Prólogo.
—¡Tessa!¡Tessa, dame la mano!—El humo negro llenaba el ambiente que se calentaba cada vez más, a causa del fuego que se extendía por toda la casa. La voz de Niklaus se escuchaba desesperada, mientras que el susodicho estiraba su mano lo más que su anatomía se lo permitía, hacia la hermosa Theressa, quien se encontraba encerrada en un aro caliente de fuego devastador.
—¡Klaus, vete!—Exigió ella en un grito ahogado, tosiendo continuamente. Sus pulmones se llenaban con las toxinas virulentas del humo que consumía todas las cosas que había en la alcoba a cada segundo que pasaba. Su vida, en la cuerda floja; la red de salvación: La muerte.
—¡No, Tessa!¡No saldré de aquí, si no es contigo!—Las lágrimas ardían en los ojos esmeralda de Niklaus, él sorbió su nariz sonoramente y se estiró aún más. —¡Dame la mano!
—¡Klaus, vete!¡Vas a morir si no sales de aquí!—Pequeñas gotas de un líquido salado caían por los pómulos pálidos y las mejillas rosadas de Tessa, las cuales a causa del calor infernal, estaban rojas, como si estuvieran por explotar en cualquier segundo.
—¡Voy a morir si no salgo de aquí, contigo!—
Él era un ángel, uno con una coraza endemoniada, diseñada perfecta y exclusivamente para causar daños dolorosos e irreparables a los demás. Para el mundo entero, él era un monstruo abominable; un demonio que había sido exiliado del infierno, con la misión de torturar a los seres que habitaban la tierra.
Sin embargo, Theressa lo había conocido a flor de piel. Era una de las pocas personas que conocía la verdadera esencia y la durísima historia de aquel ángel sufrido, ella era conocedora de todas las atrocidades descorazonadas y crueles que habían ejercido en su contra, desde que era solamente un pobre, desprotegido e inocente niño. Había logrado comprender las razones de aquella personalidad tan hiriente, calculadora, fría y manipuladora de la que era dueña aquel hombre, que ni siquiera era un hombre.
Theressa Strongfield fue la única persona que logró comprender a aquel ser solitario, ella había conseguido ablandar, coser y curar el corazón congelado y destruido del vampiro más sanguinario, impulsivo e insensible que ha existido desde el siglo XI.
Esta es la historia de una mujer, que le enseñó a Niklaus Mikaelson lo que era verdaderamente amar.
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Amor en el año 1865 (Klaus Mikaelson)
RomantizmEsta no es más que una simple historia de amor original. La historia de Theressa Strongfield, una simple adolescente de diecisiete años que le enseñó a Niklaus Mikaelson, el vampiro original más viejo del mundo, lo que era el verdadero amor.