Mis ojos siempre se vieron cautivados por el vasto universo que hay más allá de las barreras naturales. Tal pasión por la astronomía, se acarreaba desde mi infancia, y mi querido difunto padre, me animaba a explorar las regiones oscuras de la inmensa bóveda celeste. Tales aficiones, desencadenarían en lo que luego sería mi profesión como astrónomo y académico. Llevé una carrera intachable tras veinte años en el campo. Mis logros investigativos se vieron reflejados en textos expuestos a la comunidad científica, con grandes alabanzas por parte de los lectores.Ocurrió en una congregación celebrada en un palacio muy antiguo que era propiedad de la Universidad de Buenos Aires, donde conocí a Walter Bachelet, astrónomo aficionado pero fotógrafo de profesión. Luego de intercambios pueriles y presentaciones banales, me llamó la atención el vasto conocimiento que poseía Walter sobre el universo, y que exponía con gran fervor. No me explicaba el detalle, que a veces, requería de complejas fórmulas matemáticas para desentrañar misterios que, ciertamente manejábamos algunos expertos en la materia solamente. Rápidamente nos hicimos muy buenos amigos y pronto, me invitaría a su casa y enseñaría una gran colección de fotografías que realizaba regularmente. Según éste, su trabajo no era nada semejante a lo mundano. Me contó de manera fugaz, que había descifrado ciertas técnicas que le permitían observar y eventualmente, fotografiar acontecimientos muy lejanos; sucedían a distancias ridículamente lejanas, y que jamás nadie, llegaría a aquellos lugares con la chatarra tecnológica de la cual se jactaban.
De manera despectiva, sospechaba que mi amigo no era completamente sincero, y puse en tela de juicio sus aseveraciones. Soy hombre de ciencias y datos empíricos, y semejantes cuentos de niños no son mi particular. Finalmente accedí a la invitación de Walter, y más temprano que tarde, la curiosidad nubló mi juicio y en menos de lo que imaginaba, me encontraba en la estancia del fotógrafo.
Luego de enseñarme su casa, me llevó por los alrededores. El paisaje era despampanante. La estancia era herencia de su difunto padre que murió en extrañas circunstancias; más bien, desapareció y nunca fue encontrado -confesaba a ratos- Finalmente, y luego de unos veinte minutos de tranquila caminata, nos dirigimos devuelta a su hogar. Naturalmente Walter era un hombre solitario, dejado de bullicio y entregado a sus pasiones, por lo que no vivía más que él en el lugar. Aquella tarde, me hospedé en una de sus habitaciones, y luego de la merienda, interrogué a mi interlocutor sobre sus inusuales fotografías que tanto alardeaba.
Es una técnica muy compleja - comentaba - su padre le había dejado algunos planos sobre los pasos a seguir, para la construcción de un total de diez cristales, los cuales montaba en su costosa cámara Kodak, que previamente adulteró para que aquellos vidrios, encajaran de una manera sencilla, pero perfecta. Los resultados eran sorprendentes: cristales compactos y de excelente definición. Le permitían observar planetas con el mayor detalle posible. Cada uno de los entornos y pasajes inimaginables, era capaz de evidenciar cada vez que alienaba los aparatos al cielo. Galaxias enteras e incluso universos paralelos y mucho más.
Contuve mi risa ante semejantes disparates; es absolutamente imposible tales hazañas, que ni siquiera los multimillonarios y potentes telescopios actuales son capaces de lograr, simplemente no es posible. Ante mí mirada extrañada, me ofreció pruebas de inmediato y me llevó a la habitación más alta de la casa que se había saltado a propósito anteriormente.
Apenas entramos, mis ojos se posaron inmediatamente en los muros los cuales estaban llenos de extraños cuadros que colgaban pacíficamente. Monstruos espantosos, escenas grotescas y los detalles más tenebrosos evidenciados. Ni siquiera la vasta imaginación de un malsano artista, retrataría aquellos tópicos. Walter no parecía asombrado, pero yo estaba asustado… No te preocupes por ellos (los cuadros), no son nada comparado a lo que verás. Los lentes dejados por mi padre, tienen un poder sobrenatural, y cada uno de ellos, te permite ver un plano específico. Las leyes del cosmos no son aplicables a mi cámara. Lo importante, amigo mío, es no ser visto por ellos. Cuando apuntas la mirilla a algún planeta, los seres reinantes en estos te podrían ver; y si es así, viajarán a este tiempo y realidad en un chasquido de dedos. Conlleva una gran responsabilidad y hay que ver el cosmos a cierta hora de la madrugada. Luego de enseñarme aquellas malsana imágenes, me fui a la cama aterrado, pero de alguna manera, en vez de huir del lugar y denunciar a aquel individuo, mis interrogantes de toda la vida se apoderaron de mi por completo; estaba dispuesto a las consecuencias con tal de descifrar incógnitas que nos hemos preguntado hace incontables años. No dormí absolutamente nada. Pensé en aquellas fotografías de los cuadros, y si era tal lo que afirmaba Walter, sería el tercer humano en observar vida extraterrestre, ya que, sospechaba que su padre murió a causa de revelar aquellos misterios. Antes que tocara a mi puerta, salí a su encuentro y nos dirigimos al cuarto en cuestión.
Tenía todo el escenario minuciosamente montado, los lentes que vi por primera vez parecían un acordeón montados unos tras otros, y la mirilla apuntada a la estrellada noche, que prometía secretos incalculables.
Efectivamente, todo era cierto!. Los paisajes más hermosos; el lado oscuro de la luna tiene vida! Naves del porte de una ciudad entran y salen como en un terrestre hangar. Hay un tránsito de vida en la negrura del cosmos que, nuestros telescopios no son capaces de divisar, la luna es una ciudad colosal, dantesca; en su interior habitan seres no humanos! Una vez aclaradas las tempestuosas tormentas de Júpiter, los accidentes naturales más hermosos y llenos de criaturas gigantescas, que parecen salidas de las aventuras de “Sin Bad el marino, en las mil y una noches”. Danzan por bosques y ríos que tiene todos los colores del prisma en uno solo; es maravilloso, irreal y sublime.
Mi estado es una euforia absoluta, no doy cabida a tal asombro. Hay tanto por descifrar, tanto por conocer y lloro de la emoción. Mi amigo me advierte que tenga cuidado, pues podría ser divisado por alguna criatura, pero hago caso omiso a tales advertencias. Quiero viajar allá y navegar junto a aquellas pájaros metálicos! Estoy convencido que nunca he pertenecido a esta tierra... es injusto que me pierda en este infierno terrenal. Mi jolgorio que se vuelve obsesión, y mi amigo me aparta de la cámara; le preocupo, y me propone que no me obsesione. Me manda a descansar con cierto desconcierto en su semblante, pero inmediatamente pierdo el control y lo empujo de un golpe. Me he olvidado de todo y quiero seguir mi regocijo. Pero éste se abalanza sobre mí, y entre la trifulca, tomo un garrote de hierro que hay en una extinguida chimenea y lo golpeó en la cabeza. Cae inconsciente, y me abalanzo sobre la mirilla con una velocidad irreal.
Alineo el aparato y fijo mi mirada en la constelación de Orión; hay cuerpos celestes mucho más colosales y suntuosos que Júpiter. Las ciudades más bellas: calles de oro, ríos transparentes y mares llenos de vida…Desafortunadamente, mi obsesión es mi perdición. Justo cuando admiro las maravillosas edificaciones de aquel planeta, se interpone a mi vista, una bestial criatura que transita por el cosmos. Tras ajustar el zoom, lo apunto y se revela completamente. Es un ser volador escamoso que viaja a través del espacio, muy parecido a una pitón, pero que tiene cabeza de dragón. Se desplaza zigzagueando de arriba abajo tenebrosamente. Acecha algo…muy cerca de él, hay un planeta nuevo, y de éste, salen millares de flotas; naves extraterrestres que comienzan a disparar hacia el reptil, pero no hacen mucho, debido a que en una sola mordida se los ha tragado a todos; incluido el ya extinto cuerpo celeste. Es un destructor de bellezas, la maldad misma. Cuando danza devorando en la oscuridad, de pronto, me divisa a la distancia. Advierte mi presencia, no sé cómo lo ha hecho, da vuelta su mirada horrorosa para descubrir nuestro sistema solar, la luna, el sol, los planetas! tiene hambre, se saborea como un mortal dragón de Komodo. Inmediatamente me aparté de la mirilla, pero ya es tarde, cuando miro al cielo viene danzando y pronto eclipsa la luna. En un movimiento efímero, abre su sórdido hocico y pronto, la mortal oscuridad nos ha tragado.
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El bar de las almas perdidas
HorreurImagina un día horrible de esos que te dan ganas de borrarte del mundo y no hablar con nadie de nada . Entonces decides irte a un bar por unos tragos a olvidarte de todo y reírte un rato . De repente entras a un tipo de bar bastante peculiar en dond...