Capítulo VIII: el diario de un asesino

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Del diario de Joshua Fillipovic.

4 de octubre. No se si atribuirle el crédito de mis positivos cambios a el doctor Farewell, pero lo cierto es que, casi de súbito he comenzado a mejorar tanto mental como físicamente. Ahora bien, aunque ha sido algo rápido, la evolución a sido claramente progresiva y, como es de obviar, aun siento temor de volver a presentar un síntoma como indicio de una recaída. Aunque por el momento, por prudencia y sensatez solo me limitaré, a señalar las sensaciones que día a día se me presentan como un hecho...

8 de octubre. Cada vez escribo menos, porque menor es mi necesidad de hacerlo. Creo que definitivamente aquellas perturbaciones anteriores, solo tienen cabida hoy día en el olvido, dudo mucho haber gozado algún día de tanta lucidez como ahora, y mi memoria ha mejorado sustancialmente, casi podría recordar todas las líneas aquí escritas en los últimos días, mientras mis lapsus por fortuna, parecen ser solo parte del pasado. Creo que coincidencial e infortunadamente, varios sucesos han confluído de manera negativa, ocasionando la nefasta crisis de días anteriores. Esta es mi conclusión. Mis pesadillas han cesado y mis relaciones interpersonales han mejorado considerablemente, es casi como si nada hubiese sucedido. Mi relación con Anne, con los muchachos y cualquier otra relación social, así como mi rendimiento académico, ha mejorado de manera ostensible. Hoy...

12 de octubre. Realmente lamento tener que escribir estas líneas, pero lo hago porque lo creo irremediablemente necesario. Tal vez sea producto de la presión o de la sugestión, pero me temo que los miedos que en un principio tomé por infundados y superfluos, posiblemente se comienzan a materializar. No se si sea correcto mostrarle esto al doctor Farewell, o si deba contárselo, o si sencillamente el ya se ha percatado de esto, pero, aunque con algo de dificultad lo he logrado disimular, y en cierta manera ocultar, desde hace un par de días la situación parece empeorar, la sintomatología ha reaparecido lentamente, aunque no se manifiesta de modo tan notorio hasta el momento. La jaqueca ha vuelto a apoderarse de mi cabeza y, se ha acompañado de unos episodios de insomnio bastante frecuentes, sin embargo, no puedo acusar falta de sueño, pues en ocasiones me he despertado sin tener consciencia previa de que estaba durmiendo. Los hechos no solo evidencian mis trastornos del sueño, sino también el regreso de esos tiempos de amnesia que me venían afectando y que tanto me desconcertaban...

13 de octubre (dos días antes del asesinato). Como supuse y para mi desgracia, la situación solo tiende a empeorar, creo y me temo que si no lo he hecho ya, es muy posible que pronto pierda el juicio. Indudablemente y, aunque ignore la razón, hay días como hoy donde todas mis afecciones se acentúan, siento que lenta pero progresivamente comienzo a perder el control sobre mi mismo, este fenómeno se da poco a poco de modo casi imperceptible, hasta que en su cenit la inevitable muerte de mi consciencia me espera.

Era domingo 16 de octubre, cuando los incandescentes y dorados rayos del sol se filtraban entre las cortinas hechas jirones de la ventana del cuarto de Joshua, golpeando intensamente las pálidas mejillas del joven, quien aun permanecía dormido a pesar de lo alto que ya se posicionaba aquel disco flamígero. Un letárgico despertar sacudía lentamente el sopor que le dominaba, pronto en medio de su duermeleva abrió suavemente sus ojos, mientras un fuerte dolor de cabeza, punzante sobre sus sienes, que acompañado de sus episodios de amnesia, le ocasionaron un terrible estado de aturdimiento; se levantó débilmente con algo de dificultad; con la cabeza entre sus manos como evitando su implosión, al tiempo que su entorno giraba frenéticamente frente a sus confundidos ojos a causa de un incontenible vértigo.
Luego se dejó caer sentado bruscamente sobre la orilla de su cama. Sumido en el más profundo silencio, ensimismado, abrumado y confundido, trataba de traer a su mente algún recuerdo por ínfimo que fuese, de los momentos previos a su sueño, pero todo esfuerzo le resultó en vano, cualquier intento de ver en retrospectiva alguna imagen de estas, no provocó más que frustración e impotencia visiblemente reflejados en su rostro.

Óbito de La Consciencia: Historia de un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora