O2 ┊ cabezas huecas y becas en peligro.

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YoungJae llegó a casa a eso de las nueve de la noche, bastante tarde para cenar con Bambam y aún más para completarlos deberes de su hogar. Sí lo intentaba, era probable que la madrugada lo alcanzara.

Tenía un hogar pequeño, le pareció más accesible comprar una casa que mantener un departamento como realmente le gustaría. Tenía dos habitaciones que la ocupaban su pequeño y él, para la suerte de los dos venía ya amueblado y luego de conseguir las cosas que le faltaban a la cocina, estuvo completo. Lo único que requirió un verdadero esfuerzo fue decorar la habitación de su hijo, en esos momentos éste tenía un par de meses a su lado y le pareció una buena idea para fomentar lazos hacer aquello juntos. Aunque resultó un poco desastroso, la sonrisa de felicidad de Bambam cuando terminaron valió toda la cadena de daños que provocaron en el proceso.

Habían una serie de cosas que podría llegar a extrañar de su vida antes de Bambam como no luchar todo el tiempo con hacer suficiente el dinero y no tener que hacer malabares para mantener su hogar decente. YoungJae se esforzaba por enseñarle a su hijo a ser ordenado porque él, en realidad no era tan organizado como su hogar pero al fin y al cabo debía serlo, era un padre y a la vez un casi no tan reciente independizado, tenía que actuar como lo haría un verdadero adulto encargándose de las responsabilidades.

Como primera decisión estando en su hogar, revisó el lugar por completo para tener una idea de qué tan sucio se encontraba, para su suerte podía soportar un día más. Su estomago rugía, pero sus parpados se sentían pesados y prefería solo darle el beso de buenas noches a su pequeño y dormir tanto como pudiese. El día resultó más largo de lo que necesitaba, sin contar de las decisiones que debía tomar a la mañana siguiente para resolver el lío en el que se había metido. Se fue directamente al pasillo que lo conducía a la habitación de su pequeño, tomando como precaución ser silencioso en el caso de que se encontraba dormido como ya se lo venía imaginando.

Cuando abrió la puerta, Bambam estaba acostado sobre su espalda con su vista hacia el techo, una mirada que no pudo descifrar pero no tardó en fijarse en él al momento de estar completamente dentro de la habitación.

— Hey —El pequeño sonrió a medias, tenía una evidente expresión cansada. —, ¿no puedes dormir?

Sacude su cabeza en negación y espera a que su padre esté cerca de la cama.

— Te esperaba, papá, no me has dado mi beso. —YoungJae, a comparación del pequeño, tuvo que bajar su mirada para tragarse su propia sonrisa que comenzaba a hacerse más grande que su cara. Era simple, le gustaba que Bambam lo necesitara porque significaba era importante para él.— Papi, ¿puedo preguntar algo?

YoungJae asintió y se permitió sentarse a su lado, la cama era lo suficientemente pequeña para bambam, por lo que su cuerpo no entró por completo para no molestar a su hijo.

— Por supuesto, ¿qué sucede?

— ¿Por qué el señor gruñón tiene una frente tan grande? —YoungJae apretó los labios. — Pensaba que era porque tenía un gran cerebro, pero trató de abrir mi helado por la punta en lugar de la crema donde lo indicaba el empaque. —Pareció pensarlo seriamente. — No es muy listo, no le encuentro alguna explicación.

―baby bambam.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora