Capítulo VI: El diagnóstico del doctor Farewell

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Notas del doctor Gedeon Farewell

26 de Septiembre . A primera impresión podemos sugerir que el paciente es un sujeto típico, cuando menos su apariencia física y su conducta inicial no desvelan algún tipo de trastorno histriónico. El paciente no muestra algún otro tipo de síntoma significativo además de sus « tiempos de amnesia » en los cuales muy posiblemente se desarrollen de manera anómala algunos patrones de conducta - posteriormente los investigaremos -. Ha manifestado esporádicos lapsus que no representan más que una importante deficiencia en la capacidad de concentración. Bueno he de señalar que algunas sutiles manias medianamente prolongadas dan fe de algunos episodios de ansiedad en el joven. He conversado con él y he llegado a la determinación de que sus patrones de pensamiento y comportamiento son aparentemente normales, parece no tener problema alguno con el manejo y control de sus emociones e impulsos, lo que revela que no hay indicios de inestabilidad conductual ni de algún tipo latente de trastorno depresivo. Sus relaciones interpersonales y su comportamiento social es bastante normal: tiene una relación sentimental estable aparentemente dentro de los parámetros típicos, y su círculo social se comprende de un grupo de amigos, que aunque estrecho sus relaciones se dan en los mejores términos, mientras su comportamiento intrafamiliar es también normal, lo que descarta tendencia alguna al aislamiento o cualquier otro tipo de comportamiento del tipo esquizoide.

Aunque las sensaciones de las evaluaciones iniciales hayan desvelado que en el paciente hasta el momento no hay algún caso que genere un importante interés científico, he de admitir que algo en este me genera fascinación y, de alguna manera, no se si debido a un instinto o a la experiencia profesional sospecho que el señor Joshua - de gran capacidad intelectual y una madurez inusual para su edad - o bien ha ocultado algún evento por desconfianza como suele suceder,o definitivamente el desconoce parte de si mismo, en todo caso posteriormente veremos que puede hacer la arqueología psicológica para identificar y decifrar lo que me sospecho. Evitando conjeturas aún me reservo en hacer un diagnóstico prematuro.

- ¡Lo conoces! - preguntó Anne a Joshua por tan inusitada reacción - Bueno acaso lo suficiente como para que te afecte tanto, ¡Pero mírate como estás!

Dio con su lívido rostro una respuesta negativa el joven, luego no pudo evitar inclinarse sobre el espaldar de la silla con un derrengado aspecto, al tiempo que balbuceaba unas palabras para brindar una explicación poco satisfactoria de lo sucedido.

Un poco de medicina casera de la señora Catherine - a saber: algún tipo de infusión de hierbas - y algo de reposo ayudarían a una prometedora recuperación del joven que pronto recuperaría su vivacidad y el tenue tinte rosáceo que levemente matizaba su pálido rostro. Pasaron los minutos, luego las horas, y así el tiempo hizo superar aquel raro incidente para que la visita siguiera su curso normal solo que un tanto manchado por la indeleble tinta de la muerte que pintaba con sombríos matices aún sus meditabundas mentes.

En esta misma tarde de octubre, un tanto calurosa para ser otoño, se realizaría el correspondiente entierro del cadáver del señor Covington en el cementerio local. Aquel campo santo se ubicaba en la cúspide de una colina al norte de la ciudad. Era un vasto terreno irregular acompañado de la vieja capilla de ''notre damme'' de estilo barroco construida ya hace más de dos siglos y, por unos cuantos mausoleos de regular tamaño y aspecto discreto que le rodeaban; sembrado aquí y allá por incontables tumbas cuyas lápidas se asomaban inclinadas con su aspecto descuidado como amenazando con caer. El ondulado suelo de pastos cortos se veía surcado por sinuosos caminos empedrados y angostos donde eventualmente a lado y lado se podían encontrar bancas en compañía de frágiles árboles que proyectaban su débil sombra en un obsoleto intento de luchar contra el tiempo. Tras de la capilla un pequeño pero tupido macizo de árboles extendía sus brazos de fornidos y elevados olmos como en un solemne abrazo de la providencia. El incendiado paisaje por el rojizo otoño que desperdigaba la hojarasca por doquier se veía acentuado por los fulgurantes destellos del disco solar en su agonizante partida proyectando sus tintáceos rayos que pintaban de todos los matices del rojo a la majestuosa escena al estilo impresionista de Monet.

Óbito de La Consciencia: Historia de un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora