Capítulo 11

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Veo a mi hermano incrédulo. Un intenso rubor invade mi cuerpo entero. No sé qué decir para explicar esto.

- Vaya Corazón... - dice insinuante - parece que te estás divirtiendo con el chico nuevo. - Lo veo recorrer con la mirada las vistas que aún tiene.

Ante esto reacciono en seguida.

- ¡AHHHHG! - suelto al chico. Tengo que cubrirlo de la vista lujuriosa de mi hermano, pero no hay ninguna manta a mano, el muchacho está encima de la única que hay puesta sobre la cama. - ¡Doffy, no, no, no, no, no es lo que crees! 

- Desde luego es una vista muy apetecible, Corazón, parece que el nuevo me va a caer bien.

- ¡No es lo que crees! - me incorporo y lo único que atino a hacer es cubrir al chico con mi propio cuerpo para apartarlo del campo de visión de mi hermano. No se me ha ocurrido otra cosa. Me abrazo al chico contra el colchón y siento sus piernas a los laterales de mi cuerpo y todo su torso rozar con el mío. - ¡Doffy, agua, trae agua, necesito agua!

- Ahahahahaha, con que agua, ¿eh? - sigue buscando con la mirada la piel del chico.

- Sí, sí agua tibia, pero date prisa por favor.

- Pero esto es muy divertido, ¿porqué no compartes la diversión conmigo hermanito? - dice comiéndose con la mirada la parte de piel visible del muchacho. Eso hace que me arda la sangre.

- ¡Sólo vete ya!

- Vale, vale, ya me voy tranquilo, mandaré que alguien te traiga el agua, ahahaha - abre la gruesa cortina de mi tienda y sale por la entrada. 

A los segundos de que el silencio reinara en mi tienda, despego la mirada de la gruesa cortina y la enfoco en los orbes grises que a mi parecer se encuentran perdidos y muy abiertos.

La realidad me azota y soy consciente de la posición en la que nos encontramos. Un intenso calor invade mi cuerpo, calor que se expande con una palpitación a toda la piel que está tocando la del muchacho. Toda.

- Ehhm... chico... - no me atrevo a moverme, siento que si cambio o muevo mi cuerpo este momento se acabará. 

Pero la vista de sus ojos grises a los que acecha la sombra del miedo, me atraen; tanto que en un impulso, mi mano viajó hacia su mejilla, donde deposité la más suave caricia que pude dar. 

En ese momento, la mirada del muchacho enfocó de nuevo en la realidad. Me miró asustado, pero esto duró poco. La furia inundó su mirada al igual que un intenso color rojo adornó su piel.

Volvió a retorcerse con todas sus fuerzas. No podía dejar de pensar en su herida.

- ¡Espera, espera! - intento hacerle entrar en razón - ¡Por favor, escúchame, chic...UFFHHM! - ante mi negativa a soltarlo, me ha dado una patada con todas las fuerzas de las que dispone donde más me duele, y no me refiero a la herida por la puñalada.

Me levanto con las pocas energías que me ha dejado ese golpe en el cuerpo y llevo las manos a la zona que antes palpitaba de excitación, pero ahora lo hace a punto de dar su último suspiro.

Aguanto la respiración y presiono la zona con ambas manos a la vez que veo como el muchacho medio a rastras se pone de espaldas a mí en el colchón. No dice nada, pero lo escucho mascullar con el movimiento, le debe de doler aún. Me siento un poco más recompuesto (o que la preocupación eclipsa el dolor), por lo que me atrevo a volver a establecer contacto físico.

- Muchacho... - estiro mi brazo hasta que la palma de mi mano toca su hombro. Responde a mi toque con un ligero respingo pero esta vez no lucha por quitarme de encima. - En cuanto traigan el agua te limpiaré la herida y te aplicaré la medicina, dejará de doler pronto, te lo prometo.

El chico responde sacudiendo lentamente la cabeza de lado a lado.

- ¿No? - esta vez no hay respuesta- pero quiero que te sientas mejor, así curará antes... Masajeo su hombro de forma suave. Su piel está muy caliente. - Déjame hacer algo por favor. - en un impulso donde no razoné bien pegué mis labios a la piel cerca que estaba tocando la palma de mi mano. Justo en el centro de ambas escápulas. Reacciona sorprendido y se da la vuelta. - Déjame, por favor ...

El muchacho fija su mirada en la mía. Abre la boca como si fuera a decir algo, pero lo calla y baja la mirada. Declaro su silencio como un incentivo para romper la lejanía. Despacio, me acerco a su cuerpo y lo envuelvo con mis brazos. Me quedo así hasta que noto su cuerpo liberar un poco la tensión. En ese momento aprovecho la diferencia de tamaño y fuerzas y lo levanto. El chico vuelve a asustarse y a ponerse en guardia. Pero no le doy el tiempo suficiente a reaccionar. En pocos segundos me recuesto en la cama con la espalda pegada al cabezal y pongo al chico sentado sobre mi cuerpo. 

- ¡Ahj! - exclama a la vez que se impulsa con las manos lejos de mi cuerpo.

- No, no... - digo cogiendo sus antebrazos- por favor, quédate así, no voy a tocarte donde no quieras que lo haga, te lo prometo... Por favor relájate hasta que alguien traiga el agua... Por favor...

El chico evita mi mirada, tiene la expresión de una persona que está a punto de llorar.

Ante esto, opto por el silencio, pero con una mano empujo su cabeza hasta que ésta se apoya en mi hombro. Evito a toda costa pensar que está completamente desnudo. Su cuerpo refleja el miedo y la tensión, tensión que muestra con otro respingo en cuanto mi mano libre comienza a acariciar la piel de su espalda. Aunque me vea tentado a bajarla más cuando llego a la parte baja de la espalda, reprimo todo impulso y sólo pretendo que sea capaz de calmarse y sentirse seguro. Jamás le haría daño.

Estamos así un buen rato, cuando siento su cuerpo derretido de tranquilidad sobre el mío, me atrevo a romper el silencio.

- Chico... ¿cómo te llamas?



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