lo antes posible, ella sabrá que hacer—Robert escuchaba atentamente, cuando Gabe guardó silencio el brujo hundió el número en el bolsillo de su saco.—Y Robert, una vez que hayamos terminado con este asunto, quema ese papel y bórralo de todos los lados posibles, si es posible utiliza uno de esos teléfonos desechables, es una buena mujer...—Robert asintió.
—Sabía que tú tenías más información de la que decías...
—No podía dársela a Catrina, ya la conoces... si quiere entregar a Julie también querrá ir tras toda la estirpe Gambetta. Tú sabes que no puedo permitir eso, imposible.
—Entiendo, mejor me voy ya. Quizá si Julie hable con su madre confiará más en nosotros, y ahí entraremos. Mientras estoy fuera trata de ganarnos tiempo.—Gabe se quedó callado pero muy de acuerdo. Robert tomó el primer paso hacia su salida.
Gabe lo llamó;
—Robert—éste lo miró—Gracias por la ayuda...—Robert asintió débilmente.
—Haría cualquier cosa por ella, la aprecio casi tanto como tú, créeme.
Y luego se fue.
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Quien vive dentro de ella.
Random"El único romance que había presenciado era el que estaba decretado entre las páginas de sus libros, que con su olor a plenitud detonaban en ella la sensación de que aquello sería algo de lo que jamás sería merecedora. Y así se zambulló en una deses...