¡No me mientas más!Las inocentes carcajadas de la niña le robaron el aliento. Las reconocería hasta debajo del mar. Habían intercambiado tantas por años. Se giró y ahí estaba, con su vestido aún amarillo y su cabello rubio danzando al ritmo del viento. Le sonrió y Julie casi cae de bruces, pero no se movió.
—¿Emma?—la llamó dudosa.
—¡JULIE!—dio un salto de la emoción—¿Qué haces ahí paradota?—la reprendió—todos nos esperan dentro, ¡Apúrate, ya quiero abrir los regalos! ¡Quiero que me regalen algo cool! Como tu collar. Aunque eso sería mucho pedir—se apresuró a hablar amontonado las palabras.
—Memma, espera—soltó una suave risa—¿Dónde estamos?
—Pues en casa Julie ¿dónde más?—le respondió obvia.
—Pero... Em...
Julie sabía que no podía ser real, su lado inteligente y razonable del cerebro le gritaba que no era lógico, que buscara la forma de zafarse del encanto, ¡que sobreviviera! Pero su otro lado la detenía, añorando que estuviera pasando de verdad, que no fuera solo un espejismo, estar con su familia y no en una casa de miedo rodeada de criaturas horrendas que la querían cazar.
—¡Pero nada Julssss!—la interrumpió dándose un suave pero exagerado golpe en la frente con la palma de la mano—¡Vámonos antes de que se haga más tarde!
—Emma, no. ¿Dónde están todos?
Su hermanita la miró con una mueca de exasperación, Emma no parecía comprender la actitud de su hermana mayor.
—¡En casa Julie, ya te dije!
—No, no Memma. No, tenemos que salir de aquí. Tenemos que irnos, ellos me dijeron que es peligroso—ahora era Julie quien hablaba apresuradamente. Intentaba permanecer tranquila pero la adrenalina de estar frente a su hermana después de haber pasado por todo y tener la oportunidad de advertirla, de cuidarla. Se arrodilló para quedar a la altura de la niña.—Tranquila Emma, yo voy a ponerte a salvo. Solo-so-solo tenemos que ir a encontrar a los demás y yo los pondré a salvo...
En ese instante la expresión de su pequeña cambia radicalmente, de pronto, sus ojos se nublan y la cara se le desfigura en algo que Julie solo había visto en esas noches cuando su hermana menor corría buscando socorro hasta la cama de Julie lloriqueando por la oscuridad; era miedo. Un miedo intransigente que Julie no pudo combatir cuando intentó acercarse para calmarla. Emma retrocedió, poniendo distancia entre ellas.
Julie pensó que quizá no debió decirle la advertencia así de golpe, creyó que el miedo de Emma nació cuando le había soltado la noticia, pero se dio cuenta que no era por eso. La mirada de la niña se posó en el arma que Julie aún sostenía y no se había dado cuenta; en la ballesta de Dianna. De pronto la vida le colapsó encima como un pesado edificio de ladrillo, y pudo darse cuenta que Emma le tenía miedo a ella. Uno de los vitales motivos en los que su vida estaba basada la observaba temblando e hipnotizada por un gran miedo. Su pequeña Emma estaba aterrada por ella.
—¿Juls...qué es eso?—logró formular la niña al borde del llanto—¿Por qué lo tienes?¿qué harás con eso?¿vas a hacerme daño?—su voz salió apenas como un chillido, ahogado por lo asustada que se encontraba. Emma continuaba retrocediendo de Julie. Alejándose de ella. Eso fue lo que mató cualquier rastro de despecho que quedaba en Julie sobre la veracidad de la escena. La única razón que la había mantenido cuerda esas noches se apartaba lo más que podía porque de pronto se sentía más segura estando lejos de su hermana. La persona que siempre había protegido a la indefensa e inocente Emma ahora representaba su mayor amenaza.
—NO, EMMA. Nonononooo—le echó una ojeada a la ballesta en su mano, tan amenazadora. Y sin pensarlo dos veces arrojó el arma lejos, en parte, para demostrarle a Emma que no era dañina y que ella no era el enemigo, pero también sintiéndose de repente asqueada por haberla cargado antes con tanta naturalidad.—¿¡ves!?—le mostró las manos ahora libres, de alguna manera limpias—No voy a herirte Emma, no podría ¡nunca! Soy-soy tu hermana...
Lo que Julie sentía, es difícil de explicar. Porque intentaba remediar su error y no tenía ni idea de cómo hacerlo. Le balbuceó cientos de palabras asegurándole que confiara en ella y que la pondría a salvo. Pero a cada palabra que Julie decía perdía más a su familia.
Cuando Emma se giró lista para echarse a correr y huir de su hermana Julie la detuvo poniéndose de pie de un salto y atrapando su pequeña manita entre las suyas.
—No, Emma no me tengas miedo. Yo te amo, soy Julie. Soy tu Julie, ¡y la de mamá, la de papá! Yo soy tu hermana. Por favor...Memma...—la voz de Julie se fue extinguiendo hasta no ser más que un zumbido de lástima. Comenzó a llorar en cuanto pronunció la primera sílaba.
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Quien vive dentro de ella.
عشوائي"El único romance que había presenciado era el que estaba decretado entre las páginas de sus libros, que con su olor a plenitud detonaban en ella la sensación de que aquello sería algo de lo que jamás sería merecedora. Y así se zambulló en una deses...