El libro del cochero

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Sería impropio de mi parte, saltarme detalles de aquella fatídica noche que, sometió a mi querido y difunto amigo Roddeus Sanders, a la más inexplicable como espantosa muerte que haya presenciado jamás. Comprenderá usted, que los acontecimientos en sí mismos, me ponen en una situación completamente incómoda, debido a su  carácter sobrenatural, pero sin embargo, haré mi mejor esfuerzo para narrar lo ocurrido.

Roddeus, siempre se sometía a las lecturas más extrañas y malsanas existentes. No sabía (hasta ese punto) explicar la procedencia de sus manuscritos, ni siquiera su amada esposa confesaba mayores detalles del caso; sólo decía que una vez al mes, un sombrío carruaje llegaba a altas horas de la madrugada a la estancia. Roddeus, nunca dio mayores explicaciones a la viuda sobre aquellos curiosos intercambios, y debido a su pésimo carácter, madame Roddeuss no lo interrogaba para no entrar en tortuosas discusiones.

Sin embargo, desde lo alto del tercer piso, y en completa oscuridad, miraba de soslayo ciertas características de aquellas transacciones. La última vez que charlé con madame, me comentó algunos detalles del extraño mercader que se fueron recabando: el cochero tenía una extraña apariencia que resaltaba a la luz del faro y pudo observar, que aquel ser siempre vestía completamente de negro (por supuesto). El carruaje en sí, lo mismo, y los corceles más negros aún. El extraño proveedor de libros, por más curioso que parezca, poseía una difuminación muy extraña; los contornos del intruso, por más que intentaba la viuda Sanders, no los lograba definir completamente.

Un día, tan ordinario como cualquiera,  Roddeus se encontraba en uno de sus escasos baños, y su esposa se las arregló e ingresó a la gran biblioteca de su amante; se hizo de una copia de la llave secretamente y una vez dentro, de forma efímera intrusió en aquellos viejos tomos, pero sin embargo, su decepción fue mayúscula al notar que la lengua de aquellas líneas, estaban escritas en formas totalmente extrañas: ininteligibles por donde se les mirase. Algo pudo, no obstante, observar: junto a las extrañas escrituras se encontraban "ilustraciones monstruosas". Infinidad de endemoniados trazos y las escenas más grotescas dieron más de un susto a la intrusa que luego, ya no pudo más, y huyó rauda del lugar.

Las noches posteriores a la última compra, madame Sanders me confesó que su amado había cambiado su personalidad por completo: a diferencia de antes, ahora raramente la recibía y pernoctaba en la biblioteca para luego, más no salir nunca.  Recibía poco alimento y ,a veces, se le oía caminar en círculos por la habitación durante horas. La viuda exigió entonces verlo, y gritó más de una vez que saliera a su encuentro, pero el difunto jamás nunca, sí quiera habló.

Fue la madrugada de un viernes, en la cual, misses me mandó a buscar urgentemente a través de su criado Roger. Según el mensajero, su ama se encontraba muy agitada y clamaba por ayuda urgentemente. Mientras iba de camino a la casa (que estaba a sólo un par de cuadras) exigí a Roger a darme mayores detalles al respecto. Según contaba, el amo estaba en la  habitación gritando como un loco, palabras de orígen y tono completamente desconocido. Se oían muebles romper y vidrios estallar sumado a maldiciones varias.

Llegué exaltado influenciado por los detalles  antes  revelados, y de inmediato, madame salió a recibirme. Me dijo que había intentado, sin resultados fructíferos abrir la puerta del occiso. Mientras me explicaba los algarabíos,  escuché gritos provenientes de la habitación y corrí al lugar ipso Facto. Efectivamente, la puerta no podía ser derribada; mis patadas y forcejeos continuos no surgían efecto, y la puerta parecía ser custodiada por una fuerza sobrenatural que me impedía entrar. Finalmente me hice de una gran hacha y tiré la pesada puerta, hachazo tras hachazo. Entré y la escena que a continuación ví, me dejó completamente sorprendido y asustado.

El viejo Roddeus, estaba sentado en un gran escritorio iluminado por una lámpara de plata muy grande. Tenía la mirada fija en una inmenso libro, que parecía tener las páginas de cuero y contornos muy anormales. Del tomo, salía una luz muy potente amarillenta que segaba su visión; una cara de espanto infernal. Traté de acercarme para apartarlo, pero sólo logré dar un par de pasos, ya que luego, me quedé completamente petrificado ante la última escena de mi querido amigo. La luz que emitía el Libro comenzó a amainar, pero eso fue sólo para presenciar, cómo Roddeus, poco a poco comenzaba a desaparecer frente a mis ojos. Se hacía transparente! podía ver todos los objetos que tenía a su espalda. Estaba absorto mientras mi amigo se hacía invisible, cuando de pronto, y junto con la luz desapareció por completo. Finalmente me pude mover, y corrí a la silla que estaba vacía; luego de frenéticamente buscar por los alrededores, llamé a madame Sanders y cuando entró, me preguntó por Roddeus de inmediato — no lo sé, ayúdame a buscarlo, lo tenía ante mis ojos pero ha desaparecido! — A los pocos segundos, la viuda soltó un grito gutural espantoso. Me dijo: — ¡El Libro, mira el libro! — Inmediatamente me acerqué al objeto, cuando de pronto, veo a Roddeus en una "ilustración" de los mil demonios: se encontraba sumergido hasta la mitad en una gran olla que ardía vorazmente. Con un fondo completamente negro, no se lograba distinguir arriba de abajo, y al lado de Roddeus y mientras se cocinaba, múltiples demonios miraban la escena y reían macabramente, mientras mi amigo pedía ayuda al cielo con una expresión que ya no daba mayores esperanzas.

Cuando nuestros ojos ya no daban cabida a tal asombro y desconcierto, de pronto, el libro de cerró súbitamente para luego, desaparecer en el aire tal como lo había hecho Roddeus para ya, nunca más, encontrarlo.

El bar de las almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora