«¿Apostarías por ello, princesa?»
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OLIVER
—Tienes cara de haber pedido cincuenta mil dólares en una partida de póker, princesa.
Le dedico una mirada asesina a mi mejor amigo, tomando asiento en el sofá frente a él.
—Y tú de que anoche no obtuviste lo que andabas buscando.
—Yo no andaba buscando nada —replica, concentrándose de nuevo en la pantalla de su celular.
—Claro, y por eso anoche me pareció que se te había metido un cohete en el culo cuando te presentaste en la casa de al lado medio minuto después de recibir mi llamada.
—Me encontraba rebuscando algo en la cocina cuando el móvil me sonó, y no es que lleve mucho tiempo llegar a la puerta principal y cruzar los jardines frontales desde ahí.
—Ajá. —Pongo los ojos en blanco—. No entiendo cuál es tu problema con aceptar que la chica te está volviendo loco desde que la conociste.
—Tú sabes cuál es. —Sus ojos verdes me miran esta vez—. Además, ella tiene novio.
—Lo sé —pronuncio notando el abatimiento con el que ha dicho las palabras.
—¿Lo sabes? —Sus cejas se alzan.
—Sí. El chico había estado ahí tan solo un minuto antes de que te marcara para que le dieras el aventón. ¿Recuerdas al rubio que vimos llegar ayer por la mañana?
—¿El novio de tu salvaje?
—Ella no es mía —pronuncio, y las palabras me saben amargas—. Ni de nadie, por lo visto. Ellos dos solo son amigos... muy cercanos.
—Ya. ¿Entonces por quién él había venido era por Lisa?
—Exacto. —«Y yo quedé como idiota al suponer lo contrario cuando esa bruja dijo que no me podía besar»—. Pero no te preocupes, entre esos dos hay algo que no va nada bien. Pude notarlo.
Edward resopla.
—Y por eso me llamaste, ¿no? ¿Porque viste una brecha en su relación y creíste que yo podría colarme fácilmente por ella? —Mi respuesta es un ligero encogimiento de hombros—. Eres increíble, en serio.
—Todos los malditos días de mi vida lo soy. —Le devuelvo una sonrisa que a él no parece causarle ningún tipo de gracia—. Vamos, Ed, ¿por qué tanta hostilidad?
—¿Por qué tanta hipocresía de tu parte? —replica con ironía.
—¿Pero de qué cojones estás...?
—¿Por qué tu cara larga al entrar? — Esta vez el que sonríe es él—. ¿Por qué no me dices que te dijo la salvaje esta vez para hacerte enojar? Ah, espera, no hace falta. Estoy seguro de que volvió a mandarte a la mierda y tu pondrás todo tu esfuerzo en fingir que no te importa cuando claramente te estás muriendo por una oportunidad.
Dejo escapar un resoplido.
—¿Qué clase de chorradas son estas, Edward? —Apoyo los codos sobre mis rodillas, inclinándome en su dirección—. Porque hasta ahora creí que me conocías lo suficiente para saber que no soy de los que se hecha a morir por una mujer.
—Eso es porque ninguna te había dicho que no en el pasado.
—Samanta lo hizo —digo, y no sé porque cojones lo hago cuando sé que...
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EUREKA / Un Verano para Encontrarte [YA EN LIBRERÍAS]
RomanceDinero, placer, fiestas, y mi pasión: las apuestas. En eso se resume la «mundana» vida que llevo en Miami. Un desmadre en todo su esplendor, si me lo preguntan. Pero, ¿qué pasa cuando soy obligado a pasar el verano lejos de todo eso, en un pueblo ba...