CAPÍTULO 20. UN DEMONIO CON VESTIDO

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El trayecto de regreso no fue nada diferente al primero. Bulma, montada sobre la moto, dejaba ver completamente sus piernas y temía que debido al escote gigante de la espalda también se le viera el trasero.

Definitivamente aquella mujer era una vulgar a la que le gustaba que todas las miradas se posaran sobre ella.

Al menos traté de pensar en que yo era el único que tenia el privilegio de tocarla.

-Buenas noches, señor y señorita -saludó el sujeto gordo que se encontraba en la mugrosa recepción de aquel horrendo lugar. Más le valía no a ver visto libidinoso a mi chica.

-Buenas noches -respondió la mocosa.

La llevé de la mano hasta el ascensor esperando a que éste bajara.

-¿No te molestó? -preguntó de repente.

¿Molesto? Por supuesto, me hervía la sangre solo de pensar en otros insectos mirándola de forma descarada, tal y como lo hacia yo. Aunque no los culpaba, a ella le gustaba tener atención, que la elogiaran, tener a cualquier insecto rendido a sus pies.

Sí, me molestaba.

-¡Claro que sí! -ella me miró con culpa -¿Cómo se te ocurrió si quiera que eso puede ser un vestido?

Pestañeo varias veces y frunció el ceño.

En ese momento las puertas del elevador se abrieron y la invité a pasar llevándola de la mano, como un maldito buen caballero.

Pulsé el botón.

-No, Vegeta. Yo estoy hablando sobre lo que sucedió con... -antes de que las puertas se cerraran por completo un pie sobre un tacón negro, lo impidió.

Mierda.

Nuevamente las puertas se abrieron dejando ver a la candente morena con la cual me había revolcado. Ni siquiera sabia su nombre y no me interesaba. Tampoco tenía gran interés en que Bulma, llegase a saber algo.

La chica nos miró a ambos y me sonrió con descaro. Estaba jodido.

-Buenas noches, Vegeta -saludó mirándome de arriba a abajo. No respondí.

Aquello fue incómodo.

-Buenas noches -respondió la mocosa, quien ahora estaba mucho mas pegada a mi.

Por suerte aquel viaje tan incómodo en el elevador había terminado.

Tomé la mano de Bulma y prácticamente la arrastré a mi puerta.

-¿La conoces? -preguntó.

-No -respondí. Ella dudosa entre cerró los ojos mirándome de forma acusadora.

-Pues no me gustó como te miró, ni su ropa toda escotada. -solté una risilla burlona.

Vaya ironía.

-No creo que seas la indicada para hablar sobre eso.

-¿La estas defendiendo? La diferencia entre esa y yo, es que yo parezco una verdadera princesa y ella una ramera. Fácil.

-Yo creo que serias una princesa del infierno. -la tomé por la cintura y la acerqué hasta mí, seguíamos en el pasillo.

-Y tú un demonio -dijo sonriendo y dándome un sonoro beso de pico.

Abrí la puerta y la arrastré al interior.

Nuevamente tomé su cintura y la besé. Ella pasó sus manos pequeñas y blancas por mi pecho y me jaló del cuello de la camisa con corbata incluida.

Mis manos inquietas, bajaron hasta su trasero y lo apreté levantándola un poco.

Ella me desquiciaba por completo. Me hacía quedar como un adolescente inexperto que se excita con un beso húmedo y un cuerpo bien definido.

Gimió contra mi boca cuando le di una inocente nalgada y me restregue contra su vientre.

Se apartó un poco y fue directo al sofá.

Incluso la manera en que caminaba, meneándose de forma exagerada; sensual, me incitaba a tumbarme sobre ella. Se sentó cruzando una pierna sobre otra, las aberturas de su vestido, dejaban entre ver todo, así como su escote gigante dejaba casi al descubierto sus pechos.

Sonreí perverso.

Me quité el sacó y lo aventé, a saber donde, hice lo mismo con la corbata y abrí los botones de mi camisa azul.

-¿Sabes? Debería grabarte -dijo sonriéndome de manera pícara.

-En lo personal, me gusta que la intimidad sea solo entre dos, pero si te gusta grabar, no hay problema.

Ella rió ante mi insinuación.

-Me agrada -me miró directo hacia la entre pierna -: Te falta el pantalón.

Me quité de igual manera la camisa y comencé a desabrochar el cinturón cuando un golpe en la puerta -la cual estaba justo detrás de mí -me detuvo.

¡Por Kamisama! Que no fuera lo que estaba pensando.

-¿Quién será? -preguntó curiosa con el ceño arrugado.

-No lo sé -por la mierda que si sabia.

Por primera vez esperaba que fuese Linna.

Abrí la puerta y frente a mí apareció un demonio en vestido.

-¿Qué? -pregunté a la estúpida chica frente mío. Sólo quería joderme.

-Creí que podríamos, ya sabes, pasar la noche... -mordió sus labios y me miró sin disimular.

Aquel vestido era de color rosa, igual a los otros que siempre llevaba, pegado a cada una de sus curvas. Era fácil adivinar que no traía brassier.

-En fin, veo que estas con tu... hermana.

Bulma apareció frente a mí.

-No soy su hermana, soy su novia y tú una zorra que se puede ir largando.

La morena parpadeó y luego soltó una carcajada.

-Como digas, niña. Nos vemos, Vegeta. -guiñó un ojo y se fue a su puerta contoneándose exageradamente.

Ella no era como Bulma y estaba lejos de serlo.

-Dijiste que no la conocías, dime ¿te acostaste con esa?

No respondí.

-Quiero irme a mi casa -asentí, no tenia derecho a decirle nada. Sabía que mientras ella estaba sola sin la sabandija de Yamcha yo estaba divirtiéndome con ella.

Busqué mi camisa y luego de ponérmela, la miré.

-Sólo fueron un par de veces -dije estúpidamente a modo de defensa.

-No me interesa -hizo un puchero con sus labios.

Me reí. Fui hasta ella y la besé, respondió mordiéndome el labio inferior.

-Siénteme -la pegué a mi para que sintiera lo que provocaba con un simple beso.

Gimió.

-No saldrás así. En aquellos cajones -señalé hacia la habitación -, hay algunos shorts y playeras, cambiate.

Ella me miró y me dio un pico.

-Sabes, no te dejaré al alcance de cualquier zorra. Mañana mismo te irás a vivir conmigo.

Me dio la espalda y desató el fino cordón al rededor de su cuello dejando caer el vestido.

Toda la piel de su espalda blanca quedó al descubierto así como su braga negra y parte de su trasero junto a sus piernas.

Volteó únicamente su cabeza.

-Por hoy me quedaré aquí.

Me pálpito la cabeza.

Tal vez esa noche sería interesante.

Te Quiero A Mi Modo 》Vegeta y Bulma《Donde viven las historias. Descúbrelo ahora