O3 ┊ hospitales y... ¿quién es más gruñón?

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Odiaba la universidad.

Odiaba el instituto, sus maestros, sus materias, su carrera, su persona, su vida y a todos —excepto Bambam, por supuesto—. YoungJae estaba pasando por uno de los momentos más estresantes de su vida llamado: inicio de los parciales y ni hablar sobre lo ocupado que se encontraba con el trabajo, la guardería que aún buscaba para su hijo, ahora tenía que maniobrar estudiar y descansar a la vez en su horario. Él quería hacerle más de una prueba a JaeBum, pero ahora solo le tocaba acceder a su propuesta sin más debido a lo ocupado que se encontraba encargándose de su vida estudiantil. También rezar para que los demás días sean tan tranquilos como lo fue su primera prueba o promete colapsar finalmente.

Cuanto odiaba ser estudiante.

Él podría estar en ese momento en casa durmiendo en el sofá con su hijo o en su propia cama haciendo lo mismo, porque todo lo que quería hacer en ese momento era dejarse llevar a la tierra de los sueños y no volver en, al menos, un año o cuando Bambam lo necesite. En cambio, se encontraba cumpliendo por esa semana el puesto cajero en el restaurante con su libro de Psicología memorizando conceptos a la vez que atendía a los clientes y luchaba para mantenerse despierto con una taza de café de cortesía de su jefe.

— Cielos, hyung, pareces un zombie. 

YoungJae abrió los ojos, sobresaltandose.

— ¡Bienvenidos a Pigonha, ¿en qué puedo servirle?!—Escuchó una suave risitas a sus espaldas y se giró fruncido hacia ella. — ¡Deja de reírte, JungWoo!

— ¡Lo siento!—Pero, no se detuvo y YoungJae no estaba tan molesto, el chico tenía una risa muy linda y eso lo tranquilizó de alguna manera.— Hyung, estabas a punto de caerte dormido en el suelo, ¿estás bien? 

— Sí, sí, solo esto algo cansado. —Respondió mientras se tallaba los ojos. — ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar...?

— Nuestros turnos terminaron—YoungJae abrió los ojos con exageración.— hace más de veinte minutos.

Rayos. 

YoungJae se pasó una mano por el cabello y se lo despeinó aún más de lo que ya se encontraba, apenas se dio cuenta que había pasado la hora de su jornada laboral. Verificó su móvil y marcaba las nueve y cincuenta, casi diez.

— No..., Bambam debe estar esperándome.—Volvió a tallarse los ojos, sin poder evitar soltar un bostezo.— Gracias por avisarme, Junggie, 

JungWoo lo miraba preocupado, el YoungJae cansado tropezó con la silla al bajarse y lucía atontado mientras recogía sus cosas. 

— Hyung, ¿no le gustaría que lo lleve?—Jugaba con las llaves en sus manos.— Mi padre me ha prestado el auto y no creo que le moleste que me tarde un poco en devolverlo, más si se trata de mi hyung.

―baby bambam.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora