Capítulo 4: Velocidad del sonido

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¿Cuándo usas a un francotirador para matar a alguien?

Una bomba es efectiva, pero crea daño colateral. Un asesino en la calle tiene el peligro de ser capturado y que lleve a ti. El veneno no es efectivo en paranoicos como F. Un accidente puede fallar y requiere conocer la agenda de tu objetivo.

No, un francotirador es la forma ideal de matar a F. Es personal, lejano y difícil de rastrear en caso de que falle. Es público y hará que los medios se enteren. Es imposible de evitar si no fuera por el mensaje de texto que F recibió hace un instante.

La atención de F se centró en la inmensa ventana de su sala. Un vidrio gigante, con vista panorámica a toda la ciudad. Drones, taxicópteros, más drones, edificios, más drones, calles manchadas de arena, techos. Su asesino podría estar en cualquier lugar, viéndolo ahora mismo.

F mostró a Andrés el mensaje en pantalla.

<J> Te van a matar. Francotirador. Aléjate de las ventanas y sal de ahí ya, ya, ya.

Andrés se sentó en el sofá con el móvil en la mano, leyendo letra por letra el mensaje, pensando con esfuerzo. La sala era un amplio espacio con pisos de falsa madera gris. Un techo semitransparente de iluminación uniforme gracias a una inmensa matriz de LEDs. La pared se convertía en una pantalla sincronizada con todos los móviles de la casa. El televisor estándar de los apartamentos de Abu Dhabi.

- ¿Quién es "J"? - preguntó Andrés al fin.

- Es Juliane Deckard, al parecer, la agente de la Interpol.

- ¿La que prometió arrestarte en streaming mundial?

- Sí.

- Con la que dices que "volaste una cometa" esta mañana.

- Sí.

- ¿Qué carajo quiere decir que volaste una cometa con ella?

- Exactamente lo que significa - respondió F distraído.

Andrés lo jaló del cuello de la camisa y lo obligó a mirarlo a los ojos.

- ¿Esto es un chiste? ¿Una "campaña de marketing" de las que nunca me haces parte?

F tomó el brazo de Andrés, pero no hizo demasiada fuerza.

- No es un chiste y tengo tanta información como tú. Juliane se me apareció por la calle, me habló sin decirme quién era, fui un idiota y hablé de más.

- ¿Le dijiste a una mujer cualquiera por la calle que estoy vivo?

- Sí, es fantástica Juliane - respondió F con auténtica admiración.

Andrés lo soltó, saltó del sofá a la cocina y recordó que Ketchup estaba ahí. Un confundido niño sin padres, familia ni contexto.

Andrés y F nunca fueron grandes amigos. Tras crecer como un piloto estrella en la Fuerza Aérea, Andrés usó su influencia para ayudar a F a estudiar en Stanford. Ahí fue reclutado como analista en la CIA y perdieron contacto hasta que la enfermedad de su madre los reunió.

Estos seis años viviendo juntos habían sido difíciles. Ver el peor lado de su hermano, seguir planes que no parecían tener conexión. Guardar la frustración de estar a la sombra "por protección".

También era suficiente tiempo para saber que F, aún en la peor situación, tendría un plan.

- OK, ¿Por qué la agente de la Interpol que te está persiguiendo te advierte de un francotirador?

- No tengo idea.

O no. Andrés suspiró.

- ¿Intentaste preguntarle?

Guía de Emprendimiento PosapocalípticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora