EPÍLOGO

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Seis años después...

Había pasado ya un tiempo de aquel suceso tan increíble que había vivido junto a mis amigos, o por lo menos, algunos de ellos. Por supuesto que el nombre de Iris seguía estando entre nosotros, la visitábamos seguido o más bien, cuando podíamos; por supuesto que su recuerdo seguía muy presente, desde aquel entonces se me había hecho muy difícil mantener una relación. Ella había sido demasiado especial, incomparable, única para mí; a pesar de no haber podido expresar abiertamente mis sentimientos. Ya habíamos terminado la secundaria, algunos seguimos estudiando y otros trabajando. Taeyong y Ten estaban entrenando para convertirse en idols, increíble; Mark igual, ese chico rapeaba genial. Doyoung había decidido seguir los pasos de su padre, comenzó a trabajar junto a él. Taeil comenzó la carrera de abogacía, y yo había entrado en la academia de policía. Luego de lo que nos pasó, había decido por ayudar a la comunidad, y de esta manera lo haría.

El día estaba increíble por lo que decidí salir a caminar. Quería despejarme un poco, el estudio me mantenía estresado casi toda la semana, física y mentalmente.

El día estaba soleado pero corría una leve brisa que lo hacía aun más perfecto, estábamos en plena primavera. Mi estación favorita. Había llegado a una plaza, varios niños se encontraban allí, jugando y riendo. Mientras seguía mi camino choqué sin querer con una pequeña niña, haciendo que esta cayera sentada al suelo. Enseguida me agaché a su altura.

Oh, como lo siento... ¿te encuentras bien? — cuestioné ayudándola a levantarse.

Esta me sonrió. Tenía una bella sonrisa.

Casi tanto como la de ella.

No pude evitar sonreírle de vuelta.

Unos cabellos se encontraban en su rostro, por los que con cuidado los coloqué detrás de su oreja, para luego tomar sus manos.

Oh... ¿Qué es eso? — mencioné señalando su muñeca izquierda, preocupándome de haber sido el causante de aquello.

Un déjá vu.

— Es mi marca de nacimiento... ¿no es bonita? Tiene forma de estrella... — sonrió la niña mirándola.

Otra vez.

Le sonreí un tanto incrédulo. Si, todo me parecía muy extraño, se volvió aún más cuando noté que la niña tenía un helado de frutilla en la mano.

Okay, ¿Quién lo hizo?

Yeo Bo, cariño... ¿Qué haces? — mencionó una mujer a sus espaldas, quizá su madre.

Nada mami, solo que tropecé con el señor y me ayudó a levantarme — le sonrió Yeo Bo inocente.

Lo siento, no quise incomodarla... — hice una reverencia.

Su madre negó sonriente, dándome a entender que no pasaba nada.

Bueno hija, despídete, tu padre nos está esperando... — le dijo su madre tomándola de la mano.

Adiós... y gracias – me sonrió la pequeña animada.

Le devolví la sonrisa.

Mientras se iba escuché como Yeo Bo le preguntaba a su madre si alguna vez habían visto a "ese señor", le parecía conocido.

Sonreí.

Creo que mi nombre tendría más sentido si mis ojos fueran de algún color especial... no lo sé, quizá celeste como el cielo... o como la miel... es algo extraño pero así lo creo — se encogió de hombros.

Pues ahí estaba. La pequeña Yeo Bo de seguramente seis años, quien como su nombre lo indicaba, sus ojos irradiaban un color parecido a la miel.

Has vuelto... es un placer tenerte de vuelta — dije en voz alta, sin dejar mi sonrisa de lado.
































Hello 😊

No sé que onda este epílogo, pero me pareció tierno... Es más que nada, para los que creen en la reencarnación 🤗

Bueno con esto terminamos, estaré subiendo una nota aparte agradeciendo.

Saludos

🌼

Extraordinario 🌼 Jᴜɴɢ JᴀᴇʜʏᴜɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora