Capítulo 7.

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—¡CATRINA LAMPARD!—rugió Gabe entrando histérico al despacho.
Dentro estaba Catrina mirando por uno de los altos ventanales que daban vista a la ciudad.
—Gabriel...
—¡¿Dónde está?!
—No está.
—Evidentemente no lo está, llevo buscándola hasta debajo de las camas y...
—No está—lo paró en seco.
La vida se le escapó del cuerpo.
—¿¡QUÉ LE HAZ HECHO?!—de un movimiento apenas perceptible Gabe la había empujado contra la estantería de libros tras ella y la sostenía con una sola mano al cuello apenas dejándola respirar. Catrina lo pateaba, lo arañaba e intentaba empujarlo pero el ángel ni se inmutaba, la rabia le encendió los ojos dorados.—¿¡DÓNDE ESTÁ?!
—Gahg,begh...—jadeó su nombre sin poder tomar aire y ahogándose.
De pronto las enormes puertas de caoba se abrieron totalmente te golpe. Y Robert, el brujo, apareció. Por unos segundos su rostro mostró sorpresa, pero en seguido se dispuso a actuar.
—¡Gabe! ¡Suéltala! YA. He hablado con Amelia, está dispuesta a venir y hablar con Julie para aclarar todo. Pero me pidió muy específicamente que fuera ella—señaló a Catrina con la mirada—quien estuviera a cargo de Julie tanto como tú y yo. Dijo que Julie necesitaría de los tres, para protegerla... ¡y tiene razón!—Gabe no podía quitarle la vista de encima a la mujer, poco a poco él relajaba la mano de alrededor de su cuello.—¡Piénsalo!, la necesitamos, quieras o no. Julie la necesita también...
Tras unos instantes de vacilación y de pensar que si mataba a Catrina en ese instante nunca sabría que había hecho con Julie, o a donde la había llevado. Además la mujer era de gran influencia entre los de su especie y quizá podrían escucharla para convencerlos de que Julie no era en absoluto peligrosa. En ese momento Catrina y los suyos eran un arma de dos filos, bien podían mantener a Julie más segura de lo que jamás había estado, o ellos mismos destruirla.
Le soltó el cuello y retrocedió un paso, Catrina cayó a sus rodillas preocupándose de llenar frenéticamente sus pulmones de aire nuevamente. Robert la ayudó a ponerse de pie.
—Amelia quiere hablar contigo cuando se vean de nuevo—le dijo—Catrina, ella sonaba aliviada de que Julie hubiera llegado en tu hogar... Amelia aún sigue confiando en ti ciegamente, incluso con lo que tú le hiciste. Por favor, piensa en su hija. Estoy más que seguro que Amelia supo como criarla para ser una buena persona, muy a pesar de lo que su biología apunta que debería ser.
Catrina lo reflexionó un largo tiempo. Sin duda alguna el brujo tenía tacto, pensó Gabe.
—Ahora dinos, ¿dónde está?—insistió el ángel.
—La envié con mis chicos a la cacería—respondió aún con dificultad para hablar y respirar.
—¿¡QUE HICISTE QUÉ?!—volvió a explotar, pero esta vez Robert reaccionó y se interpuso en su camino a tiempo para frenarlo y con los ojos recordarle el plan.
—Ella quería pruebas, hablé con ella. Le enseñé el libro, le platiqué sobre su vida, su familia. No me creyó, dijo que no podría creerme hasta que no le mostrara algo, lo que fuera. Me manipuló, de pronto perdí el control sobre mi juicio. Estuvo mal, ahora lo entiendo. Pero mis hijos son expertos altamente entrenados para pelear. Son guerreros, soldados. Está más que segura con ellos. Además, no han ido muy lejos. La situación jamás podría salírseles de las manos.—argumentó con total confianza.

—¡ESTO SE NOS HA SALIDO DE LAS MANOS!—alzó la voz Nathan con preocupación.
—¡SSSHHHHHHHHH!—lo callaron todos al unísono.
—¡Cállate, enano!—le susurró Leo con una mueca irritada—Nada se salió de ningún lado. Ya repasamos el plan y no tendremos mucho tiempo, estoy seguro de que la están oliendo o sintiendo, o lo que sea que hagan ellos.
—La huelen, por ahora...—corrigió Peter.
—¡SSHHHHH!—volvieron a callarse entre sí en coro.
—¿Están seguros que podemos contra todas esas criaturas?—repreguntó Julie dudando.
—Claro, siempre y cuando sigas el plan ¡y no te congeles como hace rato!—le respondió Peter irritado, como de costumbre.
—Oye, ¿cual es tu problema conmigo?
—¿Justo ahora? ¡Que no cierras la boca!
—Oh, claro que voy a cerrar una boca, pero no la mía... hijo de tu...
—¡Señorita! Por favor, contrólese.—la interrumpió Leo de inmediato. Y disimuladamente se dio el lujo de soltar una carcajada muy por lo bajo.—Venga, entonces todos a lo que deben hacer...
Cada quien tomó su rumbo en direcciones opuestas, excepto Julie que se quedó parada justo frente al líder en campo de los Lampard.—No intentes huir, créeme que solo empeorarías las cosas para ti. Estamos muy lejos de la Gran Casa, que resulta lo más conocido para ti de este pueblo. Solo te perderías...
—¿Crees que no me di cuenta que estuvimos dando vueltas sobre las mismas calles durante los últimos 30 minutos?—se cruzó de brazos, mientras apretaba los labios en una mueca de ironía. Todo su rostro expiraba un; «¿De verdad piensas que puedes engañarme?».
Leonardo le respondió con una media sonrisa, cautivadora, por cierto.
—Chica lista. Tomaré nota.
Fue lo único que dijo, después, sin pedir permiso, apretó su muñeca y la arrastró lejos. A iniciar el plan.

Quien vive dentro de ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora