Al día siguiente me desperté sobre las 10:00 de la mañana. Tranquilamente. Me levanté del sofá, bostecé como un león y me dirigí a la cocina. Mire el calendario por curiosidad. Era lunes. Lunes.
-¿¡LUNNNEEEES?!
Cogí mi traje, la chaqueta, mi cartera y salí corriendo de casa. Corrí hacia el metro. Bajé las escaleras y cogí mi tren correspondiente justo a tiempo. Ya dentro del vagón, me pude sentar y relajar. Entonces, recordé lo que pasó anoche. Y a Lance. No quise darle más vueltas porque no merecía la pena. No le volvería a tocar. Nunca.
En cuanto llegué a la puerta de mi trabajo, mi jefe me estaba esperando.
-¡Hombre, Keith! Se te han pegado las sabanas eh. Ahora ponte a trabajar ¡YA!
- Sí ahora mismo voy señor. Lo siento.
-¿Tu novia quería mandanga y por eso te entretuviste?
-No, señor.
-¿Entonces es un tío? Qué maricón. JA.
-No, señor, perdone.
-Mira como se disculpa el Mariquita.
- Lo siento por llegar tarde. - las lágrimas empezaron a brotar, me habían insultado y mi corazón estaba destrozado por todo. Era lo que me faltaba, pero me lo tragué, decidí pasar y olvidarme de aquello.
Salí del trabajo cabizbajo. Todos en la oficina me miraban, me veían triste y nadie hacía nada, ni se acercaba siquiera. No solía ser tan débil cuando era más joven, cuando alguien se enfrentaba a mi, yo no me contenía y se lo devolvía con más dolor. Pero ahora, simplemente no puedo, algo me detiene.
Los días en el trabajo iban empeorando cada vez más, los insultos aumentaban y yo, sin hacer nada. Hasta el Viernes. Ese día mi jefe se pasó demasiado. Llegué más temprano de lo normal y me senté en mi puesto. Lo hice así para no encontrarme con ese ser. No debería haberlo hecho. ¿Qué culpa tengo yo? Sí, soy gay, ¿pasa algo? Sí te doy asco te das la vuelta y te vas, ¡joder! El caso, en cuanto mi jefe entro por la puerta, le vi las intenciones, su sonrisa le delataba.
- ¡Hombre si esta mi chico Gay favorito! ¿Cómo es que estás aquí tan pronto? Ah, ya se, te ha dejado el novio porque no se la metías bien ¿verdad? Pobrecito, ¿Quieres que te de cremita para que le calmes el culo? Seguro que le tiene super rojo. Ah, no, a lo mejor te la metía él a ti y se ha enfadado porque no le has dejado terminar dentro, pobre.
-No es eso, solo que me apetecía trabajar solo.- Lo dije, pero no me escucho, él siguió hablando por ese basurero a lo que llaman boca.
-No estés deprimido, todavía puedes volver con él, ni si quiera esta muerto.
Me levanté de golpe del asiento en cuanto escuché la palabra "muerto". Me puse en frente de él, le miré a la cara y le golpeé. Le dí tan fuerte que se dio contra la mesa e hizo un gran estruendo. Vi lo que le hice, le desencajé la mandíbula, sangraba muchísimo por la boca y escupió dos o tres dientes, la nariz también le sangraba. Justo en el momento en que se levantó, el hombre de seguridad entró en mi oficina y le agarró para que no me pegara a mi. Si no fuera por él, ahora mismo estaría muerto. Supuse que estaba despedido, así que cogí mis cosas y me fui, me sentía tan aliviado de haberle dado su merecido a ese cabrón. Él no sabe de que habla. Si pudiera le mataba allí mismo. Pero paso de que me metan en la cárcel por homicidio del hombre más homófobo del mundo.
Me dirigí hacia casa, no sin antes comprar algo de alcohol para olvidarme de esto. Entré en el supermercado de siempre y entré en la sección de bebidas. Elegí un Ron Menta de los fuertes y me dirigí a la caja. No me dí cuenta hasta que me tocó el turno para pagar.
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El Metro de las 3:30 (Klance, Yaoi Hard)
RomantikYa eran las 3 en punto por lo que yo salía de trabajar como cada día. Bajé las escaleras del trabajo y me encaminé hacia la estación de metro. Compré mi entrada y fui hacia el metro que me llevaría hacia mi casa. Esperé allí hasta que el metro paró...