Mimi
—¿Tú estás loca, Ana? Con una tenemos de sobra.
Nos encontrábamos en el Mercadona de aquel pequeño pueblo. A Ana se le había antojado pegarse una buena borrachera y a mí, siendo sincera, no me parecía mala idea.
Era algo que habíamos hecho más de una vez. Comprábamos cualquier botella de alguna bebida alcohólica que subiera rápido, nos íbamos a mi piso y nos montábamos la fiesta las dos solitas. Como si fuéramos dos adolescentes de 18 años.
Y, sinceramente, muchas veces lo prefería antes que salir de fiesta. Con su compañía tenía de sobra.
—Joder, Mimi, que nos sale gratis.
Ana había aparecido con una botella de vodka en cada mano y yo, obviamente, no la dejé salirse con la suya.
—Te recuerdo que vamos a beber vodka con limón, no zumito.
Resopló y soltó una botella.
—Bueno, vale. Pero que yo tengo mucho aguante, joder.
Reí irónicamente.
—¿Como aquella vez en la que acabaste vomitándome encima, manchando mis pantalones nuevos? No me jodas, tía.
—Jo, Mimi, lo siento...
Agachó la cabeza. Realmente estaba muy arrepentida de lo que pasó ese día y no le gustaba nada recordarlo.
—Tonta, no te pongas así ahora, que no pasa nada —dejé un beso rápido en su cabeza— sólo que no quiero que vuelvas a ponerte tan mal. Coño, que incluso llegué a plantearme llamar a una ambulancia.
—No sé en qué momento se me ocurrió beber tanto después de no haber comido apenas nada en todo el día, pero tranquila, no volverá a pasar.
Se acercó a una de las neveras del supermercado y cogió dos pizzas para después mostrármelas, sonriendo.
—Dime que eso no es pizza con piña.
—Lo es —dijo con indiferencia.
La miré con cara de asco.
—No pienso comerme esa aberración.
Se acercó de nuevo a la nevera y cogió otra pizza, esta vez una barbacoa.
—Solucionado.
Reí.
—Tres pizzas para dos personas, tú no estás muy bien.
—No lo estoy, pero lo que sí estoy es hambrienta.
Salimos del supermercado y entre piques y risas llegamos a casa. Metimos las pizzas en el horno y nos sentamos en el salón para charlar mientras esperábamos.
—¿Qué tal va todo? —preguntó Ana, refiriéndose al mundo real.
—Todo sigue igual. No he hecho nada nuevo, apenas salgo del hospital y si lo hago es para ir a casa a ducharme y cambiarme de ropa para después volver. Ricky sigue trabajando de noche por lo que nunca puede quedarse a dormir.
Ana sonrió y suspiró.
—Mimi, sabes que te agradezco muchísimo que me cuides tanto —agarró mi mano— pero han pasado diez días desde... —tragó saliva, no lo pasaba nada bien al recordarlo— bueno, ya sabes. Llevas diez días dejándote la espalda en un incómodo sofá. Deberías irte a casa unos cuantos días a descansar en condiciones.
—Pero no quiero dejarte sola.
—Lo sé, pero tampoco puedes pasarte los días enteros en el hospital. Nadie sabe cuánto tardaré en despertar, quizás no lo haga hasta dentro de muchos meses. No puedes pasarte tanto tiempo así, tienes que seguir con tu vida, lo último que quiero es ser un estorbo en ella.
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Apricity | Warmi
RomanceAna queda en coma tras un grave accidente y la única manera que tiene Mimi de contactar con ella es a través de sueños.