Epílogo.

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Corrimos hasta la puerta de mi casa. Lance iba detrás de mí intentando darme una hostia, pero soy tan ágil que ni un rinoceronte podría derribarme. Ego a parte, el chico moreno tenía la cara roja de correr y respiraba tan fuerte y rápido que cuando paramos se agachó y me agarró de la chaqueta para no caerse.

- Dios, hacía tanto tiempo que no corría libremente...

- Jeje, pareces un tomate. - me burlé de él.'

Él solo sonrió mirando hacia arriba donde estaban mis ojos y yo copié sus gestos. Intenté levantarle y le subí a mi espalda, a caballito. Lance se apoyó en mi espalda y se agarró a mi cuello. Se acercó a mi pálida oreja y me susurró:

- Te quiero.

En ese momento me sentí el hombre más afortunado del mundo por estar con la mejor persona que existía. Se me erizó la piel al escucharlo y rápidamente subí las escaleras hasta mi piso. Abrí la puerta y me dirigí a mi habitación. tumbé a Lance en la cama y me quedé a 5 cm de sus labios. Desde esa perspectiva podía observar su cara por completo, su pequeña y alargada nariz, sus ojos cerrados, sus cejas morenas y su frente lisa que acababa en su pelo corto y suave. Él estaba durmiendo o se hacía el dormido porque cuando fui a besarle en el cuello Lance sonrió de forma pícara.

Ahora mismo es lo único que quería ver. Su inconfundible sonrisa.Decidí seguir bajando, le metí la mano por debajo de la camiseta hasta su pecho. Le lamí el cuello de arriba a abajo y noté como un escalofrío recorría su delgado cuerpo. Seguí explorando su pecho hasta que encontré uno de los pezones, le acaricié un poco y le pellizqué

- ¡Ah! ¡Keith!

-¿Te he hecho daño?

- No, sigue por favor.

- ¿ Así que no estabas durmiendo, eh? ¿Te voy a tener que castigar?

- Si quieres...

- Has sido un niño muy malo... - dije yo a escasos centímetros de su cara.

Justo después le besé, juntamos nuestras lenguas y como si fuéramos un doble nudo, no nos separábamos por nada. 

Bajé mi  mano hasta su pantalón y le agarré su miembro por encima la ropa. Poco a poco se la iba poniendo más dura, pude notarlo mientras se la apretaba. De vez en cuando Lance gemía y tenía los ojos un poco llorosos. Separamos un momento nuestros labios y lance me habló como pudo:

- Keith, tócame más, estoy tan duro que me duele, joder.

Le sonreí y baje por su cuerpo, le saqué la camiseta con cuidado y le besé la barriga, las caderas, la pelvis, hasta su pene. Realmente la tenía dura, como una maldita roca, a poco que se la tocaba, se quejaba. La chupé un poco para mojarla y después me la metí en la boca. No era excesivamente grande por lo que me entraba entera en la boca. 

- Dios, Keith. - dijo el mientras arqueaba su espalda.

Yo proseguí metiéndomela y sacándomela de la boca a la vez que jugaba con ella con la lengua y manos. Era suave y se le notaban algunas venas lo cual le hacía extremadamente sexy. Ademas estaba depilado. Perfecto.

- Keith me voy a correr, cuidado.

- No te puedes correr ahora. - le tapé la punta del pene con el dedo gordo y subí mi cabeza para besarle.

-¿Te puedo meter un dedo?

- Bueno.

Metí mis dedos en su boca, humedeciéndolos y poco a poco se los fui metiendo en el culo.

-¡Ah! Duele...

-Aguanta Lance.

Yo la tenía igual de dura que Lance y no aguantaría mucho más. Movía mis dedos de delante a atrás y rozando su punto G hasta que se dilató suficiente para meter mi polla.

El Metro de las 3:30 (Klance, Yaoi Hard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora