Capítulo 3

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20 de julio del 2000

Me obligó a retirarme... ¡A rendirme, a mí! Esto es absolutamente inaudito, tuvo que haber hecho trampa o algo así ¿no? Es que esa Selene no sabe con quién se está metiendo, la haré pagar por esta humillación, la derrota esta vez no será mía, llegaré hasta lo más recóndito de sus sentimientos, de sus emociones, de lo que más quiere en la vida y cuando esté ahí, justo donde nadie ha estado jamás... ¡Ahí! La destruiré y ustedes... Ustedes lo leerán y se regocijarán conmigo, definitivamente así pasará, esto será como un desliz en mi vida, como algo planeado para el gran final, de mente a mente se las verá conmigo.

Selene01 espérame, porque estés donde estés te encontraré –me dije a mí mismo con una angustia intermitente debo admitirlo, una angustia que pronto tendré que sacar de mi pecho.

21 de julio del 2000

Mi madre salió corriendo del tocador, lloraba como una magdalena, la nieve cubría hasta las bisagras de las ventanas y yo estaba ahí. No se podía trabajar, no se podía salir, sólo estaba ahí con un chocolate caliente en mis manos y el fiel pensamiento de la persona derrotada, tratando de planear mi "próxima jugada".

Me interrumpieron sus lágrimas, su cuerpo se movilizó directamente frente a mi rostro, sus manos frías como el hielo se posaron sobre mis mejillas y con su voz temblorosa pronunció unas palabras que poco después logré entender completamente, me sentía en otro mundo, como si mi piel fuera cuan papel se veían tirados sobre la chimenea, como si mi sangre fuera vaciada lentamente y ahora sólo pudiera ver a mi madre encogida llorando frente a mí y diciendo –Joe, la ambulancia viene en camino, ¿aguanta si?

23 de julio del 2000

Claramente había despertado en un hospital, al parecer lo que había vivido el día anterior fue sólo una parte de mi inconsciente expresándose a través de un desmayo, una especie de alucinación cuando uno pierde la lucidez.

Apenas pude recuperar la cordura pedí mi laptop para seguir escribiendo, pasó un día completo en que no abrí los ojos, en que las imágenes que emitía mi propia mente me mantenían en el limbo.

Mi madre por lo que sé ha estado aquí toda la noche, incluso ahora la estoy viendo con un brazo colgando de ese sillón incómodo y con la baba hasta el suelo. Mis ojos comienzan a cerrarse, creo que descansaré un poco más.

24 de julio del 2000

Hoy desperté y ella ya no estaba ahí, repetí su nombre un par de veces hasta que la enfermera de la sala me pidió guardar silencio, dijo que se había ido muy temprano sin decir nada.

La verdad es que mi madre solía hacer cosas extrañas, sobre todo cuando yo especialmente tenía algún problema. Tengo un recuerdo muy exacto de mi infancia, mi padre estaba en él, aunque cabe mencionar que no recuerdo su rostro, sólo sé que estaba lleno de rabia, como cuando algo te sale extremadamente mal o como cuando tu vida sale extremadamente mal.

Como sea, mi madre allí de pie junto a la piscina contemplaba mis movimientos de baile, eran nuevos al parecer porque estaba muy emocionado, se reía y aplaudía a la vez, era la mejor imagen del mundo, ella quería que yo estuviera allí, podía al fin sentir ese amor infalible.

Al costado estaba mi padre, con una botella en la mano derecha, la cual cayó de repente por el mero hecho de una mala postura. Se ensañó con la mujer frente a sus ojos, aquella que en ese momento poseía la sonrisa más perfecta del planeta, recuerdo cuando la tomó del cuello con una sola mano y gritó rotundamente cuan animal salvaje y ella... Ella no cambió jamás esa expresión, una mezcla de frialdad y tristeza.

Se apartó lejos de mí ese día, no la vi hasta la mañana siguiente, cuando con voz déspota balbuceó –Vete a la mierda Joe.

25 de julio del 2000

–Estás de alta –dijo la enfermera mientras me obligaba a levantarme de la cama, saqué las dos prendas de ropa que tenía y me dirigí al baño para cambiarme.

Al fin cuando todo estaba en silencio salí solo por aquella puerta blanca, el sol brillaba más que nunca esa mañana y siendo ya el medio día llegué a mi casa.

<<Tan sólo entraré silencioso y no le recriminaré nada>>. Pensaba mientras introducía nerviosamente la llave en la puerta de entrada, caminé por el corredor que usualmente estaba organizado, todo dispuesto a mi manera, pero hoy no era así.

Mi madre no estaba en casa, no estaba su ropa ni su maleta, al parecer se había ido sin decir nada, como ella solía hacer, no me sorprendía. En la banqueta había comida para Misu, un detalle, claro no para mí.

Me saqué el sombrero, coloqué la laptop en la mesa, respiré hondo y me dispuse al fin a abrir el ajedrez online.

26 de julio del 2000

La bandeja de entrada estaba vacía, los amigos que tenía online –a excepción de Selene01, claro– estaban muertos, se habían ido a negro rápidamente antes de todo lo ocurrido, lo único malo es que ni siquiera tengo el ánimo de seguir encaminando almas perdidas, acabo de ganar una partida y no soy capaz de comenzar algo nuevo, es como que todo se me derrumbara lentamente... Quizá mañana sea diferente, quizá sólo habrá que poner el cuerpo en modo automático un rato.

27 de julio del 2000

Hoy caminé junto a la orilla del mar, observé las gaviotas entrar y salir una y otra vez del agua serena... El viento rozaba mis mejillas y mi mente volaba lentamente lejos del espacio donde me encontraba; hasta que de pronto mi consciente se posó sobre una pequeña niña que formaba un castillo de arena, no encontraba la manera de que sus pequeñas manos juntaran toda aquella arena sin que su obra de arte se desarmara en absoluto. Sus padres a lo lejos ni siquiera la observaban, me acerqué de forma sutil y con mucha cautela le hice una pregunta que creí no me entendería... Resulta que los niños son mucho más inteligentes que la mayoría de los adultos, son tan simples y literales que son capaces de captar indirectas que son más bien directas. –¿Quieres irte a negro, pequeña? –le dije sin tapujos. Una voz enternecedora salió de aquellos labios, no mentiré, tuve unas ganas absurdas de tomarla entre mis brazos y apretarla hasta que dejara de respirar por completo, sin embargo, su respuesta cautivó mis sentidos y me hizo entrar en razón de inmediato, lo que pensaba hacer era un acto definitivamente descuidado.

–Tú eres el que se ve triste, ¿por qué no te vas tú a negro? –dijo ella mientras seguía intentando darle forma a aquella arena.

El diario de JoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora