10 de septiembre del 2000
Mis investigaciones no iban del todo bien, en realidad no es que hayan salido mal tampoco, pero me enredé en algo de lo que tendré que salir ahora mismo, esa mujer me está haciendo débil.
Me dirigí hacia la oficina de ella, estaba ahí sentada, tan serena como suele ser Cloe.
–¿Podemos hablar? –le dije sin darme cuenta de su expresión.
–Estoy realmente ocupada, Joe. –Su poca amabilidad me pareció sorpresiva, creí que llamaba su atención.
–Pero es importante. –Insistí.
–Será luego –dijo cortante sin dirigirme la mirada.
–Te espero afuera al término de turno, nos vamos a tu casa –le dije mientras los planes malévolos en mi cabeza querían salir a flote.
No dejé que respondiera, soy de las personas que no tolerarían un rechazo, es decir, no había estado expuesto a uno y ahora no sería la excepción.
Mientras esperaba que ella arreglara sus cosas reflexioné un poco, me intrigaba cómo cambiaban sus personalidades y lo distintas que resultaban ser. Cloe parecía no conocer a Selene, pero mi instinto decía que ella me mentía, de alguna manera sentía que Selene era más sincera y Cloe sencillamente ocultaba la mayoría de su vida, sólo estoy infiriendo.
–¿Vamos? –le pregunté en cuanto la sentí llegar.
–Vamos –me respondió con apuro.
Nos subimos a su auto sin decir una palabra, la podía ver de reojo mientras inspeccionaba ahora libremente cada objeto alrededor, su cara expresaba preocupación, sin embargo, no quise importunar sus exhaustivos pensamientos y esperé hasta llegar a nuestro destino.
Su casa ahora se veía diferente, tenía un aire más oscuro y puedo decir que no terminaba de ser agradable.
El vehículo se detuvo cuando ella abrió la guantera donde tenía todos sus documentos, unos lápices labiales y algo que cayó instantáneamente. Era pequeño y brillante, no logré divisar bien qué era, ya que Cloe rápidamente lo tomó y guardo en su bolsillo.
Su grado de nerviosismo subió cuando le pregunté de qué se trataba, un tanto tartamuda respondió que era nada, que por favor fuéramos a otro lugar, así que bueno, acepté.
11 de septiembre del 2000
Anoche nos dirigimos a un restaurant cerca de la casa de ella. Intercambiamos miradas unos minutos mientras el camarero traía nuestro pedido, un filete mignon para mí y una ensalada sin aderezos para ella.
Traté de ser cortés, un caballero de tomo y lomo. A lo largo de nuestra conversación ella soltó una que otra palabra, sus verdes ojos se posaban mucho sobre mi cuello, imaginé que quería asfixiarlo, me complacía ese pensamiento y lo dejé estar ahí al menos por unas horas.
Al final de la velada pensé que iríamos a su casa, pero ella no quiso terminar ahí, así que ahora estamos en la mía, es primera vez que permito que alguien –que no sea mi madre, claro– entre a mi hogar. Me siento más desnudo que nunca, como si estuviera entregándole todo a esa mujer, como si no quisiera matarla realmente, quiero saber, quiero entenderla, por primera vez quiero una respuesta de su parte, que me mire, que me huela, que me desarme.
12 de septiembre del 2000
Son las 07:35 de la madrugada y Cloe no se encuentra a mi lado, cuando abrí los ojos ya había desaparecido. Pensé en Selene, en volver a verla, pensé que esa diosa de la luna era como una tormenta, un día aparecía y al otro ya no estaba, pero cuando volvía, llegaba a arrasar con todo a su paso... Pensé también que debía decirle todo esto, pero no sabía cómo llamarla, no sabía qué debía hacer. Siento que engaño su recuerdo y hoy, además la lluvia resulta ser muy fuerte.
Escucho como las gotas revientan sobre el suelo, como los animales y algunas personas corren a esconderse bajo cualquier techo, bajo cartones o mantas, bajo su propia peste y pobreza.
Tomé una cerveza del congelador y la bebí de un sorbo, el humo del cigarrillo relajó mis sentidos mientras destruía mis pulmones, y escribo... Escribo sin mirar nada más que esta laptop, pienso en las cicatrices que se me han formado o que tengo desde que era un niño, las contemplo con delicadeza y vuelvo a pensar... Pienso que estas cicatrices son necesarias, son ellas las que nos recuerdan que el pasado fue real.
Pienso en mi madre y en el hombre borracho que tenía por marido.
¿Habrá vuelto con él y por eso no dudó en dejarme nuevamente?
13 de septiembre del 2000
Decidí no aparecerme en el trabajo hoy, así que dediqué mi día al ajedrez online, quise retomar un poco la estructura de mi rutina, pero esta vez sin ninguna interrupción, así que me dispuse a escribir mi nombre de usuario y posterior contraseña.
· Carmen16: Hola, soy Carmen, ¿puedo molestarte un poco? Es que, me dijeron que tú eras el mejor jugador de ajedrez y quería saber si es cierto.
· Joe: ¡Carmen! Hola, bueno según esta página, si pues, soy el mejor.
· Carmen16: ¡Es que no puedo creer que tenga al mejor jugador entre mis contactos!
· Joe: Vamos, no me sonrojes.
· Carmen16: Jajaja, perdón no es mi intención, ¿quieres jugar? Pero no me humilles eh.
Carmen se veía una chica feliz, pero por mi experiencia diría que la mayoría de las personas lo suele aparentar, es una forma de tapar los problemas, aunque no es usual en una joven de su edad, ellos generalmente buscan refugio en las amistades, fiestas y drogas. Es primera vez que encuentro a alguien de dieciséis años fingiendo como un adulto.
Jugué con Carmen un buen rato, claramente le gané y le demostré mi puesto de primer lugar, quiso que le enseñara o le diera ciertos tips para ser tan buena como yo. Como bien saben, tenía que ganar su confianza, y como quería hacerlo bien, accedí.
A continuación, dejaré aquí algunas técnicas a las que recurrí en un principio y me hicieron llegar hasta donde estoy actualmente:
1) Primero que todo, nunca subestimes a tu oponente, pero tampoco te desmerezcas, puedes ganarle, siempre se puede.
2) Pon tu concentración máxima en el juego, nada de música ni conversaciones externas, estás jugando ajedrez así que sólo eso importa.
3) Sé el juego, sé cada pieza, actúa como un flojo rey o como una suspicaz reina, enfrenta con tu espada puesta en el tablero como un feroz alfil, cabalga como un caballo, defiende como una torre, lucha y da la vida como un peón.
4) Entra en la mente de tu oponente, no mires tanto tus jugadas, concéntrate en qué puede hacer él, mira el futuro, esa es la clave de la inteligencia.
Carmen me agradeció todo enormemente y quedó completamente fascinada con mi forma de hacer las cosas. Tanta contemplación me incomodaba, pero tenía que actuar con sutileza.
· Joe: Y ahora Carmen, ¿qué me darás a cambio?
· Carmen16: Oh, no tengo greencash, monedas valiosas del juego, no sé cómo agradecerte, Joe.
· Joe: A mí se me ocurren algunas maneras, pero primero me gustaría saber qué estarías tú dispuesta a darme.
· Carmen16: Eres tan amable que te daría lo que me pidieras, excepto dinero, eso no tengo, así que me corrijo, te daría lo que tuviera.
· Joe: Hay algo que tienes que me interesaría, Carmen, me harías muy feliz, ¿estás de acuerdo con eso?
· Carmen16: Lo que tú quieras, Joe, en serio, no cualquiera te da tips tan geniales, estoy de acuerdo, obvio que sí.
· Joe: ¿Segura Carmen? Una vez que aceptas no hay vuelta atrás.
· Carmen16: Pero que ridículo, ¿piensas asustarme? Vamos, ya dime qué quieres.
· Joe: Querida y entusiasta Carmen... Quiero que me regales tu alma.
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El diario de Joe
Misterio / Suspenso¿Un psicópata nace o se hace? Es la pregunta que dejaré planteada a lo largo de este libro, puedes pensar en ella mientras recorres las letras que contienen la fugaz historia de un asesino serial, una historia que nos ayudará a entender la mente de...