Una simple razón.

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Lo que era un sentimiento sin justificación, lo que significaba el llorar por las noches a causa de un amor sin correspondencia... ¿qué podría traer como consecuencia?
Cada estrella que parecía adornar el cielo como las pecas adornan su rostro, era simplemente la representación de cada lágrima que ella pudo haber derramado por él. Durante una simple excursión que pudo haber evitado si hubiera insistido, su corazón sacudió con fuerza su caja torácica. Tan perfecto, tan único e inigualable. Sus palabras se quedaban cortas al intentar describirlo, e incluso sus pensamientos se esfumaban al recordarlo.

Era él y solamente él quien fue capaz de entrar a su corazón como si fuese su casa, el de crear sentimientos dentro de ella sin ningún tipo de autorización.

¿Qué era lo que debía escribir? ¿Cuál era la necesidad de hacerlo? La molestia que le ocasionaba no poder acercarse a él y suplicarle de rodillas que le amara, por más egoísta que sonara, ¿cuál era la razón exacta?
Descubrió lo que deseaba; lo que anhelaba tanto que su garganta dolía al retener las lágrimas.

Sin embargo, ¿qué significaba aquella tristeza que se dibujaba sobre su rostro cuando estaba solo? ¿Esas lágrimas que salían de sus azulados ojos a qué se debían exactamente? Nunca lo supo. Era un misterio que quería resolver, pero que su mente le negaba al recordarle las cosas que podría decir de ella. ¿Era en realidad un parásito? ¿Era en verdad un error que tuvo que haber sido corregido?

¿Por qué esas palabras salían de la boca de la persona que más amaba? ¿Por qué al ver su ceño fruncido, sentía que no lo conocía en lo absoluto?

La necesidad de saber tantas respuestas, de hacer tantas preguntas al aire cuando sabía que no obtendría nada, ni siquiera un suspiro, era tan inminente que le dolía.
Dolía escucharlo hablar con furia, dolía verlo tan dañado. No obstante, lo único que más le dolía, era que aquel amor que juraba era sincero y eterno, no fuera correspondido.
Ante una egoista decisión y el afán de tenerlo abrazado, quiso buscarle. No importó las piedras que dañaron su fina piel, o la suciedad que ocultaba su belleza. No importó la fuerza inexistente que debía tener, ni la debilidad con la que cualquiera podría vencerla.

Buscó, buscó y buscó, y cuando al fin pudo encontrarlo, inmediatamente desapareció.

Bajo la luz de la luna, sumergidos dentro del hermoso bosque alejado de su pueblo, aquel sentimiento desapareció al igual que simple polvo de estrellas. Lo único que vio, fue a un simple ser de aspecto melancólico, sin expresión de su rostro, decidido a saltar al vacío.
No fue tan rápida, no pudo salvarlo, y se culpa por ello. Con el tiempo, la idea de encontrarlo una vez más apareció. Lo recordó, recordó su amor por él, y decidió buscarlo nuevamente.

Entre medicina y medicina, ni siquiera buscó agua para ayudarse a tragarlas. Se relajó en su cama, esperando con ansias encontrarlo, hasta que sintió sus ojos pesados, su cuerpo relajado, un sueño inmediato, y con lentitud, su corazón dejó de palpitar.
Dentro de las cuevas del averno, aquellos en donde el sufrimiento humano es el pan de cada día, lo pudo encontrar una vez más.

Y al verlo ahí, se dio cuenta de algo: él se veía muy feliz.
A veces, la muerte no parece ser la solución, pero sigue siendo eternidad. Y lo tuvieron en cuenta cuando juntaron sus cuerpos en un cálido beso.

Al final, todo era felicidad. Acabaron con su vida, y en la eterna muerte, pudieron ser felices.

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⏰ Última actualización: May 07, 2020 ⏰

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