Capítulo 20: No me queda nada

121 16 4
                                    

La diminuta señora manca viajaba transportando dos enormes valijas vacías. No pesaban demasiado, pero le dolían los dedos en el sostenido esfuerzo de apretar ambas valijas con una sola mano. De repente se detuvo, había encontrado la solución. Tomó una de las valijas, se metió dentro y continuó su camino llevando cómodamente la otra.

Como amante de la literatura, a lo largo de mi vida le busqué varios significados a este escrito. Cada vez que lo analizaba en profundidad encontraba un supuesto significado nuevo. No se conoce la autoría, su creador hizo que sea publicado como anónimo. Calculo que quien lo escribió, no quería que se conozca su nombre para que nadie le pregunte a qué se refiere.
Después de todo lo ocurrido hace dos semanas con Fabrizio, le encontré otro significado.
Los problemas asemejan a valijas vacías, ya que son abstractos. Pesan, porque todos hacemos de ellos algo con lo que lidiamos a diario y terminamos dándole precisamente eso, peso. La señora es diminuta porque es así como nos sentimos frente a un problema, nos hacemos cada vez más chiquitos. Llevaba ambas valijas con una sola mano, le faltaba la otra, es una herida. Los problemas conllevan batallas, que a veces pueden hacernos daño y dejar marcas tanto en nuestro interior como en el exterior también.
Se detuvo y encontró la solución, es lo que nadie hace. Cuando tenemos un problema, tendemos a agobiarnos y repetir una y otra vez que no sabemos que hacer. Solo cuando te detenes a reflexionar podes encontrar una solución. Tomó una de las valijas y se metió dentro, no podes solucionar un problema si no te adentras en él, para llegar al fondo de la cuestión. Y continuó su camino llevando cómodamente la otra, es simple, cuando te pones a resolver de lleno uno de tus problemas detenidamente, en vez de angustiarte por todos juntos, el resto los llevas cómodamente. Se hace más liviano.

Mi problema se llama Fabrizio Cardellicchio. No tuvo reparo en jugar conmigo y con lo que sentía. No estoy enojada, no le mentí cuando lo abracé aquella noche y dije que lo perdonaba, lo sostengo. No le guardo rencor, es eso lo que no hace tan pesada esta valija. Estaba intentando no volver a sentir esto pero se me hace inevitable, la decepción me persigue. Es como si no quisiera alejarse de mi. En esta dos semanas recibí al menos más de cien llamadas, escuché todos los audios junto con los correos de voz y perdí la cuenta de los mensajes. Todos se preguntan porque no lo bloqueo de mi teléfono. No quiero hacerlo, porque repito, no estoy enojada. No siento bronca, no siento amor, no siento ganas de llorar, no me queda nada. Sólo decepción.
Me cambié de hotel, estoy quedándome con todos los integrantes del equipo, incluida Malena. No volvimos a cruzar palabra. Una sola vez lo intentó, al lunes siguiente de esa noche en la fiesta, simplemente contesté que no quería volver a tocar el tema. Jamás lo mencionó de nuevo. Después de 15 días, todavía no le conté la verdad a Sofi, es mi mejor amiga pero la humillación que siento es tan grande que no sé por donde empezar. Sabe que pasó algo, pero lo minimicé y lo de mudarme de hotel le dije que lo necesitaba por el equipo, lo entendió o al menos fingió hacerlo.
Mi consuelo son los entrenamientos y las charlas con Juan Pablo. El sábado después de lo qué pasó, me lo encontré en la puerta, lloré desconsoladamente y fue él quien me acompañó al hotel. Le conté todo porque necesitaba desahogarme, me advirtió y no lo supe escuchar. Al momento, es la única persona que lo sabe, tuve que convencerlo para que no vaya a buscarlo e inicie una pelea. Quería además que deje de usar la cadenita de Fabri y se ofreció a ser él mismo quien se la llevara. Agradecí su oferta, pero no me parece correcto. Este objeto es importante para él. Que se lo lleve Juan Pablo sería provocarlo demasiado. Es de locos, pero lo sigo cuidando. Uno de los dos tiene que hacerlo. La llevo puesta, no tuve la valentía de sacármela y también tengo miedo de perderla. Me encantaría despertar un día y que todo sea mentira, pero ya me convencí de que eso no va a pasar, porque esto es la vida real. 

Muy a pesar de mi pena de amor, estoy sumamente preparada para las nacionales. Cada día dejo las angustias afuera de la pileta y me concentro en este deporte que tanto amo. Hoy es el último entrenamiento. Mañana, salimos rumbo a la ciudad. Por fin voy a volver a casa, hogar dulce hogar y reencontrarme con mi papá. Llevo evitándolo todos estos días, no puedo fingir con él, se daría cuenta y que venga no es buena idea. Necesito superar esto sola.
Llego al hotel y me dispongo a preparar las valijas, Juampi prometió venir a ayudarme. La verdad es que después de casi tres meses acá no veo la hora de irme, pasó de todo este verano. Sofi y mis amigas se van en dos días, asi que prácticamente volvemos juntas.
Dan golpecitos en la puerta, como siempre Juan Pablo tan puntual
- menos mal que llegast... — me detengo porque lo menos tengo son ganas de ver a la persona que este frente a mi puerta ahora.
- Hola Nina — me saluda un espectro de Fabrizio, su semblante es cansado como si hace días no pudiese dormir, lo noto triste y vacío.
- ¿Que haces acá? — verlo despierta todo el dolor y la rabia contenida.
- No respondes mis mensajes, ni mis llamadas. Necesito que hablemos — pasa sin que lo invite a entrar, tan propio de él
- Si no te contesto, es porque no tengo ganas de hablar con vos ¿no es más que obvio?
- Delfina no seas así, resolvamos esto.
- Resolver ¿que? No tengo nada para resolver. Tiraste a la mierda todo lo que teníamos ¡por una campera firmada! ¿Tenes idea de como me siento después de tu apuesta? — comienzo a perder el control.
- Yo también la estoy pasando mal ¡Diossss! Quiero que me escuches, no seguí la apuesta, cuando te conocí fue real, no estaba jugando con vos. Te quiero.
- Claro, ahora decidís que me queres, que ya no tenes ganas de jugar conmigo, ya te perdone si es eso lo que te atormenta, no me quiero enojar con vos, no tengo ánimos ni fuerzas para hacerlo.  ¿qué más tengo que hacer?
- Confiar en mi, eso es lo que tenes que hacer.
- No Fabrizio, ese error ya lo cometí.
- Dijiste que me perdonabas.
- Lo hice y no me arrepiento. Pero también te dije que te dejaba y sostengo ambas cosas. No quiero hablar con vos. Necesito que te vayas de mi habitación y de mi vida.
Agachó la mirada y abrió la puerta, no dijo ni una sola palabra más. Simplemente salió, se fue y agradecí profundamente que sea en silencio.

Son menos de las 9 am, voy a despedir a mis amigas en el hotel que compartimos todo el verano juntas. El micro del equipo que nos lleva al aeropuerto va a pasar a buscarme. El entrenador Ramirez estuvo de acuerdo. Subo al piso en el que está mi mejor amiga, ahora se queda sola. Me recibe con un abrazo. Puede leer mi mirada a la perfección, no la estoy pasando nada bien y aunque no le conté cual fue el problema, estoy segura de que lo sabe. Charlamos de cómo va a ser la competencia, me lleva bien lejos de hablar de Fabrizio. No tengo humor para nombrarlo siquiera. Que se aparezca de imprevisto e irrumpa en mi habitación removió todo el dolor, la bronca y lo humillada que me siento. Quizás no estoy destinada a que las personas me tomen en serio, sino a que siempre se burlen de mi. Ojalá algún día pueda torcer mi suerte.
Recibimos un mensaje de Abru y Flor que están en el hall del hotel esperándonos, sin darme cuenta, también estamos cerca de la hora en que me van a pasar a buscar. Avisamos a nuestras amigas que estamos por bajar a encontrarlas. Ellas regresan mañana a la ciudad y en solo dos semanas más, empezamos a cursar en la misma universidad así que vamos a combinar para vernos casi a diario. Soy feliz de haberlas conocido, sin dudas son lo mejor del verano. Al igual que haber conocido a Gonzalo.
En la mañana siguiente a esa noche donde toda la verdad salió a la luz, se acercó a mi habitación. Me explicó que no sabía absolutamente nada de la apuesta con lágrimas en los ojos. No entendía como sus amigos fueron capaces de algo así y la verdad que yo tampoco. Me alcanzó con ver la angustia que cargaba para darme cuenta que no tenía nada que ver con los otros dos, pero no podía afirmar lo mismo de Demian. El si lo sabía.
Se abre la puerta del ascensor y Gon corre agitado hasta donde estamos
- Perdón por esto — dijo casi sin aliento.
No sabemos a qué se refiere pero minuto y medio después Fabri baja corriendo por las escaleras. ¡Genial!.
Agarro mis cosas para salir de acá e ir al estacionamiento donde en minutos el micro, con todo el equipo, me va a pasar a buscar. No fui lo suficientemente rápida. Fabri me alcanza, me agarra y me gira para que quede frente a él
- ¿a donde vas?
- A mi casa, a la competencia. Mejor dicho ¡Que te importa! — me safe de su agarre con brusquedad.
- No te podes ir sin hablar conmigo y arreglar lo nuestro.
- Te acordaste tarde Fabrizio. Lo nuestro ya no existe — busco en mi cuello la cadenita que le pertenece, ni siquiera me tomo el tiempo de desprenderla la arranco y se la doy — esto es tuyo, era lo único que quedaba entre vos y yo.
- Llevala, quiero que te la quedes. No lo uses si no queres, pero por favor tenela con vos.
- No me interesa nada de vos, la voy a tirar si no la agarras.
- Te conozco, no lo harías. Es importante para mi, vos no sos así. — suspiro agotada de que me conozca tanto. Le doy la espalda una vez más dispuesta a irme. Como buen testarudo que es me gira de nuevo.
- ¿Otra vez con lo del bracito? ¡Dejame en paz! ¿Que buscas de mi? ¿Queres apostar para ganar un jean ahora para completar tu outfit?
- ¡Podes parar un poco! ¡Me estoy esforzando para explicarte pero no me dejas! — habla en tono más elevado.
- ¡¡Ni sueñes que voy a dejar que me grites!!
Escucho la puerta de un auto cerrarse con fuerza, al voltear para ver quien es veo a Juampi correr directo hacia donde estoy con Fabrizio. Vuelvo a soltarme de su agarre para ir al encuentro de Juan Pablo, cuando Fabri se da cuenta de mi intención me grita
- ¡Delfina, vení ya acá!
Eso es todo. No puede decirme que hacer, no tiene derecho a hacer de mi lo que quiera. Tengo muy en claro que paso dar en este instante para que me deje de molestar. Es la única alternativa, esta historia tiene que terminar.
Quedo frente a frente con Juan Pablo, me examina para comprobar que esté bien
- ¿te hizo algo? Cuando lo vi gritarte no me aguante, por eso baje. Alguien le tiene que enseñar como se trata a las mujeres — lo agarro fuerte para que no vaya a buscar pelea y sin dudarlo más lo beso. Al principio se queda inmóvil, está tan sorprendido como yo, pero al cabo de unos segundos me sigue el beso. No tengo intenciones de prolongarlo más, me separo y me dice
- ¿Y eso que fue? — pongo un dedo en sus labios pidiendo que se calle
- Shhh, por favor no preguntes. Sacame de acá.
Siento el brazo de Juampi rodearme los hombros y salimos así, directo a su auto que persigue el micro que va a llevar a nuestros compañeros al aeropuerto, después al avión que va a dejar este verano, esta ciudad, esta historia y estas casualidades atrás. En ningún momento me doy vuelta para ver a Fabrizio, ya no mas. Esto se terminó. Necesito volver a casa y reencontrarme conmigo misma porque acá ya no me queda nada.

Mi Casualidad Mágica #1 : En PedazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora