Esa pequeña oración había provocado que Zeus , rey de los dioses, se enfadara aún más. La noticia de que volvían no le había sentado muy bien y ahora esa irrespetuosidad agravó el enfado que iba acumulando y pronto estalló.
Se levantó de su trono con gesto amenazador, iba a golpear a la chica por tal insolencia, pero se detuvo al sentir algo puntiagudo en el cuello. Al girarse vio a su hermano Poseidon con el tridente en mano apuntando hacia el cuello de Zeus.
-Hermano, ni se te ocurra ponerle la mano encima a mi hija. -
Su voz era tan sosegada que hasta daba miedo de la tranquilidad que transmitía. Se dirigió hacia su hija.
-Meredith disculpate ante tu tío, que hoy está un poco más irritable de lo normal. -
Ella sin protestar, porque no le convenía nada rebatirle a su padre una decisión.
- Lo siento tanto tío, espero que no te haya causado ningún tipo de molestia o problema mental el simple hecho de verme. -
Eris se aguanto una carcajada, Zeus por la contra intentaba buscar la manera de encontrar algo ofensivo en lo dicho por Meredith pero no era capaz. Así que lo dejo estar.
Durante un instante el silencio reinó en el gran salón del trono. Hasta que Hera decidió romper el silencio.
- ¿A que se debe que hayáis regresado tan pronto? El mensaje no especificaba nada.-
- Hemos tenido un problema con las Furias, han ido sin motivo a por Meredith. - Eris mira fijamente a Hera mientras le responde.
- Además de que eran más fuertes de lo normal. Era como si supieran lo que iba a hacer en cada momento. Por eso acabé tan herida. -
- Es extraño, deberíamos hablarlo con nuestro hermano. ¿Algo más que haya ocurrido en la playa? -
Meredith no responde, por primera vez desde que entró por la puerta se percató de que faltaba un dios. Su mente era asaltada por un montón de preguntas. No se dio cuenta de que la llamaban hasta que Eris le tocó el hombro. Entonces volvió en sí y oyó como la llamaba su padre, pidiendo que respondiera a la pregunta que le había formulado hace un rato.
Cuando se disponía a responder, se vio interrumpida por la llegada de el dios que hace un momento se había dado cuenta de que faltaba. Era Ares, dios de la guerra, que con toda la calma del universo se dirije a su trono para sentarse con tranquilidad. Su rostro transmitía aburrimiento y cansancio. Meredith lo miraba casi sin pestañear desde que había llegado. Algo en el había cambiado y no sabía lo que, cosa que le generaba una gran preocupación.
Zeus, como siempre le recriminó llegar tarde. A lo que Ares contesto.
- Vengo cuando me da la gana padre. Tengo mejores cosas que hacer, como para perder el tiempo en estas absurdas reuniones. -
Eso sentó a Meredith como si le hubieran tirado una jarra de agua fría por la espalda. Decidió pasar de él por un tiempo y contestar a lo que le preguntó su padre.
-No padre, nada que destacar sólo eso las Furias estaban demasiado extrañas. Ahora me gustaría instalarme en mi habitación. Si me disculpais. -
Salió de la estancia sin mirar atrás, sabía que Eris la seguía. Oía sus pasos detrás de ella. Una vez llegaron a él palacio de Poseidon se dirigieron a su habitación donde todo ya había sido colocado. Miró hacia Eris.
- Parece que te olvidas que las Neridas adoran ayudar. -
- Cierto, supongo que papá pidió ayuda para darme una sorpresa. Tu estas tardando mucho en sacarte ese vestido. -
- No quiero dejarte sola, se te nota mal. -
- No te preocupes, no me voy a mover de aquí estoy muy cansada. -
- Valeeee, ahora vuelvo. -
Meredith sonríe, adora a Eris y que se preocupe tanto por ella. Se tumba en la cama, mira hacia el techo. Le encantaba el cuadro que había pintado en el techo, era una escena marina preciosa y le producía una enorme paz. Cerró los ojos intentando descansar un rato.
Unos pasos se oyen en la lejanía, Meredith supone que son los de su mejor amiga, pero estaba equivocada. Cuando la puerta de su habitación se abre un olor que conoce a la perfección inunda sus fosas nasales.
- Ares - susurra.
El se dirige hacia la cama donde se sienta en el borde . Durante un tiempo ninguno dice nada, el rostro de Ares denota enfado. No es capaz de contenerse así que directamente le dice a Meredith.
- ¿ Por qué cojones no me avisaste Meredith? -
- ¿ Avisarte de que? -
- No se, de que no podías con las Furias. -
Meredith abre los ojos y se incorpora sentándose en la cama.
- ¿Tan poca fe tienes en que se arreglarmelas sola? . Ares ya soy mayorcita, se cuidarme sola. -
- Claro por eso casi consigues que las Furias te maten. Eres una irresponsable. -
- Fue a hablar don irresponsable. Al que le importa tres pimientos como acaben los demás con tal de salirse con la suya. -
- ¿ Cres que no me importa lo que te pase? -
- No he dicho eso Ares.-
- No lo has dicho pero lo has dejado claro con lo que no me importa nada lo que le pase a la gente a mi alrededor pero te equivocas. -
La voz de Ares transmitía dolor, sin pensarlo dos veces se levanta de la cama para marcharse. Cuando sale por la puerta la cierra tras el. Meredith se queda mirando fijamente hacia la puerta. Durante un instante duda de que hacer pero algo en ella le dice que vaya a disculparse. Así que se levanta de la cama y corre llamándolo para que se detenga pero el no lo hace hasta que siente como los brazos de Meredith lo rodean por la espalda.
- Lo siento mucho Ares, no se que me pasa por la cabeza. Es todo tan confuso. -
- Meredith... -
- Chitón, que si no luego no acabo. Desde que fue la pelea no se que me pasa es como si no fuera yo. -
- Lo he notado pero pensé que era cosa mía. -
- ¿Me perdonas puto? -
- Claro -
Meredith lo suelta y el se gira para darle un pequeño abrazo. En eso se oye de fondo.
- Creo que tanto amor me va a hacer vomitar -
Era la voz de Eris que porfin había regresado.
- Es envidia lo que detectó en tu voz querida Eris -
- No, porque me prefiere a mi querido Ares -
Ambos se miran fijamente con odio en su mirada. Meredith niega con la cabeza sonriendo.
Veía la escena mientras recordaba alguno de los piques entre ellos dos y le hacia mucha gracia por que no cambiaban. En eso oye una voz.
- Eso acabará muy pronto semidiosa. Ten mucho cuidado. -
Con esa oración en su cerebro, vio con temor a Ares y Eris preguntándose a que se refería la voz.
ESTÁS LEYENDO
La verdad que oculta el océano
FantasyMeredith una joven de no más de veinte años oculta un enorme secreto, el cual se verá comprometido cuando intente proteger aquello que más valora en este mundo, la amistad. No todo es lo que parece y la gente oculta más de lo que uno llega a creer...