Mimi
Llevaba más de cinco minutos mirando a la nada mientras trataba de recordar cómo había llegado hasta allí.
—¿Pero qué coño hago sola en una playa? —me repetía una y otra vez a mí misma en voz alta.
Estás soñando, imbécil.
Imposible. Era demasiado consciente de todo para simplemente estar soñando.
Me levanté por fin y me sacudí la arena de la ropa. Lo primero que hice fue sacar el móvil para llamar a Ricky. Quizás era simplemente otra de sus bromas de mal gusto.
O quizás se ha hartado de ti y te ha abandonado en una playa desierta.
Ignoré a mi subconsciente. Busqué su contacto y pulsé su número.
—El número marcado no existe —sonó una voz robótica al otro lado del teléfono.
Supuse que había marcado algún número de más sin querer y probé a marcarlo yo misma, ya que me lo había aprendido de memoria.
—El número marcado no existe.
Fruncí el ceño.
—¿El cabrón este se ha cambiado de número y no me ha avisado?
Positividad ante todo.
Probé con otro número. Roi.
—El número marcado no existe.
Probé con un par de números más de mis contactos al azar.
Pero nada.
Y ahí fue cuando empecé a preocuparme. Rápidamente entré en Google Maps para, al menos, averiguar el lugar donde me encontraba.
"Ubicación no disponible"
Mi corazón empezó a latir más rápido. Miré a mi alrededor en busca de ayuda, pero no encontré a nadie. Si la vista no me fallaba, a un par de kilómetros en medio de la playa había una pequeña casa. Decidí acercarme, no me quedaba otra opción.
¿Qué estaba pasando? ¿Se había extinguido toda la raza humana y yo era la última superviviente? ¿Me habían abducido los alienígenas y ahora estaba en otro planeta? ¿Mi crucero había naufragado y yo había acabado en una isla desierta? La incapacidad de recordar cómo había llegado hasta allí me agobiaba.
Suspiré cuando, al llegar a la casita, escuché la melodía de un piano que provenía del interior. Mi preocupación disminuyó al saber que no estaba sola.
Tras dudar unos segundos, llamé a la puerta. La melodía cesó enseguida. Los pasos de aquella persona se escuchaban cada vez más cercanos. Al llegar a la puerta pareció dudar entre abrir o no.
—¿Quién... es? —preguntó con miedo.
Y fue esa voz la que hizo que un montón de recuerdos se amontonaran en mi mente en cuestión de milisegundos.
Ana. El accidente. El hospital. La operación.
Definitivamente no entendía nada.
—¿A... Ana? —mi voz sonó entrecortada, casi en un susurro.
La puerta se abrió rápidamente mostrando a una Ana con el rostro desencajado.
—¿Mimi? ¿Qué? —gritó sorprendida.
Antes de que pudiera decir nada se abalanzó sobre mis brazos. La abracé con fuerza pero enseguida me escabullí de sus brazos para acunar su cara con mis manos y poder mirarla bien.
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Apricity | Warmi
RomanceAna queda en coma tras un grave accidente y la única manera que tiene Mimi de contactar con ella es a través de sueños.