14. No hay nada que me detenga.

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Erick salió del hotel para buscar a Catalina, la vio a lo lejos siendo besada por un chico alto y rubio. No mentiría al decir que le dolió ver eso, pero Catalina no podría ser para él. Cerró los ojos y luego de sonreír volvió a dentro para darles más privacidad.

Catalina reaccionó después de largos minutos y se alejó de Zabdiel quien se había mordido el labio inferior. Se dio media vuelta y entró al hotel hecha una furia. Quería golpearlo, e iba a hacerlo. Pero no ahora, no ahora que su corazón se encontraba bastante confundido y algo dolido.

Llegó a la habitación y se recostó en la cama. Le dolía la cabeza a horrores, necesitaba hablar con alguien, Alejandra debería estar ya dormida y no la iba a despertar. Christopher probablemente también lo esté -eso si no está con alguien más- así que decidió que hablaría ella sola.

Se paró frente al espejo y empezó a hablar.

—Muy bien Catalina, sabes que Christopher te gusta, con él estás bien, te sientes bien, te gusta estar con él. Puedo ser yo misma, la desventaja; él es muy mujeriego y si intentamos ser algo más muy probablemente debería contratar un detective privado para estar tranquila. Aunque no porque debería tenerle confianza... Por otro lado está Zabdiel—dijo mientras daba vueltas por el lugar. —Él, es muy lindo y todo eso, pero es mi amigo, aunque Christopher también lo es. Pero a mí me gusta Chris, no Zabdiel. Zabdiel es mi amigo, que me besó, al que golpearé cuando tenga oportunidad, y él no es mujeriego, me trata bien. Pero no me gusta, no de esa forma.

Dijo para luego sentarse en el piso y colocar la cabeza junto al mueble.

—Mi vida parece una auténtica telenovela barata. Mejor vendo la historia de mi vida y a ver si sacan una buena serie. —dijo y se tiró de los pelos enojada consigo misma—. No son dos chicos, es uno solo. Vélez te gusta, si me gusta me vuelve loca... Pero, no quiero vivir con inseguridades. Zabdiel sólo es un amigo. Si tan solo Christopher no fuera un mujeriego, todo sería más fácil. —exclamó mientras se acostaba en el suelo. —Mejor vendo la historia a la Rosa de Guadalupe. Capaz justo ahora sale la rosa, se lo que debo hacer y felices por siempre. —dijo riendo—Ay Catalina, debes dejar de ver esos programas.

Se puso de pie y divagaba en su mente acerca de qué hacer. Todo estaba claro, pero simplemente no podía arriesgarse con Christopher, había algo que la detenía, y ese era Zabdiel.

Ve a por todo.

Recordó las palabras de Alejandra. Quizás sea hora de tomar en cuenta su consejo y arriesgarse a tomar riesgos. Vélez era un riesgo, y ella estaba dispuesta a tomarlo.

Ahora no, pero algún día.

...

Christopher se levantó de la cama apenas escuchó el timbre, medio se vistió y fue a abrir. Las dos niñas entraron gritando como siempre y su madre sólo le sonrió.

—Te ves cansado papito, ¿seguro que puedes quedarte con las niñas? Porque me las puedo llevar...

—Tranquila mamá, si puedo con todo lo que pasa en mi vida, voy a poder aguantar a este par de terremotos vivientes. —dijo mientras levantaba a Rocío.

Su madre miró por encima de su hombro buscando algo.

— ¿Qué busca?—dijo Christopher mirando hacia atrás.

— ¿No está esa muchacha aquí?—Christopher negó—Como siempre que venía ella estaba aquí...

—Está de viaje mami. Volverá el domingo o lunes.

—Entiendo, bueno se cuidan niñas. Te cuidas mijo. —dijo dejando un beso en la mejilla del castaño quien después de ver a su madre alejarse cerró la puerta y le hacía cosquillas a la pequeña mientras Belén estaba sentada viendo la televisión.

EnamórateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora