"Con el sacrificio del primer "cerdo", la venganza del Sabbat tomó forma".
La verdad, es que nunca me han gustado las personas. Muy molestas, tediosas e ignorantes; siempre me las arreglé para evitarlos. El resultado de mi desinterés me llevó a mi actual empleo cuidando un cementerio rural al fin del mundo.
Son sólo 800 habitantes, gente pacífica dedicada a lo suyo, con quienes me debo ver de vez en cuando para llenar mis estanterías de provisiones y luego volver a casa.
Transcurría la tarde/noche y caminaba tranquilamente a mi trabajo. Más allá de los animales nocturnos, grillos y otros insectos, no pasaba gran cosa. Mientras caminaba, recordaba una historia local sobre Aquelarres y esas cosas. Eran puras fruslerías; puesto que en mis habituales rondas, nunca, pero nunca había visto u oído nada raro; sólo algún par de chicos bebiendo alcohol para ahuyentar y nada más.
No muchos se atrevían a ir al cementerio de noche porque, según se cuenta, las reuniones de brujas se celebraban hace muchos años cerca de este lugar. Se perdían niños y mujeres se quemaron en las hogueras a raíz de sus supuestas fechorías.
El cementerio tenía alrededor de 500 tumbas, la mayoría eran pedestres, de gente pobre que casi tiraba a sus familiares a una fosa común, sin embargo, había un panteón bastante impresionante. Éste, pertenecía a una anciana rica y solitaria que murió quemada hace unos 10 años. La octagenaria fue acusada de hacer tratos con Lucifer por los locales, pues niños de perdían en extrañas circunstancias y pronto el terror se sembró en los lugareños exigiendo culpables.
Todo iba normal, cuando aproximadamente a las 03:20 de la madrugada, escuché el llanto de un niño. Como estaba absorto en mi lectura, lo pude escuchar claramente. Saqué mi linterna y fui a develar aquel misterio. Caminé por casi todas las tumbas que se encontraban en una cuesta no muy pronunciada, y al final de ésta, el panteón se erigía como una casa antigua. Llegando al final y cuando disponía devolverme, el llanto sonó nuevamente, esta vez más claro... Venía desde del panteón !. Asustado, pensé que algún niño se había perdido. Rápidamente saqué las llaves y abrí la reja. Con el corazón acelerado, bajé una escalera que llabava a un piso subterráneo completamente oscuro, sí bien es cierto, las personas no me agradan, tampoco soy un desgraciado y corrí a salvar la vida del pequeño. Bajé por primera vez guiado por mi instinto. Llegué al final, pero no encontré nada; al frente mío estaba la tumba de la anciana dueña de la propiedad y una gran estatua frente al féretro. Busqué y busqué, cuando miré detrás de la estatua, descubri una reja pegada a una puerta de piedra. Mire a través de ésta, y al final se veía una luz de fogata.
Estaba duditativo entre ir o no, pero luego, un nuevo llanto me impulsó al rescate. Como mencioné antes, sólo contaba con mi linterna como garrote en caso de acción; corrí con valentía hasta llegar al final. Ante mis ojos, sólo veía la maldita fogata; ¡nada "raro" ! Mi mente me estaba jugando un truco - pensé asustado- pero ésto no explicaba por qué había una estúpida fogata al medio.
Lo más lógico a continuación, era correr a la salida, lo hice como alma que lleva el diablo y de pronto, alguien golpeó mi cabeza y caí inconciente al piso.
Desperté empapado en sangre, el golpe fue brutal. Estaba en el piso completamente desnudo mirando al cielo de la cueva. Traté de pararme pero no pude, ¡no estaba atado de ningún modo ! No me podía levantar, una fuerza sobrenatural me ataba. A unos pocos metros de la fogata, en la oscuridad, y de manera imprevista, se empezaron a asomar unas túnicas de monje. Sólo podía distinguir la cilueta y que algo traían en sus brazos...se acercaban en círculo hacia a mí. A medida que lo hacían, lo que tenían en sus brazos comenzó a llorar: bebés. Cada uno de esos malditos monjes tenían infantes entre sus brazos. Mi horror era eufórico, luego quedan todos ante mí, observándome mientras los niños lloraban.
De un momento a otro se callaron. Entonces, escuché unos pasos de animal, pezuñas que se acercaban, traté de mirar hacia atrás pero no pude. Cuando aquel animal maldito apareció casi me desmayo del horror. ¡Un macho cabrío de dos metros me miraba desde arriba ! Estupefacto, no lo podía creer, un Aquelarre de brujas se celebraba y yo era el plato principal....los "monjes" se descubrieron la capuchas revelando ancianas brujas. El animal repugnante, de pronto se inclinó y de una manera fugaz, con su pezuña me abrió el cuello. El fétido se inclina lentamente y comienza a succionarme la sangre, desfallezco exangüe... los bebés lloran, mientras muero, pienso en que los próximos son los infantes para luego comenzar con el pueblo.
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El bar de las almas perdidas
HorrorImagina un día horrible de esos que te dan ganas de borrarte del mundo y no hablar con nadie de nada . Entonces decides irte a un bar por unos tragos a olvidarte de todo y reírte un rato . De repente entras a un tipo de bar bastante peculiar en dond...