CAPÍTULO 31. LA BODA

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—Gracias por este día, Vegeta. Me divertí demasiado —caminábamos hacia la salida del parque, luego de haber comido en todos los puestos de comida rápida que encontramos a nuestro paso.

—Soporté mucho tiempo.

—¡Aún no puedo creer que comas tanto!

—Es por el ejercicio —me reí. Antes, también comía demasiado por las drogas, pero omití el detalle.

—Estoy agotada, vamos a casa —metí las manos en mis bolsillos y Bulma se acercó para colgarse de mi brazo.

El camino de regreso fue hablando sobre tonterías. A veces, esa mujer aún me sacaba de mis casillas, pero definitivamente me gustaba su forma de ser.

~•~

—¿Es necesario ir a la boda de Kakaroto?

—Claro que si, Gokú es mi mejor amigo y este es un día especial para él. Milk y Gine quieren que la boda sea lo antes posible para evitar que se vea su vientre abultado.

—De cualquier manera se notará —torcí los ojos molesto.

Odiaba las apariencias que traía consigo el estatus social.

—El punto es que quieren casarse antes de que el bebé nazca.

Por supuesto, nadie querría que su hijo naciera como un bastardo. Suspiré.

—No tengo un traje.

—Vegeta, tus excusas no me interesan. —ella rió —Iremos ahora mismo por cientos de ellos si así lo deseas.

—¿No debería ser yo quien compre mis propias cosas?

—No. Tengo el suficiente dinero para ambos.

—Conseguiré en trabajo.

—Te contrataré de guardaespaldas —reí.

—Te gusta el control, ¿cierto?

—Si, tómalo entonces como tu pago por protegerme de secuestradores y por tu excelente desempeño en la cama.

—¿Uh? ¡¿Qué?! —¿acaso ella...? —¡No soy una prostituta!

La risa de Bulma se escuchó por toda la calle y yo me sentí colorado al darme cuenta que lo había dicho demasiado alto.

—Jamás dije que lo fueras.

—Hmp. Como quieras entonces.

Bulma desencapsulo su auto rojo, para ir al centro comercial, y obviamente me hizo ir de copiloto. Ella me había brindado la facilidad de hacer mi motocicleta una cápsula y aunque también la traía conmigo, a veces ella preferiría conducir. Lo hacía realmente horrible. Casi atropellaba a las sabandijas en la calle y no respetaba los límites de velocidad, jamás. Seguramente a diario obtenía una multa.

~•~

—Vegeta aquí no.—mi mano voló hasta su seno izquierdo mientras con la otra me las ingeniaba para desabrochar mi pantalón.

Me deslicé en su interior con lentitud, disfrutando la calidez y humedad de su pequeño cuerpo.

—Vege...ta —gimió mi nombre mientras buscaba desesperadamente agarraste a la pared. Volteó a verme con los ojos vidriosos y suplicantes.

—¿Sí? —sonreí con perversidad para luego dar una embestida más ruda pero igual de lenta. Bulma gimió alto y arqueó su espalda pegando su mejilla a la fría pared frente a ella.

—No te detengas —aumenté mi ritmo haciendo que el sonido de nuestros cuerpos golpeándose hiciera eco, igual que sus gemidos, por todo el vestidor. —Por favor... Vegeta.

Te Quiero A Mi Modo 》Vegeta y Bulma《Donde viven las historias. Descúbrelo ahora