Capítulo 5

137 17 1
                                    


Salgo de la tienda presionando ligeramente mis vendajes, y empiezo a buscar por todo el campamento evitando la zona en la que Doffy tiene que estar torturando a ese pobre desgraciado, además de que es imposible que el chico esté ahí; literalmente todo el campamento menos yo tiene que estar allí. 

Cuando el atardecer empieza a aparecer, ceso mi búsqueda, además de que me estoy empezando a marear nuevamente.

Pongo rumbo de nuevo a mi tienda propia,  si después de huir volvió allí una vez, es probable que lo haga una segunda (o al menos es lo que quiero creer).

Entro y no hay ni rastro de nadie, ¿dónde podría estar?. Vuelvo a observar mi tienda y veo que la daga con la que el chico me apuñaló está tirada en el suelo. Será mejor limpiar y recoger eso. Cuando acabo, corro un poco la gruesa cortina para comprobar que siguen con la búsqueda, no quiero saber como habrá terminado aquel pobre y verdadero intruso. 

Aunque ahora mismo mi mayor preocupación es el chico. Es increíble que el arsenal de búsqueda de mi hermano haya dado con un intruso por casualidad y no con un chico de unos 15 años. 

¿Dónde puede haberse metido? No ha podido esfumarse eso seguro, y el campamento tiene una única entrada que también actúa de salida tremendamente vigilada. No es que nuestros terrenos sean escasos pero dudo mucho que haya podido ir muy lejos, no con sus heridas y su estado físico  (aunque ahora mismo no sea el más adecuado para decir esto). 

Me siento débil... creo que debería descansar. Además, ya ha anochecido. Doffy me avisará cuando den con él. Me despojo de mis prendas más pesadas para sacar de un baúl un pijama bastante holgado, pero un poco fino para este tiempo, suerte que mi abrigo de plumas sigue sobre mi cama.

A pesar de que mi tienda está alejada para evitar ruidos aún se escucha tenuemente los gritos de la gente buscando al muchacho, supongo que no será una noche muy plácida para mi, aunque por la cuenta que me trae, debería intentar descansar, necesito recuperarme de esta herida y unirme a la partida de búsqueda. 

Tomo un trago de vino de una jarra puesta en un mueble y me aproximo a la cama. Retiro despreocupadamente el abrigo y me quedo helado.

No puedo evitar abrir sin mesura la boca y a la vez y de forma estrepitosa los ojos, además de farfullar algo que ni yo entendí. Seguro que en estos momentos mi cara es muy graciosa.

¿El chico ha estado debajo de mi abrigo todo este tiempo? 

Tardo un poco en reaccionar, el chico está dormido... creo, dormido o inconsciente. 

Le aparto el alborotado pelo de la cara y no obtengo respuesta ninguna. Sí, está inconsciente. Le toco la frente, está ardiendo. Por eso se ha desmayado y no ha podido ir muy lejos. 

Pobrecito... está temblando. Un momento, ¿ no se le habrá abierto la herida verdad ?

Lo destapo del todo y lo giro un poco de su sitio, no veo sangre así que, por esta parte solo tengo que preocuparme del ungüento. Bueno... quizás más tarde, primero la fiebre. 

Antes que nada hay que parar la búsqueda de mi hermano. Salgo de mi tienda en busca de uno de sus hombres. No tardo nada en dar con uno.

-¡Oye tú, espera!- el hombre enseguida se detiene.

-¿Si señor?-dice algo tenso.

-Comunícale a mi hermano que el chico ya ha aparecido, esta conmigo por ahora.

-Si, enseguida.

-Y consigue algo de ropa de niño, además de traer paños y un balde de agua fría, por favor, y si pudieras traer al médico te lo agradecería mucho. 

-¡Sí señor, enseguida!

Ha salido corriendo.

CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora