Doce
Miley.
“¿Te duele, princesa?
El dolor hace que automáticamente me lleve la mano a la cara, me toco y me arde bastante, en cuestión de segundos la playera de Roxanne está empapada de sangre. De mi sangre.
-¿Te duele, princesa?- Pregunta ella aún con el arma en la mano
-No,- contesto, al mismo tiempo que saco mi navaja de mi bota, lo que me resulta fácil porque estoy sentada encima de ella- ¿Y a ti?
Rápidamente, sin que ella me vea, clavo una vez la navaja en su pierna, siento la cuchilla entrar y salir, dos, no puedo parar, tres, es desagradable sentir como se enhebra en su pierna, pero también me satisface, cuatro veces más, y por fin paro.
Me quedo mirándola fijamente.
-¿Te duele, princesa?- la copio, sé que eso va a cabrearla.
-No,- Contesta haciendo una mueca de dolor- Perra – dice, y me escupe.
Le sonrío mientras me quito la saliva de la cara, le saco la lengua, un gesto algo infantil, pero en estos momentos, algo sádico.
Sostengo la navaja sobre su cara, con las rodillas la inmovilizo de manos y pies. Con la hoja del cuchillo recorro su frente, cada vez bajando más. Me detengo un poco sobre su pecho, justo en el corazón.
-Aún no llega tu hora- le digo y sigo bajando.
Cuando me encuentro sobre su estómago, justo por encima del vientre y lo alzo unos centímetros, los suficientes como para clavar mi navaja sobre ella y dejarla más herida de lo que está.
Tengo una navaja en mis manos, sobre la persona que odio.
Me sumo en mis pensamientos, recuerdo todo lo que me ha hecho desde que éramos pequeñas; como cuando rompió mi muñeca favorita, robó mi pez dorado, lastimó a mi cachorro, hizo que mi fiesta de cumpleaños número 7 fuera un desastre, pateó tan fuerte mi balón de playa que lo mandó a la calle, donde una camioneta lo reventó y más cosas; tal vez fueran niñerías, pero se ha pasado del límite; me ha agredido, humillado, pisoteado y hasta me defraudó, si, confié en ella y me pagó traicionando mi confianza. Le conté mis mayores secretos, los cuales ahora saben todos, le conté mis miedos y mis debilidades, las cuales ahora usa en mi contra, a su favor, le conté sobre mis sueños y está haciendo lo posible por arruinarlos. La dejé entrar en mi vida y hoy es mi peor enemiga.
-Te odio- Digo mientras bajó la navaja con fuerza.
Dos centímetros más y estaría muerta.
Un cuerpo se abalanza sobre mí, haciendo que quede justo al lado de Roxanne.
Sus brazos me envuelven y me hago un ovillo.
-Tranquila- Me dice – Todo estará bien.
Y dejo que me abrace sin siquiera mirarlo a la cara.