Capítulo 4

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-Tranquilo, no voy a hacerte daño.- digo levantando ambas manos, y agachándome.

Aunque parece que no me escucha, sigue retrocediendo hecho un ovillo. 

Yo que también estoy en cuclillas, avanzo otro poco.

Me sigue mirando con fiereza, intensamente, pero está aterrado. 

-¿ Cómo te llamas, eh ? - intento poner mi mejor cara. Pero no obtengo respuesta.

Observo que se ha puesto una de mis camisas, de hecho la que le facilité al doctor y que le queda bastante grande. 

Me acerco otro poco. Él ya no puede retroceder más.

- Yo me llamo Rocinan... ¡Agh!

Dolor. Algo que no me esperaba, me ha pillado con la guardia totalmente baja. 

Me ha clavado una daga. Una de las que guardaba en un baúl.

Me veo obligado a retroceder, en esto el chico me rodea y sale "corriendo" como bien puede.

Yo más que centrarme en mi herida propia, sólo pienso en lo asustado que debe estar.

-¡Espera!- digo girándome e intentando incorporarme dispuesto a seguirle.

Por suerte, la herida no es muy profunda, no ha tenido la suficiente fuerza para hacer un mayor daño, pero sigue siendo una herida que me podría dar problemas. La presiono con las manos y me levanto. Salgo de la tienda ya un poco mareado y observo a mi a mi alrededor. Ni rastro del muchacho.

Emprendo mi lenta y dificultosa marcha debatiendo si pedir ayuda o buscar al chico, no sin antes maldecir claro, que mi tienda esté (a decisión mía) tan alejada de las demás. Yo y mis manías con los ruidos al dormir.

Al final la razón me puede y marcho hacia las demás tiendas. Ahora si que estoy mareado. No llego muy lejos cuando acabo cediendo y cayéndome al suelo. 

-¡¡Corazón!!- Grita alguien, reconozco esa voz.- ¡¡Maldita sea!! ¡¿Qué te ha pasado, eh¡? ¿Quién te ha hecho esto?

Es mi hermano. Parece que va a volver a salvarme la vida, quien sabe como podría haber acabado si nadie me hubiera encontrado a tiempo.


Desperté en la cama de mi tienda, sin camisa y con el torso vendado. Aún me dolía bastante la herida. En ese instante entró mi hermano. Yo me incorporé soltando un débil quejido. Doffy cogió un taburete y sentó junto a mi cama. 

-¿Rocinante, quién coño te ha hecho esto?- vaya, directo al grano.

En mi cabeza, pasan en tiempo récord múltiples opciones que contestar que no involucren al chico, no antes de poder hablar con él, además, ¿qué sería Doffy capaz de hacerle?

- No lo se, no pude verlo. Me dio un puñetazo y cerré los ojos sin querer, después pasó el resto. No me esperaba que hubiera una amenaza dentro del campamento... Bajé la guardia, perdóname hermano. 

- No te disculpes, no es culpa tuya. Pero te aseguro que encontraré a quien te hizo esto. Ya tengo a todo el campamento buscando al intruso y al mocoso.

《Al menos Doffy no ha pensado en la posibilidad de que el chico sea el culpable》- pensé.

Pero si al empezar a buscar no encuentran a nadie, supongo que empezará a sospechar.

Creo que debería decirle alguna excusa.

-Doffy...-empecé a decir, cuando una voz grave se escuchó desde fuera de la tienda.

-¡¡Señor, hemos atrapado al intruso!!

《Lo han encontrado, ¿ahora que digo para defenderle?; espera, ¿intruso?》

- Estupendo- dijo mi hermano con su sonrisa de siempre.- ¿Hay rastro del niño?- dijo abriendo la gruesa cortina.

-No señor.

《Alabada sea mi suerte》- pensé soltando un sonoro suspiro.

-Enseguida iré a "charlar" con él personalmente, seguid buscando al mocoso. Rocinante, tu recupérate y descansa. Te necesito en plena forma.- Dijo saliendo de la tienda.

Por un momento, me debato que hacer, pero sabiendo que toda la brigada de búsqueda querrá presenciar la tortuosa "charla" de mi hermano con el verdadero intruso, dejarán por un momento de buscar sin que Doffy les reproche. Siempre le ha gustado tener público en estas cosas.

Me levanto muy lentamente, y me pongo una camisa. Pienso en que lugar del campamento podría estar ese muchacho y me dispongo a dar con él.





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