Capítulo 3

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Mimi

Y allí me encontraba de nuevo, en la habitación 1127 de la unidad de cuidados intensivos aferrada a la mano de Ana.

Los cirujanos nos habían explicado detenidamente el motivo —que yo ya sabía— por el que habían decidido inducirle el coma: una grave neumonía.

El hecho de no saber cuánto tiempo pasaría en ese estado me agobiaba. Todavía no terminaba de ser consciente de que existía la posibilidad de que no llegara a despertar nunca, o que tardase tanto en hacerlo que acabase sufriendo graves secuelas.

Por otra parte, también estuve pensando bastante en aquella extraña aparición en la playa.

No sabía cuántas horas llevaría dándole vueltas a lo que había sucedido mientras dormía, pero supuse que bastantes cuando a través de la ventana me percaté de que el sol comenzaba a desaparecer.

No tener ninguna explicación ante lo que me había pasado me aterraba. Traté de autoconvencerme de que simplemente había sido un sueño, pero no lo conseguí. Era demasiado consciente de todo lo que había pasado para que solamente se tratase de un sueño. Tenía una sensación extraña, como si me hubiera transportado a un mundo paralelo mientras dormía.

No quise prestarle mucha atención al tema de la discusión, al menos de momento. Esa mañana, Ana había actuado como si no hubiera pasado nada entre nosotras, como si las dos semanas ignorándome nunca hubieran existido. Las cosas no se arreglaban así, y en algún momento tendría que volver a sacarle el tema.

Pero claro, ¿quién me aseguraba que iba a volver a verla?

Intenté deshacerme de cualquier pensamiento pesimista y me acomodé en el hueco de la camilla donde llevaba horas sentada. Mi espalda lo empezaba a notar y se quejaba a través de dolorosos pinchazos.

Ricky se había ido poco después del mediodía debido a que no se encontraba muy bien, la falta de descanso le empezaba a afectar. Lo cierto es que, aunque no dijese nada, sabía que todo este tema también estaba afectándole bastante.

Me dijo que volvería por la noche para quedarse haciendo compañía a Ana y para que así pudiese irme a dormir a casa y descansar en condiciones, pero yo no tenía ninguna intención de separarme de ella.

Las siguientes horas consistieron en la constante entrada de enfermeras que se limitaban a controlar los monitores y a dedicarme miradas tristes. Aproveché una de estas ocasiones en las que Ana no se quedaba sola para bajar al bar a por algo de cena y, de paso, llamar a Ricky para avisarle de que me quedaría a dormir. Este insistió en que me fuese a casa a descansar, pero no tardó mucho en rendirse al ver que no conseguiría hacerme cambiar de decisión. Me conocía lo suficiente como para saber que era la persona más cabezona del mundo.

No eran ni las once de la noche cuando empecé a notar que me quedaría dormida en cuestión de minutos. Dejé un beso en la cabeza de Ana y me recosté en el sofá que había al lado.

Afortunadamente, tenía tanto sueño acumulado que en cuanto me tumbé sólo me dio tiempo a desear volver a aparecer en aquella playa antes de caer en un profundo sueño.

Y así fue.


Cuando abrí los ojos volvía a estar tumbada en la arena. Me levanté y rápidamente me acerqué a la casa, donde supuse que estaría Ana.

La puerta estaba entreabierta. Entré sigilosamente y me encontré a Ana mirando por la ventana del pequeño salón, de espaldas a mí. Me acerqué a ella y la abracé por detrás.

—He vuelto —susurré.

Ana se tensó pero se relajó en el momento que reconoció mi voz. Dejó un largo beso en mi mejilla y se giró para abrazarme bien.

Apricity | WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora