Suena el despertador, 9:30 de la mañana.
Me despierto y apago esa horrible alarma, no puedo creer que siga con ese maldito sonido para despertarme, tengo que cambiarlo, me recuerda demasiado al colegio.
Miro a mi alrededor y la buardilla que tengo por cuarto está más ordenada de lo normal. Sobre la mesa no hay ropa, tampoco hay libros tirados por el suelo, la zona del sofa y la tele está recogida, y hasta el enorme cuadro de Audrey Hepburn está derecho. Como se nota cuando mamá pasa por aquí mientras yo duermo...
Bajo a desayunar con mi pelo moreno casi por la cintura recogido en una coleta medio caida y mi super glamuroso pijama de verano (una camiseta enorme de propaganda).
-Buenos días mama- le digo al verla preparando el desayuno, gofres con chocolate, mis preferidos.
-Buenos días cariño ¿Estas nerviosa?
No se ni para qué pregunta pienso, como si no supiera de sobra la respuesta.
Mi madre puede llegar a ser algo irritante, supongo que también tendrá algo que ver mi personalidad y que suelo tomármelo todo a mal, pero igualmente y aunque se que lo hace con su mejor intencióm, es un poco pesada. De todos modos no puedo echarle nada en cara, estamos muy unidas y al ser su unica hija debo reconocer que me tiene algo mimada.
Para cualquiera ir a un campamento es algo divertido, para ir con tus amigos y en absoluto algo que te asuste, pero cuando vas sola a un campamento en la otra punta del país a conocer a tu padre sin que él lo sepa, la cosa cambia.
Me tomo los gofres pensativa, no soy la tipica chica que pierde el hambre por los nervios, al contrario, antes de un examen me comería el bote de nutella de un kilo. Cuando termino me levanto, subo a mi cuarto y termino la maleta. Me ducho, me peino y me dejo el pelo suelto con un pañuelo a modo de diadema, me pongo mis pitillos preferidos, una camiseta dos tallas mas grandes a la mia y mis nike, estoy lista.
Cojo mi maleta y la bajo por las escaleras de casa. Esperandome abajo está mi hermano, bueno, el hijo de mi madre con su nuevo novio. Tiene doce años, cinco menos que yo y nos llevamos bastante bien. No es muy alto para su edad, es moreno con los ojos marrones, con la cara llena de pecas y una cara de angelito que me deja fuera de juego en todas las discusiones que tenemos. Sin duda se parece a su padre, pero con la sonrisa mamá.
-Adios Javi- le digo con una sonrisa de cariño -cuidate ¿vale? Nos vemos al final del verano-
-Adios Ali, suerte con tu padre, voy a echarte de menos- y se lanza sobre mi para abrazarme.
Es un niño es adorable la verdad.
Mi madre aparece y me pregunta si estoy preparada, asiento y las dos salimos de casa, nos montamos en el coche y empieza ese silencio incomodo.
Fui yo quien insistió en ir a un campamento en un campo cerca de Huelva, solo porque me enteré de que mi padre estaría allí, mientras que a mi madre la idea no le hacía ninguna gracia. Mi padre se fue de casa sin motivo cuando yo tenia un año, y nunca dio señales de vida, no contestaba a las llamadas y nunca se preocupó por nosotras, asi que me dejó ir al campamento con una condición: que me registrara con otros apellidos, para que mi padre no supiera quién era hasta que yo decidiera contarselo. Y así lo hice, pero de todas formas estoy asustada, me parezco mucho a mi madre y tambien a mi padre, es verdad que hace 15 años que no me ve, pero me prepcupa que me reconozca nada mas verme.Decidí romper el silencio:
-¿Y Javier? ¿Dónde está?- Javier era su segundo marido, y pregunté por él porque me extrañó no verle en casa al desayunar.
Tardo unos segundos es contestar
-Está... en Paris, París por negocios.-
Pude darme cuenta de que le cambió la cara por completo, de pronto mostraba un aspecto frío y serio. Sonó muy poco creible, pero decidí no darle importancia.