capítulo I

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De nuevo, inmerso en uno de esos innumerables soliloquios que tiñen de un sombrio tono sus días, se encontraba absorto nuestro personaje; al tiempo, como suele suceder una voz le interrumpía:

- ¡Ahí vamos de nuevo! Sabes que pienso que todo está tan solo en tu mente.

-!Tan solo en mi mente!- Asintió la cabeza mientras pensaba para sí: « Desde luego no es que ignore mi exigua existencia dentro de la extensión del universo, todo lo contrario, siempre he pensado en la insignificancia de mi persona en relación con el curso del mismo; en lo indiferente que es éste para con nuestros problemas particulares y mientras me elevo y mi perspectiva cambia; mientras me alejo a cada exhalación del mundo en el que habito, voy viendo como mi ser se vulve cada vez más minúsculo, me doy cuenta que por extraordinarios que nos supongamos no somos más que una porción pequeña de un organismo dinámico, cambiante pero que no deja de ser ni dejará de ser lo que es y será por más trascendente que creamos nuestros actos, aún los que son productos de las asociaciones; aún los que se presentan como los más revolucionarios y perennes ; aún cuando parecen desafiar el tiempo y el espacio mientras se afirman como máximas irrefutables como axiomas universales..., pero...

- ¡Pero!, exclamó. Estrepitosamente mientras salia de su mutismo como si su interlocutor le siguiera en la conversación que llevaba consigo mismo o quizá con un alter ego que ahora lo acompañaba simultáneamente.

Prosiguió absorto en sus pensamientos...«Y, que necesarias me resultan éstas superfluas abstracciones si no creo desdoblarme para unirme con el «uno» como pensaría Plotino?no me resulta más conveniente tomar un punto de vista más personal, individual...,pues bien, no es el universo tan grande como la consciencia de cada quien lo percibe? ¿No es para el pastor aborigen las praderas que lo circundan y que jamás habrá de abandonar todo su mundo?o por el contrario no es el cosmos tan infinito e inexpugnable como lo encuentra Giordano Bruno?No resulta entonces para este relevante las características intrínsecas del mismo sino la manera en que lo concibe. Entonces es nuestra conciencia propia un universo particular; nuestro unico mundo ¿ Y cómo eludir el mundo cómo evitarse a sí mismo? No hay mucho sentido en ello..., mientras podamos identificar algo dentro de lo material; catalogarlo en el tiempo y el espacio puede ser prescindible, puedo alejarme de las preguntas inquisidoras de la astuta profesora Pross; de suspicaz mirada y su insinuante sonrisa;del nauseabundo aliento a embriaguez de vino barato - El cual amenaza con seguir deteriorando año tras año, copa tras copa el cociente intelectual del otrora sensato y sabio tipo- Que consumía cada vez con más frecuencia; alejarme de la neurastenia progresiva que le arrebataba la nobleza a la más diáfana y dulce de las conciencias a la de mi madre..., así pues, siempre podría eludir estos afanes de mundo tangible, pero no de los que descansan en mi consciencia...»

Con esto nuestro querido amigo Joshua Filipovic no pretendía revolucionar el mundo de la filosofía, ni creía por lo menos ser original o pionero de este tipo de ideas,¡No!, solo hacen parte estas reflexiones de los usuales monólogos que práctica ensimismado cuando a los ojos ajenos parece padecer algún lapsus.

De repente, volviendo a la realidad mientras como usualmente sucedia - sus compañeros ya estaban acostumbrados a esto- olvidaba el motivo que lo imbuía en ese estado, daba cuenta de que al sitio simultáneamente llegaban dos personas más, que completaban el usual mosaico de los cuatro amigos, tan particulares por separado, pero que juntos conformaban la más homogénea y complementaria asociación, en lo que concierne a lo perceptible a la sociedad en general.

Uno de los de llegada tardía, Jhon Williams, que así como su nombre representaba el tradicional norteamericano, siempre muy formal - a veces lo necesario para confundirse con un británico-, de complexión delgada, una estatura levemente por sobre el promedio; de anteojos y aspecto inteligente. Un estudiante joven de derecho que suponía seguir los pasos de su padre, perteneciente a una sino a la más de las prestantes familias de la ciudad, quinto y último hijo del señor e ilustre magistrado Robinson Williams de gran ingerencia política en la costa este de los Estados Unidos, otrora integrante del Congreso y magisterios en el norte del pais. Un allegado amigo del comandante Ulysses Grant y las más altas esferas en las causa de la Unión en la guerra de Sesecion.
Se le atribuía asimismo ser perteneciente a las logias más exclusivas como la masónica y la de cincinnati entre otras.

Óbito de La Consciencia: Historia de un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora